Esto no es un drama coreano

25. Una emoción sin nombre

Tae Hyuk se mira al espejo y hace una mueca incrédula justo antes de darse una última pasada con la maquinilla de afeitar.

Fuera del baño se escucha a Andrea, otra vez, hablándoles a los bichos en ese idioma ridículo de balbuceos exagerados que también se usa con los bebés. Desde que llegaron se la ha pasado pendiente de ellos, aunque procura mantenerse fuera de la habitación en la que los ha instalado.

¡Una habitación para unos gatos! Si a mí me hubiera proporcionado las comodidades que tienen esos bichos, viviría como en una suite de lujo.

Tae Hyuk resopla. La llegada de los gatos le causa un gran conflicto. Por un lado, resulta más trabajoso cuidarlos a ellos que a Scott pues la mamá es muy desconfiada y deben procurar mantenerla encerrada, además que asear el arenero le da un asco infinito (aunque solo lo he hecho una única y última vez) y tiene la sensación paranoica de que por más que limpie, la casa está llena de pelos.

Pero, por otro lado, Andrea ha recuperado su vitalidad de golpe. Al volcarse en el cuidado de los gatos ha vuelto a ser la de antes y ahora no solo tiene apetito y duerme muy bien (cuando no está vigilándolos), sino que tan entusiasmada que no para de hablar de los bichos como si fueran sus hijos, a pesar de que se llevó varios arañazos y una mordida de la madre el día que los recogió.

—Gatos. La solución eran unos gatos. Durante semanas me la he pasado intentando revivirla en vano, mientras que a cuatro pulgosos les tomó apenas unos días —refunfuña en coreano antes de meterse el cepillo a la boca.

Un momento, después la puerta se abre de golpe.

—¡Oye oppa!... —exclama Andrea seguido de algo más en español, pero Tae Hyuk no le puede prestar atención pues escupe y se atora estrepitosamente.

Ella lo auxilia dándole palmaditas en la espalda y haciéndole levantar los brazos hasta que, poco a poco, Tae Hyuk se recupera. Avergonzado por tener toda la boca llena de espuma y verse obligado a enjuagarse frente a ella, que no tiene intenciones de irse, Tae Hyuk le chilla en coreano:

—¡¿Por qué entras así?! ¡¿Y si me encuentras usando el inodoro?!

Door is open —responde ella adivinando el sentido de su reclamo. Luego agrega valiéndose de su teléfono—: Llevo un largo rato preguntándote dónde pusiste el enlatado de mis bebés. ¿No lo habrás confundido con el atún que comemos?

Tae Hyuk hace una mueca de fastidio. Con intención de despacharla de una vez, le indica rápido dónde puso los dichosos enlatados y se asegura de cerrar bien la puerta con seguro cuando ella sale.

—Maldición —murmura.

"Oye, oppa" vuelve a escuchar, esta vez en su mente, y un cosquilleo le recorre el cuerpo. Por primera vez agradece las jugarretas de Karen respecto a su idioma, pues hace tiempo ella tradujo mal la palabra a propósito para que su novio no se enterara de que se estaba tomando confianzas con Tae Hyuk. Gracias a eso Andrea piensa que es un tratamiento común cuando, en realidad, la palabra oppa se utiliza solo si hay un vínculo muy cercano —familiar, amical o romántico— entre una chica y un chico mayor que ella.

—Tengo que explicarle que no es apropiado llamarme así...

Sin embargo, muy dentro de sí Tae Hyuk sabe que no lo hará pues está disfrutando de este error.

Por la tarde, mientras está revisando unos documentos en la laptop, Andrea le encarga que vigile a "sus bebés" porque ella tiene que salir.

Where you go? —le pregunta él levantando la mirada y descubriendo que viste un atuendo formal y que se ha esmerado en maquillarse, cosa que nunca la ha visto hacer.

Interview —responde ella al tiempo que se acomoda una cartera procurando no maltratar el sobre manila que lleva en una mano. Luego, usando su traductor, añade—: Se supone que debo parecer profesional, ¿cómo me veo?

—Bonita —responde Tae Hyuk, en coreano, sin pensar.

Apenas se escucha se queda igual de congelado que si hubiera dicho una grosería, pero de inmediato se da cuenta de que ella no lo entendió, así que se apresura a decir por intermedio de su teléfono:

—Depende de cuál sea el trabajo al que postulas. Si pretendes volver a ser operaria, creo que te esmeraste demasiado.

—Es una convocatoria para enfermeras.

Esta vez Tae Hyuk se sorprende. No tenía idea de que ella hubiera decidido retomar su carrera. Quiere preguntarle al respecto, pero sabe que no es el momento y, en lugar de agregar algo, le hace el gesto del pulgar arriba. Ella sonríe en respuesta, respira hondo antes de abrir la puerta y sale despidiéndose con la mano. Unos segundos después, Tae Hyuk se descubre sonriendo y agitando una mano también.

Vaya, bastó con un "oppa" para que te convirtieras en uno de esos blanditos de los dramas... Se burla una vocecita odiosa en su interior, por lo que carraspea como todo un coreano varonil, se endereza en su asiento y retoma lo que estaba haciendo.

Un par de horas después, Andrea regresa. Lo primero que hace, como no, es ir a supervisar a los gatos. Tae Hyuk espera que se acerque a la sala para preguntarle qué tal le fue, pero ella no lo hace. La espera un momento prudente antes de ir a buscarla él.

What are you doing? —le pregunta al escucharla trajinando en su habitación.

Ella le responde en español sin traducir, luego le grita un "wait" y unos minutos después abre la puerta.

—Una amiga me puso en contacto con la familia de un paciente parapléjico. Fui a verlos después de la entrevista y voy a atenderlo esta noche.

Kim conecta esta explicación, dada a través del traductor, con el uniforme azul que viste Andrea y con el maletín que carga en el hombro. La sigue a la sala, donde ella da un par de vuelta más para asegurarse de que lleva todo lo que necesita, y se le planta en frente con mirada escrutadora. Ella se acerca el teléfono a la boca para traducir lo siguiente:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.