Ya llevaban más de dos horas viajando en el avión y aún no llegaban. No era que ella estuviera ansiosa, pero quería alejarse lo más que pudiera de todo recuerdo alemán. El cielo se veía horrible, las nubes eran demasiado blancas, ni siquiera se veía el sol, el asiento era incomodo, su compañero de asiento tenía una horrible sonrisa en el rostro mientras sostenía un folleto en las manos y no dejaba de hablar de lo excelente que lo pasarían. Un mes varados en unas roñosas islas. No era su definición de diversión ¿Pero que lo seria? No importaba a donde iban todo lo vería en banco y negro. Sin color. Sin chispa.
Este mes iba a ser el peor de su vida.
—Vamos Solecito, levántate —pidió Nicolás con una voz tan animada que solo le daba nauseas
—No puedo —aviso agarrándose el estómago—. Creo que algo me cayo mal —habló aún estando en la cama—. Ve tú.
—No me iré sin ti —habló dejando caer una mochila—. Si tú estas mal yo me quedose hizo un lugar en la cama y se sentó—. Mañana podemos verlo, lo...
—Solo ve mi amor —pidió tratando de sonar dulce—. De verdad. —Se volteó y o miró a los ojos—. Sé que querías ir, quiero que seas feliz. ¿Sí? —Odiaba sonar tan estúpida, Nicolás no se veía tan convencido—. Si tú estas bien yo estaré bien, de verdad —aseguró dándole un pequeño besito en los labios—. Solo es... —No pudo aguantar más y en menos de lo que creyó estaba en la boca del escusado vomitando.
—No te puedo dejar sola en este estado —mencionó acariciando su espalda.
—Tranquilo no es nada —su voz era demasiado temblorosa para ser convincente—. Solo necesito dormir un poco —habló levantándose en dirección a la cama—. No quiero sentirme culpable por no dejarte ir, de verdad, estaré bien. —Subió a la cama envolviéndose en las frazadas mientras le daba una mirada perezosa—. Solo ve amor, diviértete.
Nicolás le dedico una pequeña sonrisa, le dio un beso en la frente, cogió la mochila y ya parado en la puerta mencionó.
—Te amo Solecito, mejórate. —Ella solo dio una sonrisa en respuesta, a los pocos segundos la puerta se cerró.
Bien ahora que él estaba fuera del camino podía empezar su plan. Ella vino para eso y eso haría. Rápidamente se levantó de la cama. Se dio un duchazo y se puso algo atrevido. No le tomaría mucho decidir con quien lo haría, cualquiera seria bueno en tanto le sacara a Jacob de la cabeza. Ella sabía bien donde buscar ¿Qué mejor que un bar para disfrutar de sexo sin compromiso? Claro tal y como con Jacob ¿Así planeas olvidarlo? La pelirroja refunfuño. No haría caso a su conciencia. No se le arruinaría esta vez.
Una vez allí, se sentó en un banco cercano a la barra y pidió una bebida. Cualquier cosa con licor sería bueno. Tres días en penitencia fue demasiado.
—Hola hermosa —una voz varonil, primera victima del día, una sonrisa invadió esos labios rojos carmín.
—¿Qué tal... —las palabras se quedaron atascadas en la boca por unos segundos.
¿Era él? Hombros anchos, mandíbula con un leve rastrojo, ojos café, cabello negro azulado y una sonrisa coqueta. Era él. Pero... Ella sabía que tenía negocios ahí, pero encontrarse tan rápido, él era una persona ocupada, esa fue la razón para tener todos sus encuentros en un nada cómodo escritorio. Además de dejarlo vagamente lloriqueando, era sospechoso que fuera junto a ella y tuviera tanta amabilidad y cortesía. Tendría que tener cuidado.
—No creí que me hablarías. —Cruzó las piernas mientras cogía el vaso que el mesero había colocado junto a ella.
—No soy una persona rencorosa. —Tomo asiento junto a ella sin despegar la vista de esos provocadores labios.
—Eso no dijiste la ultima vez que nos vimos —vaciló sorbiendo un poco de su bebida, Bastián era atractivo, muy atractivo .
—Tampoco soy de piedra primor —avisó con una sonrisa cínica mientras pedía algo al mesero—. O no estaría hablando aquí contigo
Piedra Claro. Nadie es de piedra. Excepto Jacob, él puede serlo cuándo quiere. Espabila, no estamos hablando de él.
—Sin rencores. —Se levanto y se sentó en las piernas de aquel hombre, por desgracia la sensación no fue nada agradable.
—Sin rencores. —Posó las manos en la cintura de la pelirroja—. Ya estas olvidada. —Por mucho que no le gustará, la mirada del hombre reflejaba una cosa totalmente diferente.
—Huao... gracias. —Si tan solo ella pudiera olvidar con tanta facilidad—. ¿Qué tan olvidada estoy?
—Tanto como quisieras estarlo —manifestó mientras acariciaba sus piernas, en otra ocasión la hubiera excitado, ahora solo quería salir corriendo.
Estaba claro que tendría que poner de su parte si quería que esto funcionará.
***
Esto no estaba tan mal. Quizá solo necesitaba más tiempo para acostumbrarse. Quizá esa cama era muy dura. Quizá solo quería salir corriendo. La puerta sería una buena vía. Aún no estaba desnuda del todo. No. Ella se había propuesto follar con otra persona y disfrutarlo. Eso es justo lo que haría.
No. No utilizaría eso. No utilizaría el recuerdo de Jacob para que fuera más llevadero. No caería tan bajo. Ella tenía a un hombre muy atractivo y en extremo caliente besándola con morbo y pasión. Debía ser suficiente para excitarla. Debía disfrutarlo. No lo hacía. Esos besos estaban mal, no le gustaban, detestaba el rastrojo de barba recorriendo su piel, la irritaba. No es su culpa. No era fácil disfrutar cuando sientes como una lija recorre tu piel. Claro, con cierta personita no tenías ese problema.
Trato de acariciar ese oscuro cabello, solo empeoró, ese cabello no tenía el color correcto, ni la textura correcta, ni la forma correcta; probó con besarlo, esa piel no sabía bien, esos labios no sabían a miel, simplemente la sensación desquiciante de no dejar esa boca no estaba ahí, al contrario lo sentía como trabajoso, mantener la boca pegada a la de él era... era asqueroso. En definitiva no estaba saliendo como lo había planeado.
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Editado: 11.06.2022