—¿Es en serio? El abogado Choi se volvió loco —comenta el elegante hombre de traje que se para frente a su mesa.
El café está poco concurrido, pero la gente se mantiene pendiente de la escena: a pesar de que suelen reconocerlo, se niega a ser "discreto". Ya perdió bastante como para que también deba someter su dignidad viviendo escondido.
El hombre se acerca dos pasos a Tae Hyuk y él sabe que esa reunión ni siquiera va a empezar.
—Qué desperdicio de tiempo. El abogado Choi me aseguró que me reuniría con un especialista, no con un delincuente. —declara el hombre, despectivo.
Tae Hyuk no pierde el tiempo ofendiéndose, ya está acostumbrado a ese tipo de actitud.
—¿Quieres ganar ese caso o no? —pregunta sin inmutarse.
—Lo haré, por supuesto.
—Si estás tan seguro ¿qué haces aquí? Deja la charlatanería y siéntate, hay muchas cosas que tienes que corregir...
El hombre suelta una risa burlona.
—¿Realmente pretendes enseñarme? ¿Tú a mí?
—Sabes que soy el mejor en mi campo.
—¿Qué campo? ¿El espionaje? ¿La extorsión? ¿La corrupción? No gracias, me mantengo alejado de esos asuntos. Yo sí soy un profesional de alto nivel...
—No tan alto si necesitas asesorías para ganar tus casos.
—Definitivamente el abogado Choi se volvió loco. Sin embargo, seré benevolente por esta vez y fingiré que todo esto no es más que un error.
Tae Hyuk resopla.
—Sigues sobreactuando. Cierra la boca de una vez y déjame ver tu documentación.
—Basta, Kim. Tú ya no eres un abogado, el solo hecho de que asomes la nariz en un caso es ilegal, dedícate a otra cosa. ¿Qué tal la venta callejera de comida? Es mejor eso a nada ya que ni siquiera puedes postular a una mísera oficina pública...
Tae Hyuk se recuesta un poco en la silla. Este tipo de verdad es exasperante, pero él ha aprendido a lidiar con gente así desde hace mucho.
—Es una buena idea, la tomaré en cuenta. También soy excelente en la cocina y en las finanzas, así que es muy posible que en unos años tenga un restaurante cinco tenedores. Sin embargo, tú, como mucho, podrías abrir una tienda de pollo frito. E incluso eso te daría más beneficios que ser un abogado de baja categoría... No, no, no por favor, ahórrame los insultos, incluso para eso eres torpe. Y ya que, por lo visto, sabes muy bien cuál fue mi sentencia, el hecho de que esté aquí frente a ti debería confirmarte qué tan bueno soy.
—Lo lograste gracias al trabajo y a los contactos de Choi. Sin él seguirías en la cárcel.
—Y, sin embargo, él no te pudo ayudar y te mandó conmigo.
El hombre aprieta los dientes de la pura cólera por no poder replicarle, pero Tae Hyuk sabe que dejarlo callado no es suficiente para vencer su presunción, de modo que no se sorprende cuando su ex colega le dedica una última mirada despectiva y sale del café.
Idiota engreído.
Tae Hyuk se toma el tiempo de pedir una bebida antes de irse también. Se felicita por haber escogido un lugar que suele frecuentar gente de la tercera edad, pues ahora las pocas personas a su alrededor lo apuntan solo con la mirada. Está harto de volverse tendencia en las redes sociales gracias a desconocidos que no tienen nada mejor que hacer que grabarle o tomarle fotos.
Cuando está en la calle camino a la oficina de Jung, recibe un mensaje. Es Andrea.
"Hola. Si tienes tiempo, ¿podríamos vernos hoy? Estoy en Seúl."
Tae Hyuk se detiene y vuelve a leer el texto en inglés. Convencido de que se trata de una broma o un error de tipeo, le llama.
—¿Qué quisiste decir? —pregunta en inglés.
—Ah, bueno, creí que podíamos reunirnos, pero si estás muy ocupado...
—No, no, acabo de salir de una reunión, tengo tiempo. ¿Pero no es muy tarde allá? Ya deberías estar durmiendo.
—Estoy en Seúl, Kim, te lo decía en el mensaje...
Ante el shock, la mente de Tae Hyuk se enreda.
—¿Seúl? ¿Qué Seúl? ¿Quieres decir aquí? ¿Seúl, Corea del Sur?
—Ah... sí, llegué hace poco... ¿podríamos vernos?...
De pronto parece que el mundo se detiene. Desde que volvió a su país, Tae Hyuk se la pasado dosificando sus recuerdos de Andrea, incluso después de que empezaran a comunicarse por videollamadas, y por eso nunca se atrevió a fantasear con estar físicamente cerca de ella...
—¿Aló? ¿Aló?
¡Reacciona, idiota!
—Andy, ¿realmente estás aquí? Quiero decir aquí aquí en Seúl, la ciudad de Asia…
¡¿Esta es tu reacción?!
—Sí, a mí también me cuesta creerlo, pero de verdad estoy aquí...
Mi dulce y generosa Andy…
—Entonces, ¿podemos vernos?
Y abrazarnos y besarnos…
—O tal vez estás ocupado…
Para ti, nunca.
—No, claro que no. Envíame tu dirección y voy para allá.
*****
Cuando ve a Andrea, Tae Hyuk piensa que está soñando. Ella baja la escalera del hotel hacia la recepción donde él la espera, vestida con la misma sencillez de siempre y con un gesto de felicidad al verlo que desata sus emociones: antes de que ella termine de bajar, la atrapa en un abrazo que amenaza con dejarlos sin aire a ambos.
Allí, mientras siente sus delgados brazos rodeándolo y percibe el ritmo acelerado de su corazón, se permite soltar, al fin, todos los sentimientos que el solo pensar en ella le provocaban. Los tuvo que contener durante casi dos años para no romperse de tanto extrañarla.
Cuando se separan, ella le refunfuña en español mientras se enjuga las lágrimas. Recién entonces él se da cuenta de que también tiene los ojos húmedos.
—¿Estás insultándome? —le pregunta al tiempo que le acomoda unos mechones.
—¡Por supuesto! Ni una llamada, ni un mensaje, ¿sabes cuán preocupada estaba? Ahora sí me tendrás que contar todo con detalle.