¡escápate conmigo!

CAPÍTULO 13

 

Charo

 

—¿Doctor Guzmán?

Mis manos descansan en su pecho mientras sus manos me mantienen aferrada desde la cintura para evitar que termine dándome el golpazo de mi vida. Él me observa atentamente mientras permanezco entre sus manos, lista para darme de bruces contra el suelo, sin embargo, me apresuro en hacer pie en el suelo y quedar en el lugar indicado mientras los demás observan la situación seguros de que la chica francesa recién llegada al pueblo está haciendo el ridículo con millonésima vez desde su llegada a este lugar.

—L…lo siento. Una vez más. Gracias—le digo.

—Tranquila, está bien. ¿Decidieron instalarse y traes a tus hijos a este colegio?—me pregunta, con una sonrisa en el rostro que marca un hoyuelo en su mejilla izquierda. Esta vez no tiene puesta la ropa del hospital sino una camisa desprendida a la altura del tercer botón, evidenciando unos vellos castaños como su cabello y su barba incipiente, al igual que el nacimiento de unos pectorales definidos.

—Yo…—sonrío con torpeza—, es lo que estamos planeando junto a…Donato. —Me cuesta decirle “mi marido” en público.

—Es un buen lugar, traigo a mi hija acá. Está a punto de salir.

—¿Tienes una…hija?

Parpadeo, como si la noticia derrumbase algo dentro de mí.

Bah, no tendría que ocasionar nada parecido, de hecho yo misma tengo dos y estoy casada, ¿por qué debería molestarme algo así?

—Así es. Helena, tiene cuatro, viene al jardín en esta escuela. ¿Cómo le llaman ustedes? Hummm, el kinder. Cumplirá cinco en unos días.

—¡Ah! Ya. Será compañera de mi pequeño Percy.

—Suponía que tendrían la misma edad con tu hijo. ¿Te acompaño a administración? Dudo que tengan cupos, pero conozco a la directora y quizá podamos convencerla.

Ya tengo plaza para la institución, no necesitaría en absoluto que haga algo así por mí, pero mi parte más impulsiva a irracional brota con total ímpetu y declara:

—Sí, por…favor.

—Vamos, aún quedan quince minutos para la salida de Hele. ¿Vamos?

Es lo que hacemos, me dejo acompañar por él hasta el sector donde se supone que funciona la secretaría administrativa. Mientras andamos, él me dice:

—Perdona la intromisión, pero, ¿qué les condujo a elegir un pueblo como Barreal, desde el otro lado del mundo, donde venir a vivir? —Aprovecha el espacio para dejarme esa pregunta, algo que me parece más difícil de responder de lo que pensaba.

No recuerdo haber quedado de acuerdo en algo específico junto a Donato para decir en caso de que un hombre muy sensual se atraviese por mi vista. O en cualquier caso que alguien quiera saber qué hacemos acá.

—Un asunto…laboral—contesto.

—Ah, entonces comenzarás a trabajar en el hospital. ¿O se trata de un espacio donde realizar consulta privada?

—Nada de eso, es solo que mi marido…tiene algunos compromisos acá.

—¿Es bodeguero?

—Ejem… No…

—¿Viñatero? ¿Comerciante? ¿Tiene tierras?

—C…creo que algo así. Busca…comprar tierras para una…bodega.

—¡Eso es fabuloso! Ha de ser muy interesante poder hablar con él al respecto. Me gustaría mantener una conversación, sobre todo porque parece conocer mucho acerca de distintas culturas.

—S…sí, cultura sobre todo.

Cultura del homicidio, cultura de la compra venta ilegal de armas, cultura de secuestros de distintas edades y de extorsión.

Je, je, mi marido es un hombre culto sobre todas las cosas.

—Por acá—él señala una puerta, golpea al otro lado y añade—: Bueno, haré lo mío y tendré que dejarte para ir a buscar a mi hija. ¿Pudiste pensar lo que te pregunté acerca de ir a recorrer el pueblo? Hay lugares magníficos que tanto a ti como a tu marido les encantará ir a conocer

—Mi…marido está de viaje.

—¡Oh! Apenas llegan y ya se debe ir. Debe de ser difícil para ustedes.

—Ya nos vamos acostumbrando—me da la risa tonta, supongo que es por la enorme dificultad que tengo para que se noten mis mentiras.

—Entonces nada de salida de cuatro. Podemos salir los dos.

—¿C-cuatro?

—Mi esposa.

Pero qué tonta soy, por supuesto que tiene esposa.

—¡Entonces…vamos con ella! Claro—le propongo con cierto nerviosismo.

—De hecho, no estará mal la idea de que sea una salida de a dos, una excursión de amigos, ¿qué te parece?

¿Está intentando ligar conmigo o únicamente quiere dejarme en claro que será algo en calidad de amigos y nada más?

Lo que sea que esté sucediendo, comienza a generarme un cosquilleo en el estómago que me aterra, pero al mismo tiempo, me agrada, y provoca que a la parte más sensible e irracional que hay en mí, se le desaten las intenciones de brotar en busca de este hombre que parece ser demasiado amigable.

Y aunque no debería aceptar una opción como esta porque apenas puedo imaginar cómo se pondría Donato de saber algo así, le digo:

—¡Por supuesto!

—¡Hola, Mariel!

La puerta se abre y saludamos a la directora de la institución quien nos recibe en persona para la inscripción de mis hijos.

Mientras tanto, algo en mi interior parece estar sufriendo horrores ante la idea de apartarme del doctor Guzmán, al menos hasta subir a mi coche.

Momento ideal para hacerle llegar el mensaje de… “Hola, doc! Soy Charo, este es mi número (: Gracias por todo lo de hoy y también lo de ayer.”

¡No sé por qué tengo la sensación de que todo esto está muy, muy mal!

 




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