Llevó ambas manos al antebrazo que le presionaba el cuello, se percibió la fuerza que ejercía por liberarse y lograr respirar, además, del característico color rojizo que mancho el color lechoso de su piel al efectuar la acción. Se inclinó dejando a su atacante sobre su espalda y lo arrojó contra el suelo.
Segundos después y, antes de recuperar la postura, otro de los hombres —que le triplicaba el peso y la altura— lo tacleo contra una pila de cajas de madera, donde impacto de manera bestial, fue imposible guardarse para sí la dolencia y se quejó, después intentó enderezarse pero el dolor de su envés se lo impedía.
— ¿Te has cansado tan pronto? —le obligo a ponerse de pie sujetándolo por el brazo—, que lástima, creí que eras más resistente.
Los hombres que permanecían como espectadores, esta vez le rodearon, todos con arma en mano, se limitaron a seguir órdenes y, se abalanzaron sobre él. En su mayoría llevaban consigo barrotes, por lo que, la situación se tornó infructuosa, más en cambio Khaled esquivó la mayor parte de estos ataques —ya que algunos de ellos lograron herir partes sensibles de su cuerpo—, se tambaleó exhausto mientras una cantidad abundante de sangre brotaba principalmente de su frente y cabeza.
Uno de los muchos barrotes que le habían herido volvió a impactar contra él, esta vez en su rostro provocando que se desplomara.
— ¡¿Cómo que le han matado tan pronto?! —preguntó el colosal hombre que le perseguía desde un inicio, limpiándose la sangre— quería aplastar su cabeza con mis propias manos.
Khaled permaneció inmóvil y sin dar señales de vida —o al menos eso les hizo creer—, continuaba despierto esperando a que bajaran la guardia ya que el barrote ni siquiera le había rozado la piel; palpo dentro de su bolsillo un silbato y lo sopló, el sonido era inaudible para los oídos de sus atacantes pero no para su fiel compañero, Blake.
— ¡Oh, vaya! Miren, el debilucho optó por comenzar a jugar, pero que pésimo momento has elegido —el tono de su voz se volvió meloso, mientras una carcajada exagerada incitaba a los demás a reír también.
—Ahora que tengo su atención, caballeros —se levantó con ayuda de una de sus rodillas que posicionó sobre el suelo—, permítanme darles una sugerencia. Si quieren atrapar al usurpador, tienen que pensar como él, de lo contrario los únicos perjudicados serán ustedes.
La expresión del sujeto pronto se tornó sombría. Blake se filtró entre ellos —en su forma humana, un hombre joven de melena color vino — a tal velocidad que, su presencia apenas fue susceptible y, para cuando estos reaccionaron visualizaron una pequeña herida que tenía la apariencia de ser superficial marcándose en su piel, se miraron entre si confundidos para abrir paso a las carcajadas nuevamente, Khaled colocó con cuidado la vasija que había hurtado sobre el suelo, dio media vuelta y empezó a caminar.
Al entrar en cuenta de que, el albino se retiraba con esa actitud tan confiada, y mejor aún, dándole la espalda, el hombre se propuso hacerlo pedazos, un acto bastante cobarde pero, cuando más disposición tenía un dolor en el pecho le hizo detenerse, fue cuestión de minutos para que este, perdiera la fuerza en sus músculos, convulsionara y unas manchas dérmicas se expandieran. Los que se encontraban cerca de él al momento del "ataque" sufrieron los mismos daños y, los sobrantes despavoridos huyeron del sitio.
—Te han dejado la cara hecha añicos.
—Nunca creí que fuesen a alcanzarme —exhaló agotado— pero, ¿qué hay de ti? ¿Obtuviste la reliquia?
Blake dejó ligeramente visible el objeto, tenía una apariencia poco llamativa, el color era opaco y empezaba a despostillarse, el tamaño sobrepasaba el de una manzana y desprendía un olor peculiar desde el interior, el cual era imposible vislumbrar ya que la cubierta estaba sellada.
— ¿Es está baratija? —una mueca de disgusto le delató.
—Así es —asintió orgulloso.
—Esperaba que fuese distinta. Está es horrible.
—La apariencia importa poco —cubrió con un pedazo de tela el objeto y lo guardó dentro de su morral—, pero ahora no es tiempo de hablar, tenemos que apresurarnos a entregarla a tiempo.
Khaled asintió. Se cubrió con la capucha y, el dúo se apresuró a salir del mercado, no sólo tenían que evitar a los guardias, quienes ahora les seguían el rastro, sino también las dificultades que les esperaban durante el trayecto hasta el lugar en dónde habían acordado de entregar el pedido, a las afueras de Herdet.
Editado: 18.06.2019