—¿Qué es eso? —pregunta Andrea, pero él no responde.
No es cierto que esté ebria. Solo está un poco mareada, pero sigue lo bastante lúcida como para notar que hay algo extraño. Sin esperar a que Kim le explique, ella se acerca y le quita el papel. Es un boleto de avión.
—I will be leaving...
No lo entiende. El inglés se le mezcla en la mente.
—What?
Kim la mira arrugando la frente en una expresión triste. ¿Por qué? ¿Qué pasa?
—I will return to Korea.
Corea. Return. De pronto todo encaja. Tae Hyuk volverá a su país.
—¿Cuándo? ¿Por qué? —le suelta con una rabia inesperada—. ¡Contéstame!
La pena se acentúa en el rostro de Kim. Es como si le doliera algo. A ella también empieza a dolerle.
—¿Por qué te vas?... ¡Responde!
—Andy...
—¿¿¿Por qué??? Oye... Idiota, estás hablando en español... Why? When?
—Friday.
"Fridai", ¿qué es fridai? ¿dónde dejé ese maldito teléfono?... Fridai, fridai... ¿Viernes? ¡Sí! Fridai es viernes. Se va el viernes... Pero ¿qué día es hoy?
—Lunes. Te vas en cuatro días...
Las lágrimas empiezan a brotarle sin control. Kim le toma de las muñecas y la acerca a él, acomodándola entre sus piernas. Es tan alto que aún sentado no tiene que levantar mucho la cara para verla a los ojos.
—Why? —pregunta Andrea con un hilo de voz.
—Sorry —responde él.
Andrea le corresponde aferrándose a él con todas sus fuerzas, como si pretendiera retenerlo.
—Quédate conmigo, por favor. No te vayas...
Mientras lo aprieta entre sus brazos con fuerza, Andrea se reconoce invadida por un terror similar al que se apoderó de ella cuando creyó perderlo en medio de la manifestación.
Apenas se dio cuenta de que había entrado a ese local sola, intentó salir de allí, pero ni los dueños ni las otras personas refugiadas allí se lo permitieron. Tuvo que esperar más de media hora antes de que se aventuraran a abrirle y dejarla salir.
Andrea recorrió la avenida infinidad de veces con el terror atenazado le la garganta. Su voz se quebró cuando empezó a preguntar a por a Tae Hyuk a las personas que vio, pero se tragó el nudo que apenas le dejaba respirar y logro no echarse a llorar.
Nadie lo había visto. Un hombre asiático, demasiado alto y demasiado guapo para pasar desapercibido, se hizo hecho humo frente a decenas de personas, ¿cómo era eso posible? Claro, todo el mundo estaba ocupado intentando escapar, pero aun así... la indiferencia de la gente le hizo apretar los puños y los dientes. Eso estaba bien. La rabia era mucho mejor que el pánico. Moverse y despotricar era mucho mejor que ponerse a llorar como una niña.
Fue entonces que decidió alejarse más. Iba media hora dando vueltas en los alrededores y era obvio que allí nadie le daría razones de él. Empezaba a oscurecer y su mente era un revoltijo de ideas. Tenía que poner una denuncia. Tenía que hacer carteles y pegarlos por todos los alrededores. Tenía que llamar a Karen y a Erick para que la ayudaran a buscarlo...
Al acercarse de vuelta al punto en que se separaron, Andrea creyó reconocer una silueta alta. La ligera esperanza que se había permitido tener se convirtió en un anhelo desesperado y luego en un alivio infinito, cuando él agitó un brazo para llamar su atención.
La única vez en su vida que sintió un miedo así de grande fue cuando supo que su padre sufrió un derrame cerebral.
—No te vayas —susurra, aferrándose a Kim con toda la fuerza que tiene en un intento por disipar el eco de ese miedo y el dolor que ahora la invade—. No quiero que te vayas. Por favor, no te vayas, no te vayas...
*****
Cuando Andrea despierta se descubre recostada sobre el pecho de Kim. Conteniendo su sobresalto, se separa de él lo más delicadamente que puede para no despertarlo y sale de la habitación.
En el baño se lava cara y se la restriega con fuerza queriendo quitarse el adormecimiento en que parece sumida su mente. Tiene dolor de cabeza, pero recuerda todo lo que pasó.
Esa sensación de molestar que surgió dentro de ella cuando Kim la dejó sola en la huerta de su familia, y que ha estado cargando desde entonces, se materializó al fin cuando ella vio el boleto de avión.
Estúpida. ¿Acaso esperabas que se quedara y viviera contigo para siempre?
Haciendo un gran esfuerzo por no llorar, Andrea termina de asearse, sale del baño... Y se da de bruces contra él.
—Sorry, Andy...
Andrea intuye que Kim no se está disculpando solamente por el choque, pero solo responde con un "i'm ok".
—Andy...
Antes de volverse, Andrea se toma unos segundos para controlar sus músculos faciales y que no denoten pesar.
—You are brave —le dice con una sonrisa que pretende expresar lo orgullosa que se siente de que él haya decidido enfrentar sus demonios.
Sin embargo, Kim puede ver más allá de su pose. Se acerca un paso, pero ella retrocede por instinto y niega con la cabeza.
—No, por favor...
Andrea es consciente de que su voz rota la delata, pero ahora más que nunca necesita mantener la distancia con él. Se irá en solo cuatro días y no volverá a verlo nunca más; si quiere sobrevivir a ello sin quebrarse, debe empezar a hacerse a la idea.
Kim le esquiva la mirada, respira hondo y retrocede. Andrea se encierra en su cuarto.
Los días siguientes mantienen esa lejanía. Casi no hablan, procuran no ocupar los mismos espacios salvó para comer y se esquivan hasta la mirada. Incluso hasta el último momento conservan esa fachada de frialdad, pero Andrea se viene abajo cuando él, al verla alistarse para acompañarlo al aeropuerto, le dice que no es necesario.
—Es mejor así, yo... no soy bueno con las despedidas —explica, usando el traductor del teléfono de ella.