12 de Febrero del 2019
No tuvimos la más bonita de las historias, para empezar, no sé por qué te fijaste en mí.
Recuerdo que la primera vez que te miré me llamó la atención solo tu gorra de Pokémon, sinceramente no te consideraba una persona llamativa por sí misma, solo cuando comenzabas a bailar o bromear. Ese día no hablamos, ni siquiera supimos nuestros nombres, yo tampoco fui relevante en tu vida hasta dentro de unos meses después, cuando comenzaste a hablarme por WhatsApp.
No hablábamos seguido, ni de cosas trascendentales, me preguntabas por mi día y por educación hacía lo mismo, porque me parecías simpático, era agradable conversar con alguien de vez en cuando. Recuerdo que salimos con nuestros amigos al zoológico, habías prometido llevarme pollo frito, pero realmente no nos conocíamos oficialmente en persona, cuando llegaste ese día no te hablé y no me hablaste, supuse que te daba pena y a mí también, no tenía la costumbre de hablar con las personas, bien sabes que nunca he sido una persona muy sociable. Despedimos ese día siendo extraños nuevamente, pero tiempo después preguntaste en el grupo de WhatsApp de nuestros amigos si yo había ido con ustedes al zoológico.
No sabias quien era yo y cuando te describieron mi apariencia concluiste con un "Ah, la llenita cabello rosa" me burlé diciendo que era una forma de llamarme gorda, pero en nuestro chat privado expresaste tu alegría de saber por fin quien era, igualmente no hablábamos mucho, pero me hablabas de vez en cuando para hablar del día y en ocasiones lamentándote sobre la chica que en ese entonces te interesaba.
Llegó la fiesta de Halloween, me disfracé de Coraline y mi disfraz te gustó, nos tomamos nuestra primera foto y para ese entonces ya te consideraba un amigo, me agradabas, te consideraba una persona muy amable y eso siguió en pie tiempo después, porque me apoyaste con mis problemas familiares, todos ustedes lo hicieron, tú y nuestros amigos, me animaban y mi vida era alegre cuando estaba con ustedes. Me gustaba la sensación de ser querida y aceptada por fin por ser quien yo era.
A partir de la ocasión en que fueron a mi casa nos hicimos más cercanos, hablábamos seguido, me consolaste cuando mi perro murió y hablamos por teléfono hasta la madrugada porque no querías cortar la llamada a pesar de que ya era muy tarde. Esa vez me invitaste a salir excusándote en que pronto sería mi cumpleaños, estabas de vacaciones y me invitaste al zoológico un lunes, un día antes de mi cumpleaños. "Es una cita" dijiste en lo que yo creí que era una broma (tiempo después me dijiste que no) y me dio pena ya que no conocía bien tus intenciones por lo que te dije "como amigos".
Fuimos a una fiesta juntos igualmente y me sorprendí cuando te acercaste y me dijiste "te miras muy linda" ... nunca me habían halagado de esa manera, cuando me decían "guapa" solía tomarlo como juego, pero tu halago fue... diferente. Algo dentro de mí se movió ese día, pero no supe ponerle un nombre.
El día de mi cumpleaños me desperté temprano para verte en el centro de la ciudad, no me esmeré en mi vestimenta ni me maquillé, pero eso poco te importaba. Fuimos a McDonald’s por dos cajitas felices y luego pediste un Uber al zoológico, pero en el camino nos dimos cuenta de que el zoológico no abría los lunes. Tu plan se había estropeado y no sabías qué hacer así que sugerí que fuéramos al cerro de la campana a desayunar cajitas felices, tomaste fotos y mis labios estaban azules por la paleta que había comido temprano. Comimos arriba y platicamos sobre muchas cosas, me contaste sobre ti, tu familia y un ex amor.
Tu voz había perdido el entusiasmo cuando me hablaste de ella, me sentí mal de recordarte ese dolor así que te abracé tratando de compensar el haberte hecho sentir mal. No tenía idea de que yo te gustaba, no me imaginaba que por dentro te quemabas por besarme y aun así no lo hiciste por miedo de arruinar lo que teníamos. Después de eso fuimos a un arcade, ganaste cientos de boletos para ganar algo para mí y fue de las cosas más lindas que alguien hubiera hecho por mí, ganaste un pequeño peluche de vaca y una plastilina Play-Doh... siguen guardados en mi habitación.
Durante la posada en diciembre me ofreciste tu ayuda para la fiesta y llegaste temprano, la llegada de mi papá hizo que los capacillos para cupcakes volaran de tus manos y nos reímos por días de tu miedo irracional hacia mi papá. Durante la fiesta te acercaste varias veces a preguntarme si estaba bien, la verdad es que estaba cansada y me conmovió saber que a alguien le importaba si estaba bien o mal, pensaba que no podía tener mejores amigos. En un momento de la fiesta comenzamos a bailar rock como música lenta, bailé con uno de nuestros amigos y vi que te acercaste a mí, bailamos abrazados y poco me importaba que fueras un poco más bajo que yo o del hecho de que ninguno de los dos sabíamos bailar... solamente nos balanceamos de un lado a otro hasta que terminó la canción. Para ese entonces ya lo sabía: estabas enamorado de mí.