Al terminar la primera semana de enero, Kim y Andrea regresan a la ciudad. El trayecto resulta algo más cómodo esta vez pues Kim se asegura de comprar boletos en un bus de primera clase, sin embargo, Andrea tiene la sensación de que algo ha cambiado y no necesariamente para bien.
Ya en el taxi de camino a casa, Andrea se distrae de esta incipiente angustia al ver a una camada de gatos en plena calle.
—¡Pare! —exclama pegando un salto en el asiento—. ¡Para aquí! ¡Pare!
El taxista, aturdido, demora unos segundos en encontrar una zona en la que pueda estacionarse. Andrea, que ha sacado una casaca de su maletín con un par de movimientos bruscos, sale del carro gritando que le esperen y sin responder a los llamados del taxista ni a los de Kim.
Tiene que correr bastante antes de llegar a la vereda en donde los vio. Uno de los tres gatitos bebés que lloriquean desesperados está ya dentro de la pista, casi a un metro de la vereda, por lo que Andrea lo atrapa al vuelo antes de acercarse a los otros. Cuando tiene a los tres pequeños, da una mirada en derredor en busca de más, pero solo se encuentra con uno adulto que se acerca corriendo a verla con las crías.
—Son tuyos, ¿verdad?
La gata, atigrada gris y raquítica, se le acerca bufando con ánimos de atacar por lo que Andrea camina de regreso esperando que la siga. Kim aparece de repente con un aluvión de reclamos en coreano.
—Toma —le dice Andrea entregándole a las crías—. No los sueltes… ¡Cógelos bien! Llévalos al taxi. ¡Go!
Sin hacer caso de sus exclamaciones airadas y de la cara de asco que pone al sujetar a los gatitos, Andrea se vuelve hacia la mamá y aprovecha un instante de distracción de esta para atraparla y sujetarla contra su pecho.
—¡Te dije que los llevaras! —reclama en cuanto ve que Kim no solo no se ha movido, sino que los pequeños se le están escapando.
Andrea corre hacia el taxi rogando que el coreano no suelte a las crías, mientras la madre se remueve histérica contra ella en un intento por librarse.
—¡Qué demonios te piensas, mocosa! ¡Págame de una vez y bájate de mi auto! —exclama el conductor en cuanto llega al taxi.
—Tenía algo urgente que hacer, le voy a pagar el doble, pero ayúdeme a sacar algo de mi maletín.
—¿Qué? ¿Qué es eso? Ah, no, a mi carro no suben animales…
—El triple y es todo. Si me deja aquí solo le pago la mitad.
—¿Qué cosa?...
—Podemos pasarnos todo el día discutiendo y va a perder el tiempo. Mejor lléveme y se gana el triple del pasaje. Voy a envolver a los gatos con mi ropa y estarán quietecitos, pero ayúdeme de una vez, por favor, o este animal me va a desfigurar.
Por suerte para Andrea, el señor decide aceptar su trato y rebusca en el maletín a regañadientes. Cuando Kim llega ya tienen a la gata bien envuelta maullando con desesperación, pero esta parece calmarse un poco en cuanto ve a sus crías. Andrea las envuelve a estas también y los acomoda a todos dentro de su maleta.
Unos minutos después retoman el camino a casa.
—A ustedes sí los voy a salvar…
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Hola! Gracias por seguir leyendo a pesar de mi demora en actualizar. Hasta aquí llegaron los capítulos diarios, en adelante se actualizará dos veces por semana los lunes y viernes, pero pueden que incluso también actulice los miércoles, eso todavía está por verse =D, sin embargo sería un gran aliciente que comentaran y votaran =).
Un abrazo, nos vemos el lunes con un nuevo capítulo.