—¿Cuál es el chiste de celebrar ahora si se casaron hace meses?
—Te recuerdo que ninguno de nosotros estuvo entonces. Además, ¿te parece poco que hayan arreglado al fin lo de su residencia? Los pobres se la han pasado de acá para allá…
—¿Te das cuenta de que ahora tu hija y tu adorado yerno se van a establecer aquí? Ya no los vas a ver cada tantos meses.
—Puedo venir a verlos siempre que quiera. Mi adorado yerno ha preparado un cuarto especialmente para eso.
—Es increíble lo fácil que te compró…
—No te hagas, Dora, que tú eres la primera en pedirle que te prepare ese kimche.
—Kimchi.
—Eso.
—Es muy rico.
—Es demasiado picante.
—Por eso es rico.
—Par de loras…
—¿Qué dijiste?
—Nada amor…
—Sí, cuñadito, dijiste algo.
—¿Yo?... Ah… ¿la amiga de Andrea está esperando su turno para bailar con ella?
—No creo… aunque puede ser, esa chica es una loca. Me sorprende que no haya traído su perro consigo, va con él a todos lados.
—Sí se lo iba a traer, hermana, pero se le complicaron los tramites. Además, solo se va a quedar cinco días y le salía más a cuenta dejarlo en un hospedaje.
—¿Un hospedaje para perros?
—Ajá. Igual hizo su prima, la de los lentes y vestido azul. Dejó a sus cuatro gatos en un hotel de lujo para mascotas.
—¿Y cómo te enteraste?
—Mi Andrea me lo dijo.
—¿Y por qué a mí no me contó nada?
—Porque tú eres su tía. Yo soy su mamá.
— Yo también soy su mamá. La amamanté cuando tú no tenías leche, vivió conmigo desde los doce…
— Oye, eso no significa que te regalé a mi hija…
—Ya empezaron… Ya, ya, Andrea tiene dos mamás, listo. Ahora lo importante es que disfrute su fiesta.
—¿Tú crees que sea feliz, amor?
—Espero que sí, creo que él es un buen chico.
—Y cocina muy bien.
—Solo piensas en comer, Dora.
—Tú no digas nada, cuñadito, que te lames el plato cuando él cocina. Encima, a ti también te compró fácil la última vez que fue a tu casa, cuando arregló esa radio tuya que ya debería ir al chatarrero.
—Nada de chatarrero, si la hizo funcionar es porque todavía vale.
—Miren, miren, la amiga de Andrea está despachando a mi Leo… ¡de verdad piensa bailar con ella!
*****
—Me toca —dice Karen tocándole un hombro al hermano mayor de la novia para que le ceda el lugar.
—Tú tendrías que bailar con el novio —le dice él, sorprendido.
—Lo haré después —responde Karen lo que hace que él la mire extrañado al apartarse—. Qué anticuado es tu hermano.
Andrea sonríe.
—¿En serio vas a bailar conmigo?
—¡Claro! —y se acomoda con ella tal cual estaba con su anterior pareja de baile.
—Estás muy loca —declara Andrea siguiendo el ritmo del clásico valz de bodas que suena.
—Soy una mujer moderna, niña. Además, tengo algo que confesar —Karen toma aire—. Nunca me contaste los detalles sobre los problemas legales de Kim, pero averigüé por mi cuenta, y las personas de la embajada que vinieron a preguntar por él me contaron algunas cosas… El asunto es que pensé que era alguien peligroso, por eso lo quería lejos de ti. Digamos que lo presioné un poco para que se fuera… No me mires así, no lo amenacé ni nada, tampoco lo delaté con la embajada, aunque ganas no me faltaron… Bueno, lo que quiero decir es que no debí meterme en sus asuntos, pero pensé que era un mafioso o algo así, y encima te dejó botada un año sin dar señales de vida…
—Te dije que era bueno —dice Andrea.
—Sí, pero eso fue recién cuando regresaste. Y como estabas enterita supuse que no debía ser taaan peligroso después de todo.
—Karen, no sé si reírme o dejarte de hablar.
—¡Ríete! Todavía me cae un poco antipático tu Kim, pero me muero por saber cómo logró que BTS me mandara saludos por mi cumpleaños. Nunca me lo dijo. Pregúntale. Y si puede hacerlo otra vez no me opongo en absoluto.
—No tienes remedio —contesta Andrea con una sonrisa.
—Oye, si yo fuera tú me habría quedado con su amigo. ¡Es tan lindo!
—Tae Hyuk también es lindo.
—No cuando te mira como un sicario…
—¡Él no hace eso!
—Claro que sí. Pone una cara amenazante, así, y parece que en cualquier momento va a sacar su arma para pegarte un tiro… Da miedo… ¡El amigo guapo nos está mirando! ¿Cómo se llamaba?
—Choi Jung Hwa.
—Jung Hwa… ¿Te imaginas que yo también me case con un coreano? Sería lo más justo. A mí me gustaron antes que a ti… ¡Sigue mirándonos!
—Todos nos están mirando, estás bailando conmigo en vez de hacerlo con Tae Hyuk.
—Qué aguafiestas eres. De repente le gusto…
—Entonces también debes gustarle a Erick porque él también está mirando para acá.
Karen se pone tiesa lo que provoca que pierdan el paso y se tropiecen.
—¡Concéntrate! —reclama Andrea—. El fotógrafo está grabando todo así que, si vamos a bailar juntas, hay que hacerlo bien.
—¿De verdad nos está mirando?
—Sí. ¿Por qué no vas y arreglas las cosas con él de una vez?
—No hay nada que arreglar, Erick ya no me importa.
—Pues qué bueno porque acaba de entrar a la casa con la mesera. Esa pelirroja tan bonita que lo está rondando desde hace rato…
Andrea no ha terminado de hablar y Karen ya salió disparada en dirección a la casa.
*****
—De ninguna manera —declara Tae Hyuk—. En Corea estarás completamente sola, no habrá nadie que cuide de ti…
—¿Y qué soy yo? —replica Jung.
—Tú estarás ocupado con tus asuntos. No podrás hacerte cargo de mi madre.
—No soy una niña, Tae Hyuk, no necesito que se hagan cargo de mí. Solo serán dos meses...
—No, madre.
—No te estoy pidiendo permiso.