Capítulo # 2
En el hospital.
Pablo se encontró con Constanza y con el médico que estaba revisándola.
—¿Qué tengo? —preguntó asustándose.
—Tranquila —habló Pablo agarrándole la mano.
Constanza lo miró a los ojos y se sintió tranquila, ese chico le transmitía tranquilidad.
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En la sala de espera
Odette y Xavier habían llegado al mismo tiempo.
—¿Qué haces aquí? —dijeron al mismo tiempo.
—Mi hermano está aquí —contestó él, mirándola y con deseos de abrazarla, besarla sin pensar que alguien pudiera verlos.
—Mi hermana también —comentó Odette angustiada.
—Hijo —dijo Patricio, atrás venía su esposa—, que has sabido.
—Nada —contestó él mirándolo—, apenas vamos llegando.
—Vamos —dijo Ximena seria.
—Buenas —dijo Odette mirándolos y seria.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Ximena, molesta, no soportaba a la hija de Rachele.
—Parece que su hermana también tuvo un accidente —respondió Xavier antes de que su madre comenzara atacar a su mujer.
—Hija —dijo Oliver acercándose y notando la presencia de los Conte—. ¿Qué hacen ellos aquí?
—Papá —dijo Odette seria—. Sé que no se llevan bien. Parece que su hijo estaba con Constanza.
—¿Y qué has sabido de tu hermana? —preguntó Rachele mirándola con cierta seriedad.
—Nada mamá. Apenas estaba llegando —le informó—. Quiero saber de mi hermana —dijo ella desesperándose.
—Tenemos que esperar al doctor —dijo Xavier, queriéndola abrazar, sabía que estaba ansiosa por la salud de su hermanita.
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En una habitación.
—Para mí está bien —dijo el médico mirando a Pablo—, solo tienes que descansar.
Constanza negó con el dedo, no pensaba detenerse porque tenía un ritmo que no pensaba parar.
—Tengo que ir a la universidad.
—Unos días de descanso, no te caerán mal —dijo Pablo mirándola con seriedad a la pelirroja.
—¿Me puedo ir? —preguntó mirándolos y tratando de levantarse de la cama, pero se lo impedía el joven.
—Oye —dijo Pablo, asombrado por actitud de la joven—, debes quedarte quieta.
—Mis estudios son muy importantes —dijo ella levantándose a la fuerza y sintiéndose mareada de golpe.
—Eres muy terca —comentó Pablo agarrándola antes de que fuera a caerse.
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En sala de espera.
Los De Simone y Conte estaban serios, ninguno decía nada, Xavier no dejaba de mirar a Odette y ella le regalaba una sonrisa disimuladamente, necesitaban saber qué había pasado y que había pasado realmente con su hermana y cuñado.
Las puertas se abrieron, Pablo estaba ayudando a salir a Constanza, la tomó del brazo y puso su mano sobre la cintura de ella para que caminara lentamente.
—¡Hija! —exclamó Oliver acercándose a ella—. ¿Qué te pasó?
—Un auto me llegó por detrás, gracias al doctor que me salvo la vida —respondió ella mirando a Pablo—, solo debo de descansar.
—Gracias —dijo Oliver mirándolo.
—Hijo —habló Ximena mirándolo y miraba a la joven—, suéltala.
—Mamá —dijo el serio y molesto a la vez—, solo estoy ayudándola.
—Gracias —dijo Rachele quitándole a su hija y la miraba con preocupación—, cariño, vamos a casa.
—Vamos, Constanza —habló Odette sonriéndole.
—Claro —dijo ella mirando a Pablo—. Gracias doctor —agradecida, le sonrió y luego alejo con su familia.
Pablo se le había quedado mirando, no podía negar lo hermosa que era esa pelirroja.
—Vámonos —habló Patricio con seriedad—, al final no hacemos nada aquí.
—¿Y por qué vinieron? —preguntó Pablo con cierta extrañeza.
—Vi una foto tuya y pensé que te había pasado algo —respondió Xavier, serio—, les avisé a papá y mamá.
—Vámonos —dijo él seriedad.
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Horas después
En la mansión De Simone Basile.
Odette estaba recogiendo su ropa, se iría a su hogar por unos días.
—¿Y para dónde vas? —preguntó Rachele cruzando los brazos.
—Mamá, me voy por una semana —contestó seria.
—Deja de cometer locura —ordenó Rachele, estaba cansada de la actitud de su hija—, ningún hombre te tomará en cuenta.
—Llegará uno que no le importara mi pasado —respondió con brusquedad y molesta por estar opinando en su vida—. Mamá, por favor, quiero hacer mi vida como quiero.
—Tu padre y yo, no te criamos así —dijo dolida, era cierto, siempre le habían enseñado principios y valores, pareciera que su hija todo lo había olvido.
—Lo sé —dijo ella dolida, no le gustaba mentirles. Pero ellos la habían arrojado en hacerlo—, cada quien elige su camino.
Rachele miraba a su hija decepcionada y suspiró.
—No hagas cosas, que en un futuro te puedas a arrepentir.
—No mamá —dijo ella con seriedad—, las cosas que he hecho son para alcanzar la felicidad, sé que no soy la hija que han esperado que sea. Lo hago por alguien que está en mi vida y lo especial que es conmigo, que me ama y me cuida.
—Esa persona te obliga a hacer cosas que no debes, entonces es porque realmente no te ama —aclaró muy seria.
Odette se le había quedado mirando su madre, aún no la entendía completamente como ella lo deseaba, como podía decirle lo que sintió sin que se enojará con ella o que la juzgará, simplemente tenía que guardarse su secreto.
—Nos vemos —dijo ella agarrando su bolso—, nos veremos en unos días.
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En la mansión Conte.
Xavier se encontraba guardando sus pertenencias cuando sintió que alguien entraba a su habitación.
—Mamá, ya tengo que irme —habló seriamente.
—Hola —dijo ella abrazándolo por la espalda—, tu madre me pidió que viniera.
Xavier conocía esa voz, tenía que ser Dana, como pudo se había separado de ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó molesto.
—Tu mami quiere que nos casemos, y yo estoy dispuesta —contestó sonriéndole.