No vendrá. Vete de una vez.
Tae Hyuk no se mueve. Tiene muchas razones para creer que el rechazo de Andrea es definitivo, pero no pudo evitar esperarla en el aeropuerto de todos modos. Lleva allí más de una hora pues el vuelo se ha retrasado y, con cada minuto que pasa, la certeza de que ella no vendrá se le va incrustando en el cuerpo como una daga venenosa.
¿Y si regresó con su ex? Después de todo fue muy importante para ella... ¿Y si todavía seguía enamorada de ese hombre y confundió con sus sentimientos por él? Tal vez no lo quiere en realidad. Ahora que lo piensa, ella nunca le ha dicho que lo quiere. Es cierto que para Tae Hyuk esto resultaba evidente, sobre todo tras su visita a Corea, pero pudo haberse equivocado.
¿No le dijeron sus propios amigos que ella se aferraba a las personas y a los animales con facilidad? Además, él mismo lo comprobó durante su convivencia. ¿Y si solo era apego? ¿Y si el que se enamoró fue solo él en realidad?
El cuerpo le pesa. Sabe bien lo que es el desánimo, pero nunca ha experimentado una decepción amorosa. Es más, nunca antes se había enamorado, así que la idea de no ser correspondido por Andrea le invade de una desazón tan grande que le quita hasta las fuerzas para seguir deambulando. Con el corazón cada vez más adolorido, Tae Hyuk se acerca a una baranda para apoyarse.
No vendrá. Resígnate. No la mereces...
Alguien le toca el hombro. Tae Hyuk se vuelve y de pronto una explosión de energía estalla en cada poro de su piel. Tras el ramalazo de adrenalina, le invaden unas ganas de llorar de alivio.
—¿Por qué no contestas tu teléfono? Te estado llamando y dejando mensajes como loca...
Andrea sigue reclamándole, pero él no escucha. Todavía no puede creer que ella realmente está allí frente a él. De repente le invade la terrorífica sensación de estar alucinando y la abraza. La firmeza de su cuerpo pequeño le produce un alivio infinito. Sí está allí, no está imaginándola.
—Pensé que no vendrías...
—No iba a hacerlo, no alcancé el vuelo.
Tae Hyuk se separa de ella confundido.
—Entonces cómo...
—Compré otro boleto. O, mejor dicho, me lo compraron.
—¿Quién...?
—Te lo contaré después. Ahora quiero dejar claro algunas —Andrea toma aire—. Primero: puedo ser feliz sin ti. Puedo tener una vida en la que tú no estés y ser perfectamente feliz...
—Lo sé —responde Tae Hyuk temiendo el sentido que toma la conversación.
—Me mandaste el boleto diciendo que querías mi felicidad, como si solo pudiera lograrla estando contigo.
—No quise decir eso —aclara él de inmediato—. Esa no fue mi intención en absoluto. Si no te enviaba el boleto y al final sí querías venir, lo hubieras dejado pasar. Lo que quería era que tuvieras la oportunidad de decidir... incluso si retomaste tu relación con tu ex novio...
—No lo hice.
—¿De verdad?
—Sí. Está pasando por un mal momento y lo estuve acompañando. Además, él todavía quiere a su esposa y yo te quiero...
El sol resplandece frente a Tae Hyuk. Los ruidos se convierten en melodías armoniosas y toda la gente alrededor se torna hermosa como los ángeles.
—Tú me quieres —se atreve a repetir él con la felicidad bailándole en las pupilas.
Andrea no responde, pero sus mejillas se colorean. Tae Hyuk se muerde los labios para contener sus ganas de besarla.
—Segundo: esto es un periodo de prueba —continúa ella—. Solo serán dos semanas porque no puedo dejar más tiempo el trabajo. Luego de eso decidiré qué es lo que quiero de esta relación.
Una sonrisa enorme se abre paso en el rostro de Tae Hyuk.
—Tenemos una relación —repite, disfrutando de decirlo.
—Estoy dando por hecho que sí, aunque nunca me lo has pedido debidamente...
Tae Hyuk no duda un instante y se arrodilla frente a ella.
—Cásate conmigo —le pide tras tomarle de las manos.
La cara de Andrea enrojece hasta su máxima expresión y ella mira en derredor con un rostro que más parece de miedo que de emoción.
—¡Te dije que era un periodo de prueba! —reclama ella entre dientes, halándolo, ante la mirada curiosa de las personas que presencian la escena.
—¿No es así como lo hacen en las películas?
—¡Esto es la vida real! Dios, nos siguen mirando... Vámonos de una vez...
Andrea empieza a caminar en una dirección cualquiera. Tae Hyuk la sigue de inmediato.
—¿Y las demás cosas que quieres dejar claras?
—Te las diré luego.
—Acepto todo.
—Ni siquiera sabes de lo que se trata.
—No importa, lo aceptó todo siempre y cuando te quedes conmigo.
—Solo por dos semanas, y como periodo de prueba.
—Como sea, Andy, yo solo quiero estar a tu lado —ella se detiene al fin—. Cuando esta "prueba" termine, podemos empezar otra y otra y así indefinidamente. Pero me gustaría saber de qué tipo es está relación que tenemos.
—Supongo que es algo así como un noviazgo...
Tae Hyuk resplandece. Está seguro de que, ahora mismo, su alegría debe estarle haciendo emanar algún tipo de brillo.
—Entonces se permiten abrazos —declara acercándose a ella y tomándola de la cintura por primera vez, para su propio deleite y para sorpresa de ella —Y besos —insiste acercándose a sus labios, pero desviándose a su mejilla provocadoramente— Y caricias —le susurra al oído.
—Depende de qué tipo —responde ella con la voz algo temblorosa.
Tae Hyuk se separa con una sonrisa felina y una intención atrevida.
—¿Quieres comer ramen? —le pregunta y nota su desconcierto.
—Pues... Sí, ahora que lo dices tengo hambre.
Tae Hyuk le acomoda un mechón de cabello y le acaricia el rostro satisfecho de comprobar que sigue sin conocer ciertas costumbres de su país.
—Mi dulce e inocente Andy, solo puedes comer ramen conmigo, ¿está bien?
Ella ladea ligeramente la cabeza, confundida, y él ya no puede resistir sus ganas de besarla. Cuando la delicada exploración que hace de sus labios empieza a convertirse en una invasión más efusiva, Tae Hyuk se aparta.