Evangeline: Retazos de un corazón roto

Cuando fallamos

Es extraño hablar de esto y hacer como si no doliera, quiero pensar que me dijiste la verdad, pero cuando cuento esto no puedo evitar dudar.

Se supone que diciembre es una época de felicidad, de fiestas, compartir con los seres queridos, bien sé que te gustan las fiestas y el ambiente, que te gusta bailar y tontear un poco, que te gusta destacar y llamar la atención. Normalmente no salías de fiesta sin mí, las pocas veces que lo hiciste me decepcionaste, es más, caigo en cuenta de que solo fueron dos veces las que saliste sin mi en lo que duró nuestra relación, ja.

La primera vez saliste con nuestros amigos, yo trabajé ese día así que no fui, pero no tuve inconveniente de que tú lo hicieras, quería pensar que no pasaría nada porque estabas con nuestros amigos a pesar de que me comían las ansias y los celos de pensar que alguien te enamorara esa noche. No hace falta decirlo, soy una mujer insegura. Sin embargo, no fue una mujer lo que hizo que me decepcionaras en aquella ocasión. Sabes que odio las mentiras y aquella noche aseguraste que no beberías alcohol, te creí y al día siguiente estabas vomitando de lo mal que te sentías por aquella borrachera… suena tonto que me molestase el que hubieras tomado, después de todo tienes derecho a divertirte, pero no fue eso lo que me molestó.

Lo que me molestó fue la mentira. Sé que la mentira sale con facilidad de tu boca, pero siempre pensé que eras honesto conmigo, pensaba que no había mentiras entre nosotros y en esa ocasión me demostraste lo contrario e insisto: suena absurdo que me molestara con algo como eso, pero por mi mente pasaba que, si lograbas mentirme con cosas tan pequeñas y banales, también podías hacerlo con situaciones más graves y ocultarlo bastante bien…

Diciembre llegó, estuviste diciendo medio en broma que tenias muchas ganas de embriagarte en la fiesta que organizaban en tu trabajo y yo realmente no tenia ganas de verte ebrio, me había bastado en ocasiones anteriores para saber que la bebida no es lo tuyo y me negaba a verte en ese estado. Fuiste a tu fiesta y me sentí aliviada solo hasta que me mandaste un mensaje diciendo que ya habías llegado a tu casa. Estabas a salvo y eso era lo único que me importaba.

Tiempo después fuimos a agua prieta, para que hicieras unos papeleos, estaba muy feliz de viajar contigo, me gustaba pensar que era solo nuestro primer viaje, que después tendríamos viajes a otros estados y luego a otros países. Estuvimos allá un día, estaba encantada de convivir con tus tíos, con nuestros sobrinos que estaban emocionados con nuestra visita, todo parecía tener un cierto encanto a pesar de ser un lugar tan pequeño… pero entonces ocurrió.

Tome tu teléfono, por alguna razón estaba checando tu galería, tu estabas bromeando con tu sobrino y tus tíos estaban en sus asuntos. Viste mi expresión, de repente seria y te burlaste diciendo “¿y ahora que viste?, ya para que pongas esa cara…”. Tomé tu celular, abrí la foto y te la mostré, era una foto de tuya, desnudo, y tu expresión cambió de inmediato. “es la que te mandé a ti” dijiste, pero te negué diciendo que no me habías enviado nada. Te quedaste serio y mi mundo se estaba quebrando en mi interior, pero no te armé un escandalo por respeto a tu familia, tan solo te entregué tu celular y me levanté para salir de la casa.

Me explicaste la situación y me pedias que te abrazara, me pedias perdón repetidas veces, pero me sentía traicionada, tus palabras sonaban falsas en ese momento y realmente no podía ni verte a la cara sin tener ganas de llorar. Pasamos el resto de la tarde por separado prácticamente, buscabas mis brazos, pero no te los ofrecía así que te fuiste a acostar tal vez pensando en lo que hiciste y lo mal que habías estado, y yo me obligué a distraerme, me puse a jugar con tus sobrinos.

La tarde acabó y teníamos que volver a nuestra ciudad, en la central de autobuses y nos sentamos en silencio por algunos minutos, no me gustaba la idea de ir durante el viaje de esta manera, así que te lo dije “Yo siempre te he respetado, porque yo si te amo, eso es todo lo que te diré” y me subí al autobús. Subiste detrás de mi y una vez que tomamos asiento te abrazaste a mí y me juraste que no iba a volver a pasar, que recuperarías mi confianza porque me querías en tu futuro y me recordaste los planes que teníamos sobre viajar, casarnos y formar una familia, pero no sabias que yo te había perdonado en algún momento mientras jugaba con tus sobrinas.

El viaje de regreso fue extraño pero cómodo, me despertaba y me acurrucaba contra ti, te acurrucabas también conmigo, nos turnábamos de alguna manera para despertar al otro con un beso y por un momento pensé que todo iba a estar bien, que esto nos iba a unir más. Al menos eso parecía.

A esta etapa la llamo “cuando fallamos” porque no sé si fuiste tu quien falló con su error o fui yo quien falló al perdonarte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.