Eva busca felicidad

2.1

El dormitorio que alquilaba solo parecía decente por fuera. En realidad, hasta las Tortugas Ninja tenían mejores condiciones. Al llegar a “mis aposentos” cruzaba pasillos con paredes descascaradas llenas de insultos mal escritos. Mala iluminación. Una cocina hedionda donde siempre estaba una pareja de borrachos. Un baño compartido al fondo del pasillo y una ducha comunitaria.

Gracias a Dios me tocó baño privado: un cubículo comedor-habitación estrecho con lavabo y váter, metido a empujones entre la mesa y el sofá. Algunos dirían que es una miseria, yo lo llamo diseño racional del espacio. Es muy práctico salir de la ducha y tirarse directamente en la cama. ¿Y el resto? ¿Qué más da? No podía permitirme algo mejor. Por ahora.

Me preparé una infusión y me quedé mirando el vapor, intentando encontrar alguna razón para no deprimir. Luego recordé la barra de chocolate que quedaba… ¡ya era una buena cena! Decidí que encender la vela perfumada haría un ambiente romántico, aunque fuera solo para mí.

Encendí la música, apagué la luz. Bastante bien. La llama pequeña danzaba frente a la ventana y proyectaba sombras temblorosas en el techo. Hacía un aroma entre sándalo y miel. Di un sorbo de té imaginando que era un vino caro, y cerré los ojos.

Ah, cómo desearía estar en el lugar de esa rubia... pero sin el jefe cerca. No soy una escort ni nada, solo quería disfrutar un poco de lujo. Primero pediría una cena digna: no ostras, sino algo caliente y reconfortante—un buen borsch con puré y croqueta. Mmm... Luego nadaría en esa piscina, y al final me tiraría en la cama y dormiría como una piedra. ¡Sin alarmas!

El cansancio me venció y perdí contacto con la realidad.

Entonces, el jefe salió de la ducha. Vestía como Aladdín—pero no el mendigo, más bien el príncipe encantador. Túnica blanca bordada en oro, turbante, figura… y un enorme sable en la cintura. Supongo que para verse más rudo.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, retrocediendo hasta la pared.

Ahmed me miró con ojos ardientes.

—He venido a salvarte, cariño.

—¿De qué? —miré a mi alrededor, éramos solo nosotros.

—De la pobreza. Pagaré tus deudas...

—Ah... vale.

—También cubriré los servicios.

—Sigue... no te pares.

—Abriré un depósito a tu nombre. Pero primero, voy a bailar para ti.

Sacó el sable y empezó un extraño baile: mezcla de gopak ucraniano, danza oriental y striptease.

Me ardía la cara. Se me secó la boca, el corazón galopaba.

No, no era excitación. Tampoco era un sueño.

Abrí los ojos y vi que mi calcetín estaba en llamas. La cama, las cortinas, hasta las paredes ya ardían. El humo negro invadía el cuarto y me quemaba los ojos. Entré en pánico.

—¡Fuego! —grité, agitando una sábana—. ¡Auxilio!

Pero solo lo avivé. Pensé en lo más valioso... ¿el secador? ¿Las botas? ¡El pasaporte! Tomé todo y salí corriendo.

Golpeé puertas hasta despertar a los vecinos.

—¡Salgan! ¡Se está incendiando! —rugí.

—¿Llamaste a bomberos? —preguntó el beodo de la cocina.

Miré mi celular:

—No...

—¡Tonta! —bufó él.

En minutos, todo el edificio estaba afuera, viendo a los bomberos apagar el incendio: un espectáculo digno de cine.

—Solo ardió una habitación —oyí—. Fue leve.

Mi habitación. Con todo dentro. Ahora no tenía nada. La dueña ni se enteraba aún... seguro me va a exigir compensación. ¿Cómo sucedió esto? ¿Karma instantáneo por robar la vela? Prometí no robar más... ni siquiera papel higiénico.

Al final pudimos volver adentro. Pero yo era oficialmente una sin techo.

—Yuli... —murmuré al teléfono, llamando a mi amiga. Primero pensé pedirle una cama, pero no tengo cómo llegar. Y además estoy en pantuflas—. ¿Podés pasar por mí?

—¿Dónde estás?

—En un pozo de mierda.



#551 en Novela romántica
#236 en Chick lit
#135 en Otros
#71 en Humor

En el texto hay: embarazo, jefe y empleada, ceo millonario

Editado: 05.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.