Escape. Embarazada del guardaespaldas

Capítulo 11

Capítulo 11

Aquella noche comenzó una tormenta. Una verdadera tempestad otoñal, probablemente la última del año, porque pronto el invierno reclamará sus derechos. El viento doblaba los pinos y lanzaba la lluvia, no en gotas, sino en auténticos torrentes, cascadas de agua contra los ventanales panorámicos de la mansión.

Cerca de las dos de la madrugada, en la oscuridad de la casa, Alisa bajó al primer piso. Sabía que Vlad la estaba esperando.

Las cámaras, por supuesto, estaban funcionando, pero los sonidos quedaban ahogados por el trueno y el ruido de la lluvia golpeando el techo.

Vlad estaba de pie en un rincón oscuro del salón, allí donde las sombras eran más densas.

—¿Has oído hablar de la fiesta? ¿Del baile benéfico? Quiere organizar nuestros esponsales para la prensa y para todos aquellos que lo necesitan a él: al empresario y millonario Danylo en el papel de hombre de familia —susurró ella, acercándose a Vlad casi hasta rozarlo.

—Lo sé. Y es nuestra oportunidad —hablaba deprisa, directamente a su oído—. Desde aquí, desde la mansión, es imposible escapar. El perímetro está cubierto de sensores de movimiento, y no tengo los códigos de acceso al contorno exterior. Pero en ese baile…

—Habrá un montón de seguridad —señaló Alisa.

—Pero también habrá una multitud. Y caos. He estudiado el plano del edificio. Es el «Mystetskyi Arsenal»*. Allí hay antiguas salidas de servicio que están bloqueadas, pero podré abrirlas.

Vlad tomó sus manos entre las suyas.

—Alisa, escúchame con atención. En el baile tienes que interpretar bien tu papel. Sonríe. Tómalo de la mano. No le des ningún motivo para dudar. Exactamente a las nueve comenzarán los fuegos artificiales. Todos saldrán al patio o se pegarán a las ventanas, y la seguridad se relajará.

—¿Y tú? —preguntó la joven, sintiendo cómo le temblaban las manos.

—Yo estaré cerca. Los fuegos artificiales duran más de diez minutos. Danylo ha encargado todo un espectáculo pirotécnico. Cuando suene la primera salva, le dirás a Danylo que necesitas ir al baño de mujeres, y yo te acompañaré. Pero no iremos al baño. Iremos al ascensor de servicio del ala norte. Allí, junto a la salida, nos estará esperando un coche.

—¿De quién es el coche? —se sorprendió Alisa.

—De un amigo mío de la vida pasada. No conoce los detalles, pero nos llevará a un lugar seguro…

De repente, un relámpago rasgó el cielo, iluminando el salón con una luz blanca. Por un instante se quedaron inmóviles, como estatuas. Alisa vio el rostro de Vlad: concentrado, duro, pero lleno de inquietud y cuidado. A la joven se le cortó la respiración por una sensación extraña.

—Te estás jugando todo —susurró—. Si nos atrapan…

—No nos atraparán. No le entregaré a mi hijo. Y no te entregaré a ti, Alisa.

Las últimas palabras del hombre sonaron como un juramento. Oh, no dijo «te amo», pero ese «no te entregaré» sonó mucho más fuerte y más contundente. El corazón de Alisa se encogió.

—Vlad… —Alisa levantó la mano y tocó su mejilla, deslizó los dedos por la piel suavemente afeitada—. Tengo miedo…

Él atrapó su palma y la llevó a sus labios, besándola justo en el centro de la mano, como entonces, en el palco… Eso provocó en la joven una avalancha de emociones y recuerdos; en el bajo vientre le punzó dulcemente. De manera involuntaria se acercó a él; su cuerpo tonto ansiaba recuerdos y la repetición de lo que ya había sucedido…

—Así es —asintió Vlad con aprobación—. Ten miedo. El miedo te mantendrá alerta. Y créeme, Alisa, te sacaré de aquí…

De repente se oyeron pasos desde el segundo piso; parecía que Tamara se había despertado. Vlad soltó su mano al instante y se retiró a la sombra.

—Vete —dijo solo con los labios—. Todo estaba bien. Siempre estaré cerca, pase lo que pase.

Alisa subió corriendo las escaleras en silencio; su corazón latía como loco. Entró en su habitación y se metió bajo la manta, temblando de pies a cabeza. Y no se sabía qué clase de temblor era. Si la agitación ante la huida o el deseo de volver a recibir las caricias y los besos de aquel hombre. A quien parecía odiar por haberla usado y arrojado a merced del cruel Danylo, pero su cuerpo tonto decidía algo muy distinto. Deseaba a Vlad. Y cada vez más.

Para distraerse de esos pensamientos indeseados (¿o deseados?), empezó a pensar en la fiesta en la que tendría que interpretar el papel de la prometida ejemplar de ese canalla.

Maldita sea. Faltaban todavía tres días para el baile benéfico. Esperaba que Danylo no volviera a venir allí de visita, porque la irritaba y tenía ganas de darle un buen puñetazo en su rostro frío e indiferente. Para ver хотя alguna emoción.

Tres días. Y después, o la libertad, o el final…

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*Mystetskyi Arsenal (Arsenal Artístico) — El Mystetskyi Arsenal de Kyiv es un destacado complejo cultural y artístico donde, además de exposiciones y festivales, se celebran eventos privados, incluidos compromisos, recepciones y actos para mecenas y huéspedes adinerados.




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