Capítulo # 3
En la mansión Conte.
Pablo no podía dejar de pensar en Constanza, le parecía tan dulce y amigable que necesitaba saber de ella, la busco por las redes sociales y no la había encontrado, busco en las redes de Odette y la había encontrado como “La princesa Constanza” le había enviado una solicitud y para sorpresa de él, ella lo había aceptado.
—Hola —le envió él.
—Hola —respondió con rapidez y contenta que le escribiera, le agradaba el doctor.
—¿Y cómo sigues? —preguntó angustiado.
—Aún me duele la cabeza, pronto estaré bien —respondió colocándole una carita feliz.
—Me alegro mucho y escríbeme si sigues sintiéndote mal —pidió esperanzado de que la pelirroja y él pudieran tener una amistad.
—Claro.
En la mansión De Simone Basile.
Connie se encontraba aún con dolor de cabeza, sintió un alivio cuando le escribió Pablo, le agradaba el rubio, aunque a su madre le daría un infarto si llegará a tener una relación con él.
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En la mansión Conte De Simone.
Después de hacer el amor con su mujer, se había quedado abrazándola por un rato.
—Me encanta que estés una semana conmigo.
—Sí —dijo ella sonriéndole—. Vamos a ver si podemos estar un mes juntos —comentó seria.
—Vamos a decir que estamos juntos —propuso él mirándola y con deseos de quitarse ese peso de encima, era hora de anunciar su matrimonio.
Odette se le había quedado mirándolo, cada vez que se reunían siempre era lo mismo, ella no quería que su madre la odiara, pero ella lo amaba profundamente, era el hombre de su vida.
—No lo sé —confesó dudosa.
—Estamos casados y no pueden hacer nada —le recuerdo él con seriedad.
—Tu familia y la mía se odian —le recordó.
—Tú eres mi familia y si llegamos a tener un hijo, no pienso renunciar a verlo crecer en tu vientre —aclaró levantándose un poco.
—Porque dices eso —dijo Odette molesta—, quedamos que no tendríamos hijos hasta que tuviéramos unos treinta años.
—Y si llega en cualquier momento —dijo Xavier sonriendo.
Odette negaba y lo miraba mal.
—No sé qué estás planeando Xavier, comenzaré a cuidarme —comentó nerviosamente.
Xavier le sonreía y anuncia.
—No has notado que cada vez estamos junto no he usado protección.
Odette se había separado de él bruscamente, algunas veces lo hacían sin protección, en los días de que no había peligro. Siempre él estaba pendiente de su ciclo menstrual, sonaba extraño, él estaba más pendiente que ella y lo peor que Xavier sabía perfectamente que día podían concebir o no.
—Eres un loco —dijo ella levantándose de la cama y recogiendo su ropa—, desde cuando lo estarás haciendo y yo de ingenua —sollozando, no quería ser mamá de esa forma.
Xavier se sintió mal, era la única manera que su familia se enterara de su relación.
—La verdad, después de que nos casamos y si tu periodo bajó hace una semana significa que no ha funcionado —habló él mirándola.
—Claro que bajó —mintiéndole, su periodo no había bajado aún, comenzó asustarse—, esto jamás te lo perdonaré.
—Mi cielo —dijo él acercándose a ella—, perdóname.
Ella negaba con el dedo y comenzó a llorar, no quería ser madre y menos de esa forma.
—Quiero el divorcio —dijo Odette abatida—, no quiero saber nada de ti. Un hijo no es garantía de nada.
—No quieres ser madre —dijo serio—, si estás embarazada, entrégamelo.
—Necesito pensar —pidió, alejándose de él… sería una locura tener un hijo a escondidas, ella lo amaba y su familia se daría de cuenta de su embarazo.
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En la mansión De Simone Basile.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Rachele mirando a su hija.
—Bien, solo me duele la cabeza —contestó mirándola—. ¿Y nana?
—Se fue a reunir con un hombre —respondió molesta—, no sé qué salió mal con ella.
Constanza se le había quedado mirando y suspiró, su padre le había contado que Odette no volvió a ser la misma después que le quitaron la amistad con Xavier Conte, al principio todo parecía bien, con el tiempo se dieron de cuenta que sí le había afectado haberla separado de él.
—Solo démosle tiempo —dijo Constanza con una leve sonrisa.
—Por favor, hija, no me decepciones —le pidió.
—Lo juro —dijo ella sonriendo e intentando no tener una carga en sus hombros.
—Gracias, hija.
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En la mansión Conte De Simone.
Odette estaba muy asustada si en verdad estaba embarazada, su profesión se iría a la borda y más ahora que estaba siendo reconocida mundialmente, no podía darse el lujo de dejar todo a un lado. Le pedía a Dios no estar embarazada.
—Odette —dijo él acercándose a ella y tocándole el hombro—, perdóname —pidió arrodillase—. No me dejes Odette, por favor, yo te amo demasiado y sabes lo mucho que sufro por no verte.
Odette no podía evitar llorar, no quería que sufriera, le dolía lo que hizo y que hizo mal en intentar embarazarla, tenía que reconocer que el desespero de estar juntos lo llevó a cometer esa locura.
—Yo te amo Xavier, tengo mucho miedo —confesó ella abrazándolo—, no quiero que nuestra familia nos odie.
—Tenemos que decir la verdad. No podemos estar así —dijo abrazándola con tanta protección, no podían vivir años ocultándolo, estaba cansado de esa doble vida.
—Xavier —habló abrazándolo con fuerza.
Una hora después.
Odette se encontraba preparando el desayuno, tranquilamente mientras Xavier acomodaba la mesa.
—Todo listo, mi cielo —anunció él sonriéndole.
Ella también sonrió, después de hablar y decirse lo que sentían con respecto a su familia quedaron de acuerdo si estaba embarazada le dirían la verdad, si la cigüeña no tocaba su puerta, tendría al bebé unos años más.
—Es hora de comer —dijo colocando la comida en la mesa.