Tae Hyuk espera a la chica pacientemente. También a él le resulta extraño que la embajada esté cerrada, pero no le da importancia… hasta que pasa un largo rato y ella no aparece.
–¿Hasta dónde se fue a preguntar? –murmura en coreano.
Para despejar tu mente de la ligera inquietud que empieza a invadirlo, empieza a caminar por la avenida. Recorre todo el camino, hasta llegar a otra avenida y regresa esperanzo ver aparecer a la chica, pero nada. Esta vez va en la dirección en que ella fue. Vuelve a recorrer la calzada hasta una intersección a varias cuadras mirando en derredor y ansioso por encontrar a la chica en algún lugar. Cuando llega de regreso llega al punto en que debía esperarla ya está invadido por el miedo.
No puede ser… no otra vez…
Un cosquilleo desagradable empieza a apoderarse de su cuerpo y reconoce el inicio de un ataque de ansiedad.
¡No! Ahora ya no eres un pordiosero perdido. Dentro de un rato abrirán la embajada, volverás a Seúl y todo esto será solo un mal sueño. Ten paciencia...
Tae Hyuk vuelve a recorrer la vereda, con calma, una y otra vez. Ha logrado mantener la inquietud a raya, pero esta amenaza con estallar con cada minuto que pasa y nadie aparece para abrir las oficinas. Está pensando intentar hablar con la primera persona que vea, esta vez se asegurará de no parecer un energúmeno, cuando ve a la chica aparecer casi corriendo.
Al no encontrarlo en el lugar en que debería estarla esperando, su expresión se aterroriza. Una oleada de satisfacción invade a Tae Hyuk ante su gesto y, queriendo atormentarla un poco más, se esconde en la entrada de otro edificio. Pero la broma le sale mal, pues ella, al no verlo por ningún lado, se da la vuelta y vuelve a perderse rodeando el edificio.
—Hey! ¡Tú! —la llama a gritos corriendo tras ella. Recién entonces se da cuenta de que no sabe su nombre.
Andrea se vuelve a los pocos segundos y le dirige una mirada de profundo alivio. Esa expresión hace que Tae Hyuk se detenga de golpe, ya sin el resentimiento de hace unos minutos, cuando pensó que lo había abandonado.
Ella, sin embargo, sale corriendo a su encuentro en cuanto lo ve, se planta a pocos centímetros de él y le dice una sola palabra en español. Tae Hyuk no sabe lo que significa, pero la expresión pesarosa de la chica le indica que es una disculpa.
Al darse cuenta de que, con su presencia, la chica esa desapareció toda su inquietud, Tae Hyuk suelta un suspiro y le tiende una mano abierta. Ella lo mira desconcertada durante un momento, así que él le dice "fon" al tiempo que pone la otra mano en su mejilla, emulando un teléfono. Ella comprende al fin lo que quiere y le entrega el aparato.
—¿Hoy no abrirá la embajada? —pregunta usando el traductor.
—No —responde ella luego de que él le acerque el móvil para grabar su voz—. El embajador renunció y hasta que encuentren su reemplazo, la embajada estará cerrada.
La noticia es un golpe duro a su reciente alivio. Si no tiene ayuda de la embajada, depende totalmente de la chica. Y, por lo visto, ella está muy tentada de librarse de él.
—Te quedaras conmigo, hasta que vuelvan a abrir —declara ella tras quitarle el teléfono—, pero me tendrás que ayudar: limpiarás, cocinarás, cuidarás de Scott y harás cualquier otra cosa que necesite. ¿Estás de acuerdo?
Tae Hyuk piensa en todos los peros que podría poner ("soy alérgico al polvo", "todavía me duele el cuerpo", "¿quién rayos es Scott?"), sin embargo, asiente con un gesto firme. Si tiene que pagar por su hospedaje, entonces lo hará.
La chica lo mira con una expresión seria y finalmente le tiende la mano como forma de sellar el trato. Tae Hyuk se sorprende por el gesto, pero corresponde con un ligero apretón que expresa su conformidad.
De regreso a la casa pasan por una farmacia en la que ella compra más medicina para él. Recién cuando, en la caja, la chica se demora en contar el dinero que necesita, Tae Hyuk se hace del todo consciente de su precaria situación económica. Trabaja, sí, pero debe ganar apenas lo suficiente para mantenerse a sí misma y al perro, cargar con él será un peso extra.
"Tengo que intentar comunicarme con madre", piensa "ella podrá enviarme dinero".
Luego de pagar, la chica se acerca a él y lo coge de un brazo cuando él echa a andar. Tae Hyuk se estremece ligeramente, los medicamentos del día anterior ya perdieron su efecto y el dolor poco a poco aumenta.
"Espera" parece decir ella con un ademán. Luego se acerca a un dispensador de agua, llena un vaso descartable y se lo alcanza. Mientras él lo sostiene, ella saca un par de pastillas de entre todo lo que compró y se las entrega también. Tae Hyuk se las traga con un buen sorbo de agua sin preguntar nada; a pesar del conato de abandono, confía en ella instintivamente.
Ya en la casa, la chica prepara un almuerzo rápido y se alista para ir a trabajar.
—Volveré a medianoche, más o menos —le dice cuando está a punto de salir—. Karen, la vecina del costado, va a cuidar a Scott hasta las seis, luego lo traerá aquí. Él ya sabe dónde está su cama, su comida y todo lo demás, tú solo asegúrate de no molestarlo. Tiene una herida que está cicatrizándose, así que no se tiene que sacar la venda para nada —agrega, haciendo énfasis en esto último—. Es muy juguetón y cariñoso, pero puede ponerse nervioso porque no te conoce, así que no te le acerques.