Esta vez será diferente

8. Persiguiendo el mismo futuro

El chofer detuvo el coche en el lugar en el que Daniel le había ordenado.

— ¿Qué hacemos aquí, señor? — Le preguntó el chofer, observando a su joven señor que miraba por la ventanilla del coche.

Daniel vio a Anastasia saliendo del parque infantil con su hermano, ayudándole a ponerse el abrigo.

— ¿Por qué no se encuentra en su casa… ? — Musitó Daniel.

— ¿Conoce a esa muchacha? — El chofer no recordaba haberla visto nunca.

— Es mi esposa. — Habló Daniel sin pensarlo.

— ¿Su esposa? — El chofer se sorprendió, llegando a preguntarse si el niño que acompañaba a la muchacha sería el hijo de su joven señor. — P-Pero… ¿cuándo ha pasado eso?

Daniel miró a su chofer y lo vio confundido, así que se rió.

— ¿Pero qué estás pensando? — Le preguntó y el chofer lo miró. — Jaime, ella será la futura señora Rossi.

— ¿Cómo?

— Mis padres han decidido un matrimonio arreglado con ella.

Daniel miraba como Anastasia se marchaba con su hermano por la calle, viendo como Anastasia le hablaba cariñosamente a su hermano. No pudo evitar pensar en cómo era Anastasia como madre, su hija siempre se la pasaba enganchada a ella queriendo que jugara con ella.

Daniel despertó muy temprano en la mañana y lo primero que hizo fue nadar a la piscina cubierta que había en la mansión Rossi.

— Joven señor.

La sirvienta Safi se acercó con una bandeja con un vaso con agua templada con limón.

Daniel salió de la piscina climatizada y fue como ver una joya para la sirvienta Safi. Ver al joven Daniel hacer su rutina de natación era como ver a los ángeles.

— ¿Mis padres se han despertado? — Preguntó Daniel, agarrando de una tumbona una toalla y secándose la nuca y el cabello.

— Sí, joven señor. — Contestó Safi rápidamente, contemplando cada parte de la anatomía de su cuerpo. — Ellos bajarán en un rato para desayunar con usted.

Daniel asintió, soltando la toalla y agarrando su albornoz de color gris.

— Gracias, Safi.

— Para mí es un placer, joven. — Contestó Safi rápidamente y él sonrió acomodándose el albornoz.

Safi extendió la bandeja hacia él y Daniel tomó el vaso con agua con limón.

Después de darse una ducha, Daniel se vistió con ropa cómoda para estar por casa.

— Buenos días, padres. — Saludó al entrar al comedor de la mansión Rossi.

Su madre Laura parecía preocupada, eso captó Daniel por su rostro serio, sabiendo que ayer algo salió mal cuando se reunieron con aquellos que serían sus suegros, los padres de Anastasia.

— Son buenos días para ti. — Contestó Andrés, mientras desayunaba.

— ¿He hecho algo y no lo sé? — Daniel preguntó sabiendo que algo andaba mal. — ¿Algún problema en la empresa?

— No, no tengo nada malo que decir de tu trabajo en la empresa, todos te han acogido bien como el vicepresidente y hablan maravillas de ti. — Habló Andrés a su hijo.

— ¿No será por qué soy tu hijo y el único que heredará la empresa de cosméticos?

Daniel le asintió a una sirvienta cuando ésta le sirvió su desayuno.

— No hables tonterías. — Lo regañó Laura. — Aquí lo que ocurre es que la hija del amigo de tu padre no ha querido vernos.

Anastasia no había querido ver a sus padres, tal vez por eso ayer se la encontró por la calle. Seguro que estaba huyendo del encuentro.

— Y qué más da. — Daniel todavía tenía en mente la cita a ciegas, ese fue el momento en el que Anastasia se enamoró de él. — En unos días tendremos una cita, es lo que queríais.

— Me temo que no pasará. — Se sintió Laura mal, por lo que había escuchado de sus amigos, Anastasia era la niña perfecta para su hijo. — Ella le ha dicho a sus padres que quiere tomar las riendas de su vida y que no quiere casarse con un desconocido.

Daniel dejó caer en la mesa el cubierto y se quedó mirando a sus padres. ¿Las riendas de su vida? ¿Un desconocido? Cómo podía ser eso, acaso…

«¿Puede qué Anastasia también esté atrapada en el pasado como yo? Sí, debe ser eso, y por ello quiere alejarse de mí», pensó Daniel, recordando la manera tan fría en la que la trataba.

— Tienes nuestro permiso de casarte con Cecilia Día, eso sí, no quiero escándalos en la familia. — Se dirigió Andrés a su hijo. — Todos sabemos que a los actores se les relaciona con otras celebridades, deberás de controlar eso, Daniel, si quieres seguir perteneciendo a la familia.

Laura no dijo ni una sola palabra, pues ella no quería a esa mujer en la familia, pero tampoco quería que su hijo fuese expulsado de la familia Rossi.

— Lo entiendo, padre. — Respondió Daniel a su padre, viendo como se levantaba de su silla y se marchaba del comedor.

— No culpes a tu padre por lo que acaba de decir, él tenía la ilusión de que ambas familia se juntara por ustedes.

— Si es así, ¿por qué no he conocido a Anastasia hasta esa cita a ciegas? — Daniel quiso enterarse del motivo por el que sus padres y los padres de Anastasia nunca los habían presentado antes. — Así me hubiera enamorado de ella y no de Cecilia.

Su padre no quería que se levantaran rumores por ser Cecilia actriz y estar rodeada de celebridades, pero… estando casado con Anastasia, su padre nunca se le acercó para decirle que estaba decepcionado de él por tener a Cecilia como amante.

— ¿Cuándo, hijo? Cuando te podría haber presentado a Anastasia, si Cecilia Día siempre anda alrededor de ti. — La señora Laura se levantó. — Desayuna, a mí se me ha quitado el apetito.

Daniel, sentado en la cama de su habitación, tenía decidido no quedarse con las brazos cruzados, si Anastasia no quería casarse con él, solo debía hacerla cambiar de decisión, de lo contrario, ¿qué pasaría con su hija Daniela? ¿Con la vida que los dos tenían en matrimonio?



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En el texto hay: familia, drama, padres

Editado: 19.11.2024

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