13 de Febrero del 2019
Pese a todo pronóstico, comenzamos una relación, he de admitir que al principio me parecía muy extraño, tanto que el primer día me negué a entregarte mi primer beso. La situación era nueva para mí así que no sabía muy bien cuales eran las aptitudes o rituales que debía asumir, no me nacía el hablarte de forma tierna pero nunca te rendiste, todos los días tenías palabras dulces para mensajearme y en parte me sentía mal de ser tan fría contigo a pesar de que parecía no molestarte. Los "te quiero" eran extraños, me llamabas mi corazón y con el tiempo aprendí a hacerlo también, decirte te quiero, a decir cosas lindas que hacían que cerraras los ojos y suspiraras, eso siempre me enternecía el corazón y me hacía pensar que comenzaba a ser una buena novia.
Siempre hemos sido muy diferentes, nuestra música no es para nada compatible, siempre has tenido un humor sumamente burlesco y yo no, para ti un día perfecto es quedarse en casa y a mí me encanta el aire libre y los días de campo, yo soy detallista y romántica, pero tú por otro lado demuestras tu amor de otras formas, tú bailas break dance y yo rara vez bailo, además, solo podíamos vernos en fin de semana por tu trabajo; Te gusta llamar la atención y yo soy una persona que prefiere pasar desapercibida; Prefieres salir a una tocada de rap y a mi me encanta leer en todas partes. Estaba claro desde un principio que tus intereses son diferentes a los míos... pero eso nunca fue un obstáculo para nuestra relación, o al menos eso parecía.
Nuestros problemas empezaron cuando mis sentimientos por ti estaban aumentando, recuerdo que al principio de la relación te decía que no siempre nos podríamos ver el fin de semana y eso estaba bien, que no debíamos depender de vernos, que la dependencia era mala... pero poco a poco te convertiste en mi dosis personal de felicidad y se me hacía cada vez más difícil ignorar la sensación de vacío cuando no estabas, por esto me hice egoísta en parte, podía aceptar no verte algunos sábados, pero los domingos eran todos míos y no quería que por ninguna razón me arrebataras también ese tiempo contigo.
Nuestras discusiones discurrían mayormente en esas cuestiones:
¿vendrás?
¿por qué no?
¿ya no me quieres?
¿Te has aburrido de mí?
Sabes que es el único día en que podemos vernos.
Ya no me quieres.
Siempre me decías lo mismo "estoy cansado" o algunas veces "no tengo dinero", pero nunca supe aceptar bien un "no", detestaba el pensar que pasaría la mitad de un mes sin verte, sin abrazarte, por eso era que la mayoría de las veces fui yo quien se movía a tu casa, quien se movía a donde tu estuvieras, fui quien se movía siempre hacia ti y eso era un problema tomando en cuenta de que literalmente vivimos a los extremos de la ciudad. En ocasiones me frustraba la desigualdad de nuestra relación en este aspecto, por esto en ocasiones me prometías ir a mi casa y me alegraba pensar que cambiarían las cosas porque era lo que decías que iba a mejorar, que las cosas cambiarían, que comenzarías a ser quien bajara la luna por mí, por decirlo de alguna forma.
Siempre esperé que fueras mi caballero andante, claro está, siempre soñé con el día en que llegaras con flores o me escribieras cartas, que tuvieras detalles pensando en mí... pero con el tiempo me di cuenta de que eso no iba a pasar por sí solo, yo tenía que pedirte que hicieras cosas por mí y eso me desmotivaba en parte, pero nunca fue un problema demasiado grande para mí. Nada de esto fue suficiente motivo para dejar de amarte o alejarme de ti.