Excalibur.

Capítulo 3.

POV. Serena.

—Bueno, esto está hecho. Hice mi parte, le corresponde a él hacer la suya.

Digo después de finalizar la llamada.

—Ni siquiera hablaste con él.

—No, pasó algo muy gracioso. Me contestó su novia.

Giovanna niega.

—Que te contestara una chica no significa que sea su pareja.

—Por favor, Giovanna, no cualquiera contesta tu teléfono, mucho menos cuando eres famoso.

—Lo sé, y precisamente por eso estoy dudando. Pudo ser alguien que trabaja para él.

Niego.

—No lo sé de acuerdo, pero nunca más lo volveré a llamar. No puedo pasar por eso otra vez. Tal vez, lo mejor sería no volver a contactarlo. Dejar todo por la paz y no perturbar más nuestras vidas.

Me mira como si todo lo que le dije fueran locuras.

—Serena, estás pensando con tus emociones, pero piensa con la cabeza. Una persona racional contactaría al padre de la criatura. No seas egoísta con esto, no serás tú quien no tenga un padre en la ecuación.

Sus palabras hacen que me sienta culpable, pero soy muy terca y la llamada sólo ha reafirmado mi deseo de ser madre soltera. Qué persona estaría bien y contenta sabiendo que formó parte de lo que más detesta en todo el mundo: una infidelidad. Y no, no me siento responsable porque yo no sabía que él tenía pareja, pero odio la idea de que otra chica sufra lo mismo que yo sufrí con Mateo.

—Lo siento, es mi última palabra.

Giovanna me mira con tristeza. Sabe que no quiero dar marcha atrás y por ahora lo deja estar. Eso creí al menos.

**

Miro el reloj en la pared. Ya han pasado cinco horas desde la llamada y de enfrascarme en una pila de deberes de la universidad. Incluso mi estómago ruge por el hambre que tengo.

—Después de terminar con la tarea, podríamos ir a cenar, ¿qué te parece? — pregunto, pero Giovanna no responde. Miro hacia atrás, donde hace unos momentos Giovanna estaba viendo su celular. Pero ya no está, y lo que me encuentro es a una mujer que conozco perfectamente pero que no pensé que vería en mi departamento hoy.

—Primero tenemos que hablar señorita.

Me congelo.

—¿Mamá? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Tu hermana me llamó, me dijo lo que está pasando.

Miro al otro lado de la habitación y la veo. Está detrás de mamá, como una sombra, pero más como un respaldo. No tengo ideo de en qué momento la llamó o la dejó pasar, pero, aunque Giovanna se mantiene en silencio, está firme. Podría decir que es una traidora y discutir con ella hasta que se me acabe el aire, pero sabía que era cuestión de tiempo que la bomba explotara, así que por un momento le agradezco.

—Mamá…

—Antes de que empieces a hablar, tengo que decirte que lo que estás haciendo está mal. No decirle la verdad a ese muchacho es irresponsable y cruel.

Frunzo el ceño. Lo entiendo, completamente, pero es más complicado de lo que ella cree.

—Le llamé, y me contestó una chica, puede que fuera su pareja.

—¿Y eso qué? ¿Acaso ella es la persona que te dejó embarazada? ¿Acaso ella es quien tiene la última palabra en tus decisiones? Si ese hombre tiene una relación es su asunto, pero le concierne involucrarse en este embarazo porque fueron acciones que tuvieron consecuencias, y mi hija y mi futuro nieto o nieta merecen la oportunidad de tener una familia con un padre.

Trago saliva. No se siente bien que tu madre te dé un sermón porque sabes perfectamente que la estas cagando, pero a veces se necesita ese empujón para poder reaccionar y ser más inteligente.

—Ahora mismo vas a volver a llamarle.

—No pue-puedo—tartamudeo, con miedo.

—Claro que puedes. Y estamos aquí para apoyarte.

Sé que no se irá hasta que lo haga, ninguna de los dos lo hará.

Quito de mi mente que estoy siendo obligada a hacerlo, pues sé dentro de mí que ambas me aman y todo lo que han dicho es la pura verdad.

Sacó el teléfono de mi bolsillo derecho y busco el último número al que llamé. Me tiemblan las manos por la incertidumbre de no saber qué decir o el miedo de que me responda esa chica otra vez. Le doy al botón de llamar, y los primeros segundos se me hacen una eternidad. Pero finalmente, contesta.

—Hola.

Es una voz masculina. Su tono suena inseguro, como si no supiera qué decir.

Tomo aire, miro el teléfono y veo que los segundos están contando. Es él. El padre de mi bebé y una de las personas más famosas en el país. Siento escalofríos y ganas de vomitar que por un minuto estoy tentada a colgar. Pero no, mi madre y hermana tienen razón. No lo hago por mí, lo hago por el futuro de este bebé, su bienestar y felicidad dependen de mi decisión en estos momentos y no soy capaz de arrebatarle eso. No me lo perdonaría jamás.

—Hola.

—¿Tú eres Serena?

—Si.

Un momento de silencio se mantiene en la línea. Ninguno sabe qué decir.

Finalmente, él es quien lo rompe.

—Creo que tenemos que hablar.

Suspiro.

—De acuerdo.

Hay momentos que cambian toda tu vida, y lo único que puedo reconocer ahora en el remolino que se convirtió la mía es que este es uno de ellos, así como lo fue esa noche juntos en la fiesta; como lo fue la decisión de continuar con este embarazo; como lo es este mismo instante, cuando decidí involucrar al baterista de Excalibur en mi vida. 

**

Holaaaaaa. Bueno, el día de hoy les traigo una parte complementaria del capítulo anterior. Supongo que subiré el siguiente hoy o mañana, para que ahora si podamos ver el reencuentro de ambos personajes, que es algo que me urge contar. 

Amo los comentarios que han dejado, de verdad que me emociona saber que hay gente que ha agregado la historia a sus bibliotecas y que esperan que actualice. 




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