Exmar: El despertar.

VIII. Deudas pasadas.

La caída parecía ser eterna. El túnel al que habían entrado se inclinaba hasta convertirse en una especie de tobogán, por el que los jóvenes se deslizaron sin saber dónde terminarían. Por un segundo se arrepintieron de haber saltado a ciegas. La velocidad a la que se movían les impediría reaccionar ante lo que estuviera esperándolos, lo que les preocupaba demasiado.

Cuando al fin divisaron el orificio de salida se prepararon para lo peor. Uno a uno, salieron despedidos y rodaron hasta chocar con un muro. Al ponerse de pie observaron a su alrededor. A cada lado, rodeándolos, se encontraban decenas de criaturas semejantes a la que había secuestrado a Evelyn.

Brian se colocó al frente, resguardando a las hermanas de cualquier ataque, y se dispuso a luchar. Luego de un momento sin que nada ocurriera, oyó una voz conocida que le pedía que se tranquilizara. Desde el fondo, sus amigos perdidos comenzaron a avanzar con calma hacia él.

— No van a lastimarnos –dijo Víctor al acercarse–. Quieren hablar con nosotros.

Al oírlo, el joven regresó la vista hacia las criaturas y notó que una de ellas daba un paso hacia el frente.

— Jume Haissisut –pronunció el ser con voz ronca–. Ni mmenu Vissat.

Valentina, cada vez más emocionada por los mágicos seres que hallaban en su camino, fue la primera en hablar.

— Hola Vissat –dijo–. Creo que deberías explicarnos lo que está pasando y por qué secuestraron a Eve, pero preferiría que lo hicieras en nuestro idioma. Esa lengua, no recuerdo cómo se llama, no todos la entendemos.

— El Ipehmut es la lengua que nos define y nos conecta como seres de la naturaleza. Cuando acaben su despertar lo comprenderán. De momento, aunque no es de mi agrado, hablaré en su idioma. Soy el sabio del clan de los elfos, elementales de la tierra, y los traje hasta aquí para saldar una vieja deuda –mientras Vissat hablaba, una de las criaturas se alejó un momento y regreso con algo en su mano que entregó al sabio–. Hace muchos siglos, aun antes del nacimiento de su puro, los siete guerreros de la oscuridad salvaron a mi pueblo. Anghell, su líder, me entregó esto sellando un pacto implícito.

Avanzando lentamente, colocó el objeto en las manos de Brian, que lo observó con detenimiento. Era un collar fabricado de un material que el joven no logró reconocer. El dije que pendía de él estaba compuesto por una espiral atravesada por lo que, a su imaginación, parecía la representación primitiva de una espada. El muchacho ya había visto aquel símbolo en sus sueños, pero no lo recordó hasta ese momento. Perdido en su inspección, apenas oyó la voz de Víctor preguntándole qué era. Luego de entregárselo, se dirigió al sabio.

— ¿Qué significa ese símbolo? Y ¿Qué clase de pacto sellaron con él?

— Es uno de los ocho símbolos que componen la mesa de Exmar, el Consejo de los clanes. Representa a los seres de la oscuridad. Déjenme relatarles los hechos que generaron nuestra deuda para que comprendan el motivo que nos convoca –Brian miró, dudoso, a sus compañeros, que asintieron en respuesta y se dispusieron a escuchar–. Como dije, ocurrió mucho antes de que el hijo puro de la noche llegara a este mundo. En aquel entonces, gracias a los tratados de Exmar, la paz reinaba en nuestro pueblo. Sin embargo, es bien sabido que el mal no distingue razas ni se acobarda ante buenas acciones. Un grupo de jóvenes elementales liderados por Sicim, mi nieto, fue dominado por la codicia y se rebelaron contra la autoridad de los sabios. Consideraban que la paz nos hacía débiles y querían hacerse con el control del clan. En poco tiempo lograron atraer un gran número de seguidores, y los enfrentamientos que produjeron mermaron considerablemente nuestras fuerzas. En la última batalla, al ver extinta toda posibilidad de vencerlos, muchas familias eligieron el exilio a ser gobernados por la fuerza. Sicim logró su cometido, dejando tras él un gran número de hermanos muertos. Creímos que nuestro destino había sido forjado con la sangre de los nuestros, y toda esperanza se desvaneció completamente de nuestro pueblo. Con mi nieto en el poder, la paz se había convertido en una ilusión del pasado. Sin embargo, aun cuando la maldad gana la batalla en un corazón débil, es su misma naturaleza la que dicta su condena. Sicim, movido por su actitud prepotente, se presentó ante el Consejo para autoproclamarse el nuevo sabio del clan. Bastó ese breve instante de soberbia para que la noticia de nuestro suplicio llegara a oídos de los guerreros de la oscuridad.

Los muchachos oían con atención las palabras del sabio. Evelyn, aunque aún no comprendía la totalidad de la historia, era asaltada, de momentos, por imágenes fugaces de lo que el elemental describía. La marea de información desbordaba a los jóvenes. Todos reconocían la escena, pero el recuerdo les parecía completamente ajeno. Antes de que el anciano continuara, Carla, que analizaba con cuidado cada detalle de la historia, decidió aclarar sus dudas.



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Editado: 25.07.2018

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