Esto no es un drama coreano

40. Maldito traidor

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Al día siguiente, tal como lo prometió, Tae Hyuk recoge a Andrea temprano, después del desayuno, y la lleva a recorrer Seúl. Ya que ella ha visitado el día anterior el Palacio Gyeongbokgung, el decide llevarla al Santuario Jongmyo y terminar cenando luego de pasear por el puente Banpodaegyo.

Al día siguiente le toca el turno a la plaza Gwanghwamun y al acuario COEX, en dónde se lleva una sorpresa al encontrarse con Jung.

Aprovechando que se encuentra a varios metros de ellos, Tae Hyuk toma a Andrea del brazo y finge no haberlo visto; le gusta demasiado pasar tiempo con ella como para permitir que su amigo haga mal tercio. Sin embargo, apenas avanzan unos metros cuando este se les planta en frente.

—¿Creías que no te había visto, dongsaeng? Es una suerte que me dijeras la hora en que planeaban venir —le reprende en coreano—. Ya que tú nunca me la ibas a presentar tengo que hacerlo yo mismo…

—¿Jung? —le interrumpe Andrea.

Lo que le faltaba, ahora ella lo reconoce. Y, conociéndola, seguro lo va a invitar a unirse a ellos. Tae Hyuk resopla.

—Sí, Andy, es un placer conocerte en persona —le dice Jung en inglés, sabe que ella solo entiende ese idioma.

Lugo le tiende una mano que ella estrecha con entusiasmo por un tiempo que Tae Hyuk considera muy largo.

—Entraremos ya, no queremos entretenerte. Sé que estás muy ocupado —se apresura a decir.

—No te preocupes, me tomaré un descanso por hoy. Espero que no te moleste que los acompañe, Andy.

—No, para nada.

—Me alegro, por un momento pensé que mi querido dongsaeng te quería para él solo…

Tae Hyuk va a soltarle un improperio, pero se contiene por Andrea, que parece un tanto avergonzada. Jung hace un ademán de andar y ella lo sigue, pero Tae Hyuk la dirige hacia otro lado aprovechando que Jung se ha adelantado unos pasos.

—Oye, espera, ¿qué haces? —interroga ella frenándolo.

—Tenemos que perderlo de vista.

—¿Qué?

—Él se invitó solo, no es bienvenido.

Andrea lo mira con la sorpresa de quien está presenciando el berrinche de un adulto y termina arrastrándolo del brazo para alcanzar a Jung. Un poco después, Tae Hyuk, fastidiado por la inoportuna presencia de su amigo y por la curiosidad con la que Andrea lo observa, le reclama:

—Deja de mirarlo, lo vas a gastar.

—Es que se me hace conocido —le explica ella—, él también se parece a un actor, pero no recuerdo su nombre... ¿todos tus amigos son tan guapos?

Tae Hyuk se detiene y la observa completamente indignado. No ha hecho ni un solo comentario sobre él después de casi dos años de no verse cara a cara, pero con qué facilidad se larga a halagar al soso de Jung.

—Andy, necesitas ir al oftalmólogo —declara—. Mírame, yo soy atractivo, él parece un colegial sin gracia.

Andrea lo observa con una mirada incrédula, pero él no tiene tiempo de argumentar sobre la superioridad de su belleza.

—Vamos o se acabarán los boletos —los apremia Jung, inoportuno para variar, desde el par de metros que se ha vuelto a adelantar.

Andrea toma a Tae Hyuk de brazo nuevamente y lo hace andar.

—Él también es muy atractivo —murmura de pronto, por lo que Tae Hyuk le responde sin pensar:

—Es gay.

A ella la sorpresa de esta afirmación le hace poner una expresión atolondrada adorable.

En cuanto se reúnen de nuevo con Jung, Tae Hyuk sonríe con malicia.

 

*****

 

Tae Hyuk no tenía intención de incluir un acuario en el itinerario que preparó, sino que fue Andrea quien se lo pidió pues en su país no existía ninguno. A pesar de lo impresionante que resultaba el acuario del Centro Comercial COEX, él no estaba tan seguro de que fuera un destino que valiera mucho la pena, sin embargo, cambia de opinión al ver la expresión de Andrea ante los enormes tanques repletos de exóticas especies marinas. Su asombro por la infraestructura del lugar es casi tan grande como la impresión que se lleva al ver frente a ella a solo un vidrio de distancia a enormes escualos y criaturas de formas y colores impresionantes. Casi al final del recorrido, cuando pasan por el túnel submarino, se queda pasmada en la entrada mirando la bóveda transparente sobre la que se pasean grandes mantarrayas y tiburones.

—Vamos, no van a caer sobre ti —le susurra Tae Hyuk logrando que ella se sobresalte.

—Es increíble…

—Lo mejor viene cuando estás al medio. Vamos.

Andrea empieza a caminar aferrándose a su brazo, intimidada ante la majestuosidad de la escena a su alrededor.

—Parece que estuviera dentro del mar —murmura con un ligero matiz temeroso, por lo que Tae Hyuk libera el brazo que ella le sujeta para pasárselo sobre los hombros y atraerla hacia él.

Ella no parece darse cuenta del cambio, pues continúa observando a los animales, embelesada. Pero el que sí se percata de todo es Jung, pues le muestra los pulgares hacia arriba y le murmura “impresionante” en coreano.

Tae Hyuk decide ignorarlo, todavía no le perdona que Andrea lo considere tan guapo como él.

—Todavía sigues impactada —dice Jung, ya a la salida del acuario observando a Andrea.

—Sí, nunca había visto algo así, en mi país no hay acuarios.

—¿En serio?

—Sí. Y hay centros comerciales, pero no como esto…

Tae Hyuk deja de escucharlos ante el grito de un hombre:

—¡Maldito traidor!

De inmediato Jung también deja de prestar atención a Andrea y se vuelve a mirar a Tae Hyuk con expresión interrogante. Ambos saben lo que significa esa arenga, que empieza a repetirse y a escucharse más cerca, de modo que conducen a Andrea en dirección contraria con paso presuroso. Pero no son lo bastante rápidos para esquivar al hombre alterado que se planta frente a ellos con ademán furiosos.




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