Excepcional Gene

Capítulo 3

Por supuesto que el trabajo como mesero no era una gran adición al currículo. O al menos no para nadie que apuntara tan alto en la vida como lo hacía Brian. Pero al menos era un trabajo fácil, pagaba bien y dejaba buenas propinas.

-... setenta y seis, setentaisiete, setentaiocho, setentainueve...-Por lo general los viernes eran los días que dejaban más propinas. Hoy por ejemplo había logrado hacerse casi quinientos dólares-No está mal.

-“No está mal”-Imito uno de sus compañeros un poco más allá con vos chillona. Brian volteo los ojos y siguió guardando sus cosas. Estaba acostumbrado a escuchar a las personas hablando de él, pero mentiría si dijera que no había momentos en los que le afectaba. Por suerte este no era uno de esos momentos. Se guardó su dinero, dejo su uniforme y salió al bar donde Sofí estaba limpiando la barra.

-¿Día duro de trabajo?-Inquirió la chica limpiando un vaso, entonces bufo-Perdón, habito de bartender…

-Estoy bien-Respondió el chico al tiempo que se sentaba y llevándose la mano para frotarse la nuca-Pero no rechazaría un trago de Bourbon.-Agrego con una media sonrisa sarcástica.

Contrario a lo que muchos pudieran suponer, Brian realmente disfrutaba del alcohol. Claro que no con fines narcóticos, normalmente solo tomaba uno o dos tragos a la semana luego del trabajo. Le agradaba sentir ese sabor amargo y a veces dulzón inundar su boca, quemándole el gaznate y dilatando sus vasos sanguíneos en todo el camino hasta su estómago llenándole con una breve sensación de calor. Por alguna razón encontraba aquella sensación reconfortante. Casi nostálgica:

-Salud-Y le agradaba beber con Sofí. De todos sus compañeros de trabajo era con quien mejor congeniaba y resultaba una presencia tranquilizadora. Golpearon sus vasos y bebieron el contenido de un trago; la muchacha estaba sirviendo una segunda ronda cuando se animó a preguntar-¿Cómo esta Frank?

-Supongo que estará tomando el metro en este momento-Dijo agitando el contenido de su vaso-Mañana pasaremos el día estudiando en la biblioteca de la universidad, así que preparara el almuerzo para llevarlo listo.

-¿Y por que van hasta la biblioteca?-Inquirió la chica devolviendo la botella a su lugar.

-Es difícil tener silencio en fin de semana-Respondió secamente acabándose el contenido de su vaso. Los sábados eran los días en que toda la ciudad parecía insistir en volverse más caótica. Cuando a sus vecinos del piso de arriba les daba por reorganizar todo su amueblado y el matrimonio del piso de abajo en discutir. Además su nueva rommie también elegía ese día para poner toda su lista de reproducción en el equipo de sonido. Tenía un gusto muy variado, pero cuando había que estudiar Brian definitivamente prefería el apacible y absoluto silencio.

 

Como el que había en el apartamento esa noche cuando llego. Había tenido que tomar un tren diferente porque el que cubría su ruta se encontraba fuera de servicio por mantenimiento así que acabo por llegar a casa cuando eran cerca de las dos de la mañana. Todas las luces estaban apagadas excepto la de la cocina, en cuyo mesón reposaba su cena tapada por otro plato con una nota:

 

“Frankie trajo lasaña, pero preferí dejarla para mañana. Estos son unos panqueques que hice para cenar, tienen mermelada. (Dibujito de carita feliz)”

 

Le causo gracia que la nota dijera literalmente “Dibujito de carita feliz”, en lugar de solo haber dibujado una. Destapo el plato y para su gusto la comida aun seguía tibia. Se las devoro en cuestión de un instante, no había notado lo hambriento que estaba, se bebió un poco del jugo de naranja del refrigerador directamente del embase y fue al baño a lavarse. En su habitación el silencio solo se veía interrumpido por los ocasionales ronquidos de su compañero. Por suerte estaba acostumbrado, y lo suficientemente exhausto para poder ignorarlo. Se desnudo y apenas hubo colocado la cabeza en su almohada se vio arrastrado directamente al tercero de los ciclos rem del sueño: el Sueño Profundo. Por suerte aquella noche no hubo sueños recurrentes ni de ningún otro tipo. Solo la negrura inconmensurable e inconsciencia, propias de un buen descanso.

Cuando se levanto por la mañana se sentía fresco.

-“Sera un buen día”-Pensó mientras se ponía sus bóxers y reparaba en que Frank seguía roncando. Esta vez lo dejaría dormir tarde, sabía lo extenuante que podía llegar a ser el trabajo como camarero y lo preciadas que eran las horas de sueño para un estudiante universitario. Una vez estuvo vestido salió de la habitación directo a la cocina para calentar el desayuno:

-Buenos días.




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