Los primeros días estuve a la expectativa en mis redes sociales por si él me escribía, pero no lo hizo, pasaron cuatro largos meses y nada, ya estabamos a comienzos de agosto y no habia vuelto a saber absolutamente nada de él, creo que a pesar de todo lo que sucedió esos dos días, no eramos nada más que primos y posiblemente no lo seríamos nunca, mis esperanzas eran vanas. Estaba confundida y no habia dejado de añorar volver a besarlo, deje de comer, baje varios kilos, soñaba con él prácticamente cada noche y aunque sabía que lo correcto era rendirme y aceptar que las cosas eran difíciles, o mejor dicho imposibles, no podía renunciar al primer hombre que amaba, a aquel que significaba todo para mí.
En esos meses empecé a escribirle cartas, muchas cartas, una por cada letra del abecedario, es cierto que la única razón para que un joven escriba es porque está muy enamorada o muy rota, en ese momento estaba perdidamente ilusionada por él. Todos decian que eran muy buenas, que tenia talento y que algún día debería publicarlas pero no lo sé, solo escribí por y para él y si no las quería, nadie debería tenerlas, nadie porque en esos pedazos de papel estaba mi corazón entero.
Aún seguia esperando que me buscara pero dentro de mi sabía perfectamente que no lo haría, le conozco lo suficiente como para saber eso, le faltaba valor para buscarme, aun ahora sigue siendo un cobarde, uno muy tierno, uno inocente, inofensivo y sobre todo lastimado pero de igual forma cobarde. Llegué a la conclusión de que lo mejor erá que abandonara esta idea loca de creer que significaba algo más que una prima para él, solo había un problema, hacer eso me resultaba imposible, no puedes sacar de tu mente lo que tu corazón sigue amando, y él era lo que yo amaba.
Escribi una carta para renunciar a esa locura y recuerdo haber puesto "Gracias por esta ilusión mi amor inalcanzable, pero creo que es hora de volver a la realidad". Que inocente me parecen ahora esas palabras, volver a la realidad, como si eso fuera posible cuando estas enamorado.