Esquiva Realidad

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Carlo Alván se despertó sobresaltado a causa de una pesadilla que comenzaba a inquietarlo, aún recostado sobre la cama, colocó una mano sobre su rostro tratando de regularizar su respiración, mientras lo hacía escuchó un ruido que provenía fuera de su cuarto, no le tomó importancia pensando que se trataba del gato que caminaba por las noches en casa; siguió controlando su aliento para normalizar el ritmo, en todo momento mantuvo los ojos cerrados para después intentar dormir de nuevo.

Al cabo de unos minutos volvió a escuchar el mismo ruido, pero un poco más fuerte, esta vez pudo distinguir como el sonido de pasos que se acercaban, abrió los ojos de golpe y miró hacia la puerta para ver quien venía a verlo a esas horas, no era necesario levantarse porque debido al calor de esa noche decidió dormir con la puerta abierta; pensó en su hermana embarazada que dormía en el cuarto contiguo, ya que debido a su estado muchas veces se levantaba a tomar agua por el calor que le provocaba estar en la dulce espera; al ver que nadie aparecía se reprendió así mismo por creer escuchar cosas, miró la hora en el celular que tenía en la mesa de noche y vio que era pasada la medianoche, dejando el aparato de nuevo en la mesita, decidió volver a cerrar los ojos, se acomodó en la cama dando la espalda a la puerta.

Cuando comenzaba a adormilarse por el sueño, sintió como si alguien le respirara en la nuca, esto hizo que un escalofrío le recorría la espina dorsal, haciendo que toda la piel del cuerpo se le erizara del miedo, trató de abrir los ojos y moverse, pero sus intentos fueron en vano, era como si algo o alguien se lo impidieran; apretó los ojos comenzando a rezar un padre nuestro para así alejar a lo que sea que se encontraba con él en el cuarto, tras unos instantes, le fue posible abrir los ojos y moverse con libertad para mirar detrás suyo, al voltea y no ver nada, atribuyó todo lo sucedido a una pesadilla.

Esta vez, se acomodó mirando hacia la puerta abierta, los ruidos habían desaparecido y lo único que iluminaba el lugar era la tenue luz del pasillo, de nuevo el sueño lo invitaba a relajar el cuerpo, el cual se mantenía tenso desde que inició la primera pesadilla; al cerrar los ojos escuchó unas pisadas que se detenían en su puerta, esto hizo que un nuevo escalofrío recorriera su cuerpo, tras unos segundos en la espera de que ese alguien le hablara, se atrevió a abrir los ojos para comprobar quién era, grande fue su sorpresa al encontrar la figura de su hermana parada al pie de la puerta, ella estaba de perfil con las manos en su abultado vientre y sus largos cabellos rojos tapando su rostro.

—¿Qué quieres Ximena? ¿No puedes dormir? —pregunto Carlo, pasado el asombro inicial.

Tras varios segundos de no recibir respuesta optó por levantarse de la cama e ir hacia ella para verificar que estuviera bien, al ir acercándose sintió como un estremecimiento recorría su cuerpo.

 —¿Ximena? —preguntó, levantó la mano con la intención de tocarla en el hombro para que lo mirara.

Al llegar junto a ella y hacerla voltear, lo único que pudo apreciar en el rostro de su presunta hermana fueron unos grandes hoyos negros en donde debían estar sus ojos, trató de gritar, pero la voz no le salía por el miedo que sentía, trató de moverse, pero el cuerpo no le respondía, en un movimiento rápido la entidad tomó su rostro entre sus garras, lo acercó al suyo y le dio un grito espeluznante.

En un momento de lucidez, Carlo agarró aquellas manos frías enganchadas a su rostro y comenzó a forcejear intentando soltarse, todos sus esfuerzos fueron en vano y las fuerzas comenzaban a escaparse de su cuerpo, sintiendo como sus músculos se debilitaban, perdió el sentido y se desmayó.

El hombre se despertó sobresaltado por lo que, según él, acababa de suceder, se levantó de la cama, fue hacia un espejo cercano que tenía en el cuarto, se revisó el rostro para confirmar que no tuviera ninguna lesión, al ver que todo estaba bien, dio un suspiro de alivio y se dirigió hacía el cuarto de su hermana para comprobar cómo se encontraba, llegó hasta la puerta, la abrió y entró al cuarto.

—Ximena, ¿estás despierta? —preguntó a la chica desde la puerta para confirmar si estaba dormida.

Al no recibir respuesta, se acercó a la cama, se inclinó hacia ella para tocarle el hombro y así despertarla, la sacudió varias veces, pero ella no respondía, le tomó el pulso y al no sentir nada, corrió a su cuarto a buscar su celular para llamar a emergencias, marcó el número, pero el celular estaba muerto, no había ni un tono, volvió con su hermana para reanimarla por sus propios medios y ver que sus sobrinos estuvieran bien en su vientre.

Al llegar a la alcoba, descubrió que estaba vacía, busco a su hermana por todos lados, fue al baño, salió a la sala incluso a la cocina, pero no la encontró en ninguna estancia de la casa, dirigiéndose hacia la puerta pudo ver que un cuerpo se encaminaba hacia al tercer piso del lugar, aceleró el paso desesperado por alcanzar aquella figura; cuando llegó a la puerta pudo distinguir a su hermana que se encontraba al filo de la terraza.



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En el texto hay: locura y asesinatos, embarazo, esquizofrenia

Editado: 02.04.2019

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