Esto no es un drama coreano

13. Su risa

Es la segunda vez que estoy a punto de delatarme solo, pero termino siendo salvado a último momento. Tengo que recuperar mis habilidades; si sigo así voy a terminar convirtiéndome en el hazmerreír de los juzgados.

Tae Hyuk se restriega el cuerpo a consciencia. Últimamente siente una carga de estrés tan grande, que le ha dado por tomar largas duchas en las que se dedica a pensar en todas las posibles soluciones a sus problemas. Restregarse es un acto automático, como el golpeteo de sus dedos contra la mesa cuando escribe o usa el ordenador, pero, además, le brinda la ilusoria satisfacción de que, al librarse de la suciedad, despeja también su camino hacia el éxito final.

Cuando termina de bañarse, se seca con cuidado y se viste con parsimonia. En la sala están Andrea y su tía y no quiero intervenir en su conversación. Bastante trabajo le costó escabullirse cuando la señora empezó a vociferar lo que le parecieron improperios, así que no quiere encontrársela.

Sin embargo, le preocupa que lo boten de la casa. De por sí, Andrea no estaba nada feliz con que alargue su estadía, así que la presencia de la tía solo empeora las cosas. Podría irse a un hotel con el dinero que tiene, pero su falta de documentos sería un grave problema.

Tae Hyuk se restriega la cabeza con frustración. Las cosas han ido de mal en peor, de modo que es hora de tomar medidas drásticas.

En la sala no encuentra a nadie. Sin embargo, sí están las tres maletas de la tía sobre la mesa, al lado de la laptop y el teléfono de Andrea.

Tae Hyuk coge este último para ver si recibió algún mensaje y nota que hay una grabación en el traductor.

"Mocosa del demonio, ¿cuántas veces te dije que no metieras hombres aquí?" traduce el aparato y Tae Hyuk adivina que eso lo dijo la tía. 

"¡Te acabo de decir que no somos nada!", ahora está seguro de que esa es Andrea. 

"¡No nací ayer, niña! Ese cuento de la samaritana que recogió un pobre necesitado díselo a tu padre, a mí no me engañas"

"Es la verdad. Puedes preguntarle a Karen si quieres".

"Sí, claro, debo confiar en tu cómplice. Andrea, no quiero pensar que..."

Esa última parte el traductor no logra interpretarla, pero con lo siguiente, Tae Hyuk entiende todo.

"No estoy embarazada..."

Mierda. ¿Ahora esto?

La conversación dura un poco más, pero se trata sobre todo de los reclamos de la tía y la insistencia de Andrea en negar cualquier relación romántica con él.

Tengo que hacer algo, piensa Tae Hyuk, solo me faltaría que estos sudamericanos locos resultaran igual de cucufatos que las matronas de Seúl y me quieran casar a la fuerza.

Tae Hyuk espera pacientemente a que Andrea y la señora regresen de a dónde sea que hayan ido. De repente llaman a la puerta y él se apresura a abrir.

Scott lo saluda meneando la cola con alegría, mientras Karen pronuncia el nombre de Andrea.

—Tienes que llevarte al perro —dice Tae Hyuk usando el traductor—. Su tía está aquí.

Karen suelta una exclamación, pero se tapa la boca temiendo que la escuchen.

—Ahora mismo no está en la casa, pero llegó hace un rato y parece que va a quedarse— explica él.

Justo cuando Karen empieza a decir algo en su idioma, la tía aparece en una esquina. A Andrea, que va a su lado cargando un par de bolsas, se le dibuja una expresión de angustia en cuanto los ve con Scott.

Karen parece saludar a la señora. Esta le responde, pero no deja de mirar al perro. Durante unos segundos hablan, luego Andrea interviene y entonces se forma una discusión que termina con la tía soltando una exclamación que suena a amenaza, para luego entrar a la casa hecha una furia.

Andrea le dice algo a Karen y ella, con un leve asentimiento, y lo que parece una disculpa, se va llevando consigo a un asustado Scott.

Andrea resopla con cansancio, como si aquella riña de no más de cinco minutos le hubiera drenado toda la energía.

Tae Hyuk entra tras ella a la casa decido a poner su plan en marcha.

—Señora, lamento mucho esta situación —empieza a decir en inglés.

La tía de Andrea, que estaba buscando algo en una de sus maletas, se vuelve hacia él sorprendida de escucharlo hablar.

—Mi nombre es Kim Tae Hyuk —continua él—. Vine a esta ciudad de vacaciones, pero tuve la mala suerte de que me atacaran y me quitaran absolutamente todo lo que traje. Sin dinero ni documentos y sin poder comunicarme, terminé varado en las calles durante dos semanas infernales. Llegó un momento en el que creí que moriría... entonces apareció su sobrina. Ella fue la única persona que me ayudó, y gracias a eso he podido iniciar los trámites para volver a mi país. Su generosidad solo puede deberse a una excelente educación en valores y principios y eso es algo por lo que debo felicitar a usted y a su familia. Estoy en deuda con ustedes y le doy mi palabra: mostraré mi gratitud devolviendo la generosidad que me han mostrado.

Apenas terminado el discurso, Tae Hyuk hace una profunda reverencia y permanece inclinado durante todo el tiempo que el traductor interpreta sus palabras. La fisura en sus costillas todavía le produce un fuerte dolor cuando hace esfuerzos como ese, de modo que aprieta los dientes para no gemir. De reojo, le da una mirada a Andrea y la descubre aturdida paseando la mirada entre su tía y él.




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