Esto no es un drama coreano

27. El miedo en su mirada

 

Tigresa observa a sus crías con aparente serenidad, sin embargo, las orejas puntiagudas se deslizan prestas al menor ruido sospechoso. La gata todavía desconfía de la gente y por eso procura mantenerse alejada, pero, poco a poco, está dejando de ser arisca. Prueba de ello es que se atrevió a asomarse a la sala y no parece estar tan a disgusto por la pose en la que se ha acomodado en un rincón estratégico desde donde puede verlo todo.

Andrea se siente satisfecha. Sabe que con ella le llevará más tiempo que con los bebés volverla lo bastante sociable como para ponerla en adopción, sin embargo, está recuperando peso y, mientras no se sienta atacada, es bastante mansa.

Por su parte, los petisos han encontrado su juguete ideal en los sillones pues están cada vez más atrevidos a la hora de treparse y, a pesar de que sabe que Kim debe estar tirándose de los cabellos al verlos, Andrea los deja a su aire. Tienen más o menos dos meses de edad y son unos atigrados preciosos que dan ganas de apachurrar: Mijail es muy parecido a un azul ruso, Highlander es el pelirrojo y Clarita es la de color crema que encabeza al trío.

Andrea se relaja un poco al ver que los gatos están tranquilos, así que se dedica a distraerse un rato con su celular. Justo después de encontrar un meme que le hace carcajearse de la risa, se topa con un video de una novela coreana que está a punto de ignorar, hasta que se da cuenta de que el guapo chico que aparece en él es Kim.

Se incorpora de un brinco que sobresalta a la gata y la hace bufar amenazante, por lo que tiene que quedarse quietecita mientras sigue mirando su teléfono. Cuando el video termina, Andrea lo reproduce una y otra vez intercalando su mirada entre la pantalla y Kim, que está concentrado en lo que sea que haga en la laptop.

—¿Es un actor? —murmura al tiempo que busca entre los comentarios y encuentra el nombre de la novela.

De inmediato la googlea, da con el nombre del chico y se topa con una infinidad de fotos de Kim.

—No puede ser…

Procurando no hacer movimientos ni ruidos fuertes, Andrea se levanta, se acerca a Kim, pero no le dice nada. La expresión de su rostro le borra por completo cualquier otro pensamiento que el de saber qué ha pasado. Y es que él está sentado frente a la laptop, con el rostro completamente pálido y la mirada de quien está contemplando su peor miedo hecho realidad.

—¿Kim? —lo llama y él recién se vuelve hacia ella.

Por la mirada aturdida y vacía que le dirige, Andrea adivina que sucedió algo muy malo. De forma automática deja el teléfono en la mesa y le pone las manos en las mejillas en un intento por hacerle comprender que está allí para él. Esto logra volver a conectarlo con la realidad. Kim parpadea varias veces y recién entonces parece que puede verla realmente. La palidez de su rostro se tiñe de rubor poco a poco y, aunque Andrea sabe que el miedo que vio en su expresión hace un instante no puede desaparecer así como así, Kim lo camufla lo bastante bien como para que ya no resulte evidente.

—Dime qué pasa —pide Andrea sin soltarlo.

Él niega con la cabeza incluso sin haber entendido lo que le dijo, lo que le hace saber a ella que se cerrará por completo si insiste. Sin embargo, no puede evitarlo.

—Tae Hyuk…

Not now, please —le susurra él con un tono casi suplicante.

Andrea se rinde a su pedido. Ahora, no, pero pronto se lo tendrá que contar.

Intuyendo que en este mismo instante lo que Kim necesita es un escape, Andrea lo suelta, pero no se aleja.

Are you… —empieza a decir, luego vuelve a coger su teléfono, lo mira y pregunta—. Are you Ji Chang Wook?

Kim le dice algo en coreano que le suena a “bo” y que suele usar como un “¿qué?” por lo que ella le repite la pregunta y le enseña su celular con las fotos que ha encontrado.

He’s not me. I’m Kim Tae Hyuk —responde él.

Andrea escoge una foto, la amplia y coloca su teléfono junto al rostro de Kim. Unos segundos de comparación le bastan para notar de las sutiles diferencias entre ese Ji Chang Wook y su Kim.

—Son muy parecido. He’s your brother? —insiste ella.

Kim le quita el teléfono y usa el traductor para decir:

—No somos nada. Él se parece a mí, yo soy mayor y más atractivo.

Con qué facilidad oculta sus emociones, piensa ella al ver que ha recuperado su seguridad habitual.

Siguiendo esa pequeña farsa de fingir que no ha pasado nada, Andrea busca en su teléfono la edad del actor y luego con un gesto exagerado le pregunta:

How old are you?

El vuelve a quitarle el aparato para responder:

—Ya sabes mi edad, lo dije cuando me presenté ante ajumma.

—Ah, es cierto —reconoce Andrea al recordar la vez que él conoció a su tía Dora—. A ver… thirty three? —Kim asiente con un gesto a lo que ella exclama—: You are old!

How old are you? —pregunta él fingiéndose enojado porque le dijera viejo.

Twenty eight.

Wow! You are a baby!

Of course!

Esto último le saca un falso gesto indignado a Kim.

—A ver, ya que eres taaaan mayor, debo llamarte correctamente. Karen dijo que oppa es "joven", así que…

Tras trastear en el teléfono, Andrea encuentra la palabra que, según su búsqueda, significa “señor” en coreano y se la dice muy seria al tiempo que hace una reverencia.

Ahjussi.

Kim abre los ojos exageradamente con verdadera indignación, lo que le dibuja una sonrisa en la cara a Andrea. Kim se suelta a reclamarle en coreano, lo que provoca que la sonrisa ladina de ella se ensanche. Sin hacerle ningún caso, se vuelve a despatarrar en el sillón y se dedica a mirar más fotos de Ji Chang Wook. O a fingir que lo hace.

De pronto siente la presencia de él al lado del sillón, pero no dice nada. Un instante después un cojín le cubre la cara, seguido del murmullo de Kim en un español masticado que suena a “respetar a tus mayores”.




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