Nombre: Essie Evezyan.
Edad: 17
País de nacimiento: Turquía.
Características físicas: Pelo largo rubio ondulado, ojos verdes y rasgados. Complexión delgada. Altura de 1'70 m y de piel blanca.
Talentos: Enseñanza y buen uso de la lengua, estudios de letras. Toca el arpa y canta.
Carácter: Tranquila y prudente.
Tras rellenar esta especie de documento o cuestionario, lo doblo y se lo entrego al policía inspector. Le echa un vistazo rápido y me mira extrañado.
- Que características físicas mas raras teniendo en cuenta que eres turca y viviendo en España. ¿Tus padres de qué nacionalidad eran?
- Mis padres están muertos, no lo se. - Decido no contarle que en realidad no soy turca por lo que me dijo mi tío sobre cambiar el nombre. Si me lo pidió, por algo es y no voy a decepcionarlo. Además que mi pueblo no tiene una fama increíble en Turquía por ser un pueblo esparcido por muchos países. Mi verdadero nombre es lo único que me queda de mi hogar y de mis padres, de mi cultura y lo cuidaré. El inspector asiente y se va a junto la siguiente chica.
Después de unas cuantas horas llegamos a la capital, es decir, a Ankara. La ciudad es realmente impresionante lleno de vida y grandes edificios acristalados; estoy deseando poder verla de noche para admirar el paisaje de luces. Kavan me agarra del brazo para salir del vehículo. Vamos los últimos debido a que yo estaba absorta admirando la ciudad. No hay mucha vegetación, desde la guerra las ciudades se volvieron mucho más artificiales y solo hay verde en algunos jardines de las mansiones más importantes.
Caminamos todas en fila, una detrás de otra y cuento unas 18 elegidas. Algunas están hablando entre ellas, así que supongo que en el viaje se buscaron amigas o simplemente alguien en quien confiar. Tras unos minutos más caminando vemos ante nuestros ojos un palacio impresionante. Predominan los cuadrados desde la acera hasta las ventanas, es blanco y lleno de cristales contrastando así con el verde del jardín que lo rodea y que le proporciona una belleza sin igual. Todas nos quedamos boquiabiertas ante tal obra de arte.
- Os presento el palacio real, aquí viviréis hasta que se os diga lo contrario. - Esto es impresionante, ¿viviremos aquí? ¿Pero qué se le pasó por la cabeza a Adán? ¿qué es lo que quiere? - Y ahora os lo vamos a presentar.
Todas estábamos en Shock. Algunas empezaron a llorar de alegría, otras empezaron a temblar de los nervios... yo permanezco igual sin acabar de creérmelo; pero lo que más me llamó la atención fue el comportamiento de creo que se llamaba Astrid. Empezó a gritar con todas sus fuerzas y se tiró al suelo, su policía la levantó y le mandó callar pero su cara de horror no se la pudo borrar. ¿Qué le ocurre?
Entramos dentro del palacio y es igual de increíble por dentro que por fuera; la mayor parte es blanco con detalles en color azul y en oro. Nos conducen a una sala enorme y nos colocan en una fila horizontal. Ante nuestros ojos se presenta Adán. Es muy joven, tendrá unos 24 años y físicamente te deja sin habla. Es muy alto, con fuerte musculatura que se puede apreciar a través de su elegante traje negro. Tiene el pelo rubio tirando a ceniza en sus partes más cortas. Sus ojos no sé si son o azules o verdes pero son muy claros. Su sola presencia impone y ahora entiendo todo lo que se habla de él y de su atractivo.
- Adán, os presento al último grupo de jóvenes, estas provienen de España. Escogimos a las más hermosas e inteligentes para usted, esperemos que sean de su agrado.
- Buenas tardes a todas, es un placer conocerlas por fin. - La gente dirá que exagero, pero hasta su voz denota poder. - He ordenado que no se os explicase nada para poder hacerlo yo mismo. Seguramente ya os habréis enterado de lo ocurrido con Victoria. - Noto como sus ojos se vuelven más intensos por la ira. - Os he mandado llamar, a 18 de cada país concretamente, para escoger a la que será mi futura esposa. Si alguna por cualquiera razón no está dispuesta o no quiere, es libre de volver con sus familias, no quiero obligar a nadie.
- Yo. Yo quiero volver. - Dice Astrid muy segura.
- Yo... yo también, tengo que cuidar de mi familia. - Comenta otra. Adán asiente y hace un gesto para que se vayan.
- Quedaré con cada una de vosotras noche tras noche después de su preparación y de la primera fase. Estaréis un mes purificándoos y cuidándoos la piel, pelo y recibiendo las clases necesarias para poder ser la siguiente Eva. El continente solo se merece lo mejor.
Se acerca a la fila y empieza a mirarnos fijamente a cada una, comprobando cómo somos. Llega a mí y se fija en mi ropa. Todas estaban bien vestidas menos yo por haber salido a correr.
- ¿Por qué traes esta ropa?
- Estaba corriendo y al llegar a mi casa me arrastraron a la plaza, no me dio tiempo a cambiarme. Lo siento mucho. - Le miro fijamente a los ojos para demostrarle que esto no va a hacer que decaiga y que no lo siento tanto, deberían de haberme dicho que se requería de mejores ropas y de que veríamos a Adán.
- ¿A qué hora saliste a correr?
- A las 8 de la mañana.
- ¿Por qué?
- Lo llevo haciendo desde la muerte de mis padres para controlarme y superar todo lo que se me viene y afrontar así cada día. - Asiente y de repente sus manos rodean mi cintura, el pulso se me acelera sin poder evitarlo. Esto no me lo esperaba. Agacho la cabeza porque estamos muy cerca y con una mano me levanta la barbilla evaluando cada rasgo de mi rostro; hasta parece que de mi interior. Ahora distingo sus ojos, son azules con pequeñas motas amarillas, por eso parecían verdes.
- Quiero que mientras vivas aquí sigas haciéndolo; y por cierto, nunca agaches la cabeza.
- De acuerdo. - Lentamente se aleja de mí y vuelve a su lugar. Siento todas las miradas de las demás en mí y como me dijo Adán, no agacho la cabeza y sin ninguna emoción en el rostro las miro y luego a él. Algo me dice que no les caigo muy bien.