Esto no es un drama coreano

41. Eres el más valiente

Instalada ya en la habitación que le han cedido, Andrea no deja de darle vueltas a todo lo que le contó Tae Hyuk. Tiene ganas retomar la conversación, que interrumpieron definitivamente cuando apareció Jung, de modo que se levanta y va a la sala y se sorprende al encontrar a Tae Hyuk profundamente dormido en un sofá, pues apenas hace un rato se acostaron.

Andrea se acerca a él y se agacha arrodilla justo frente a su rostro. No tiene más que unos segundos para contemplarlo pues Jung se aparece y se sobresalta al ver notar su silueta en la oscuridad. Andrea le hace señas para que no diga nada, no quiere despertar a Tae Hyuk, y ambos terminan yendo a la cocina, que está separada de la sala por una barra americana.

—Casi me matas de un susto. ¿No puedes dormir? —le pregunta Jung, señalándose unas banquetas altas.

—No. ¿Tú tampoco? —pregunta Andrea sentándose.

—Estaba despierto revisando algunas cosas del trabajo —contesta él al tiempo que abre la refrigeradora—. ¿Té o café? Si tienes hambre puedo prepararte un poco de ramen.

Andrea sonríe. Seguro que solo sabe cocinar lo suficiente como para preparar comida empaquetada.

—Un poco de té estará bien, gracias.

Jung trastea un poco entre los modernos artefactos de su cocina y termina dejando frente a ella una taza de té caliente. Andrea se lo recibe agradecida.

—Entonces, Andy, ¿por qué viniste? —pregunta él de pronto, como si hiciera un comentario casual.

—Quería conocer Corea y ver a Ki… a Tae Hyuk.

Jung suspira y se acomoda frente a ella en otra silla alta y con su taza.

—Qué envidia. Ese sinvergüenza te tiene a ti, y un tipo estupendo como yo no tiene a nadie.

Andrea sonríe y le da un sorbo a su té. Jung le cae muy bien.

—Pronto encontrarás un buen novio… —le dice y ve como el amigo de Tae Hyuk se envara en su asiento y abre los ojos desmesuradamente, considerando lo rasgados que los tiene.

—Ese bastarte que dijo que yo…

—Sí, pero no le creí, solo estaba bromeando —se apresura a explicar ella.

—Andy, Andy, eres tan terrible como él… ya veo por qué se gustan. Voy a seducirte solo para disfrutar viendo cómo se retuerce de celos…

—Wow, dos coreanos guapos peleándose por mí es el sueño de mi vida.

Jung rompe a reír por lo que Andrea le hace gestos para que intente contenerse. Ambos miran a Tae Hyuk, que no se ha movido ni un poquito, y vuelven a reír, esta vez lo más silenciosamente que pueden. Un momento después, cuando la risa se desvanece, Andrea le pide la contraseña de su wifi. Él se la da y tras un rato más conversando, ambos regresan a sus respectivas habitaciones.

Andrea se recrimina el no habérsele ocurrido buscar respuestas en internet antes. Pelea casi una hora con el buscador de su teléfono (que está todo en coreano) para pasar sus búsquedas de alfabeto latino al hangul y luego traducir los resultados locales al español, o por lo menos al inglés. Poco a poco le va cogiendo la maña y logra leer las noticias relacionadas al caso de Tae Hyuk.

Los detalles que encuentra solo complementan lo que él le contó, pero lo que supone un shock para ella son los videos: El de los juicios, el de la sentencia, las expresiones de repudio de la gente y el acoso de la prensa le generan un gran malestar, pero es un video de él pidiendo perdón lo que le estruja el corazón. Tae Hyuk aparece vestido con un uniforme, de rodillas delante de un grupo de personas en una reverencia tan profunda que le falta poco para tocar el piso con su frente. Apenas habla unos segundos con la joven mujer entre ellos y luego esta pasa por su lado con la mirada de repudio que se le daría a un delincuente.

Al parecer esa escena fue en un lugar público pues hay muchas versiones de ella en video: Andrea encuentra una en el que se ve el momento en que Tae Hyuk corre hacia ese grupo de gente de forma que pareciera un preso dándose a la fuga. Unos guardias lo siguen y lo reducen con violentos golpes en la espalda y las piernas; es así como termina arrodillado. Jung también está allí, pero no puede hacer nada por él.

Andrea reproduce el video una y otra vez a pesar del dolor que este le causa. Al traducir los comentarios, despectivos en su mayoría, descubre que esa mujer es la hija de la pareja ejecutada y entonces comprende por qué su orgulloso Kim se ha postrado ante ella.

Poco después, con una congoja que se instala en todo el cuerpo, vuelve a la sala, aunque esta vez se encuentra a Tae Hyuk despierto.

—¿No puedes dormir? ¿No estás cómoda? —le pregunta él, acercándosele al darse cuenta de su presencia. Andrea lo abraza y oculta la cara en su pecho sin responder. Aunque sorprendido, Tae Hyuk la rodea también con sus brazos.

—Andy, ¿estás llorando? —pregunta de repente y ella niega con la cabeza sin hablar. Si lo hace se delatará—. Entonces déjame verte.

Andrea se aferra con más fuerza a él y hace un esfuerzo por contestar:

—Tuve una pesadilla. Sobre el día que te perdiste.

Tae Hyuk no vuelve a intentar separarse de ella, sino que, en su lugar, la estrecha más y le acaricia la espalda.

—Imposible perderme teniendo a mi salvadora aquí —le murmura.

Andrea piensa, con dolor, que ojalá lo hubiera salvado también de lo que vio en esos videos. Por primera vez, se cuestiona si habría insistido tanto con que debía hacer lo correcto de haber sabido todo por lo que iba a pasar. Y es que resulta muy fácil hablar de justicia cuando no es alguien a quien amas quien debe soportar un castigo tan duro. Tal vez, por evitarle la humillación, el descrédito y el desprecio, Andrea habría roto sus propios principios y lo habría mantenido en su ciudad, a salvo de cualquier juicio.

Tú si sabías lo que vendría y a pesar del miedo que tenías, volviste y lo aceptaste todo.

—Si yo me pierdo, te toca a ti buscarme —susurra y de inmediato percibe un cambio. Él deja de acariciarla para acurrucar el rostro en su cuello—. Eres el más valiente de los dos, Tae Hyuk.




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