Esto no es un drama coreano

17. La decepción, la rabia y la desolación

Tae Hyuk y su madre siempre fueron un equipo. Mientras ella trabajaba durante todo el día, él se ocupaba de mantener limpia y ordenada la pequeña habitación alquilada en la que vivían. Luego él empezó a colaborar con los gastos consiguiendo empleos de medio tiempo o ayudando a sus compañeros con tutorías. Después, cuando su madre enfermó de tanto trabajar, cuando el dinero se les acabó, cuando sus trabajos de medio tiempo no alcanzaban a pagar los gastos, Tae Hyuk decidió que debía pelear más duro.

Dejó a su madre a cargo de unos familiares en el campo y se instaló en una habitación todavía más pequeña. Aparcó sus pretensiones de postular a la mejor universidad de Seúl y trabajó como un esclavo durante dos años. Muchos de esos trabajos no fueron nada éticos, algunos incluso resultaron ilegales, pero consiguió ahorrar una buena cantidad de dinero con la que volvió al campo para contarle a su madre que estudiaría Derecho en la Universidad de Corea, una de las más prestigiosas y costosas del país.

Con la meticulosidad que lo caracterizaba, Tae Hyuk planeó sus cuatro años: su dinero apenas le alcanzaría para un par de semestres, pero le tenía echado el ojo a varias becas, además de que consiguió un trabajo fijo. En sus clases preuniversitarias nocturnas conoció a un muchacho algo menor que él: era inteligente, pero desordenado al estudiar de modo que le pidió ayuda. Luego de unas semanas de tutorías, Tae Hyuk consiguió un puesto de camarero en el restaurante de los abuelos del chico. Fue entonces que se dio cuenta de la importancia de forjar amistades con personas que pudieran serle de ayuda.

El muchacho y su familia lo acogieron con calidez y, durante sus años de universidad, la amistad entre ellos se fortaleció. Tae Hyuk era callado y serio, su amigo era revoltoso y alegre. Tae Hyuk aprovechaba cada mínima oportunidad para obtener algún beneficio, su amigo abría las manos con generosidad. Tae Hyuk se volvió competitivo, ambicioso, implacable… su amigo aprendió que su hyeong destrozaría sin piedad todo lo que obstaculizara su paso… pero para entonces ya era tarde.

Ambos se graduaron como abogados y ambos se volvieron pasantes en un prestigioso estudio, pero Tae Hyuk siempre iba un paso por delante. Sin embargo, su amigo era demasiado generoso como para tenerle envidia, al contrario, se enorgullecía de su hyeong como si se tratara, realmente, de un hermano mayor. Hasta que su superior le hizo un encargo demasiado grande, algo de lo que no se creía capaz y que terminó haciendo Tae Hyuk en su lugar, ganando el visto bueno de los jefes, pero condenándose su consciencia para siempre.

Tae Hyuk trabajaba en el área de Derecho Internacional, mientras que su amigo estaba en Derecho Penal. Este último estaba asistiendo a un abogado en el juicio a un hombre norcoreano por su situación migratoria; eran la defensa, pero el objetivo real parecía ser que su cliente fuera deportado. Alguien involucrado con el gobierno había amañado todo con el abogado, con el estudio entero incluso, para que el juicio se perdiera a pesar del “gran esfuerzo” de su defensa. Y es que el caso del hombre capturó la atención mediática por los horrores que se vivían en el país vecino, y lo que le esperaría de ser deportado.

El amigo no pudo cumplir las órdenes de su jefe, pero tampoco lo confrontó. Simplemente asintió y entró en pánico en el momento crucial. Solo se debía entrar a hurtadillas a la casa del cliente, desocupada entonces, y dejar un sobre oculto en un rincón. Pero se le ocurrió revisar el contenido de su encargo y se quedó paralizado al ver que eran pruebas incriminatorias de espionaje. Lo único que atinó a hacer fue llamar a su hyeong. Tae Hyuk llegó y, sin preocuparse siquiera en mirar los papeles, ni en oir los argumentos de su amigo, dejó el sobre donde ordenaron y salió de la casa arrastrando a este último.

Poco después, el juicio contra el hombre involucró también a su esposa surcoreana. En menos de una semana eran declarados culpables de alta traición y espionaje, y, para consternación de la opinión pública, ambos fueron deportados a Corea del Norte, donde, según se supo meses después, fueron ejecutados el mismo día de su llegada.

Le encargaron a Tae Hyuk el dar la noticia a la familia de la pareja. Era una noche de primavera cuando fue a la casa de la hermana de la mujer y se los comunicó. La señora soltó el llanto en un grito que ella misma se apresuró a acallar mordiéndose una mano. Su esposo la abrazaba intentando contenerla, pero no hizo nada por evitar que siguiera lastimándose... Entonces Tae Hyuk vio aparecer a una muchachita, vestida con un pijama celeste, peinada con dos largas trenzas, y comprendió por qué debían acallar los sollozos y gritos como fuera: La hija de la pareja ejecutada estaba allí.

La chica no tardó en darse cuenta de la situación y entró en un ataque nervioso. Subió corriendo al segundo piso, sus tíos la siguieron y luego solo se escucharon estruendos y gritos desgarradores. Tae Hyuk reaccionó yendo también y los encontró atrapando a la chica en un abrazado forzado, mientras esta se retorcía desesperada: había estado a punto de lanzarse por la ventana…




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