Extincion

Ciudad muerte.

Ciudad muerte, así era como ella la conocía. La basura era arrastrada por sus calles debido al viento y el polvo reinaba en esta ciudad desolada. Desde que tenía memoria nunca había salido de la ciudad más allá del río que limitaba por el este y solo para beber agua.

De normal se mantenía vagando por las calles, eliminando a los rotos esporádicos que se atravesaban en su camino. Eran todo lo que conocía y estaba acostumbrada a los rostros descarnados y humeantes, a los lamentos que llenaban la ciudad casi todos los días. No sabía si los rotos tenían conciencia pero ella sentía en su propia piel la furia del sol, así que los comprendía, consideraba misericordia el matarlos. En ocasiones se preguntaba si alguien tendría ese mismo gesto con ella.

Los rotos no desde luego, ellos la ignoraban y aún cuando la atacaban lo hacían de forma lamentable. Suponía que se debía a los estragos que el sol les hacía, por eso los eliminaba, ella podía aguantar un poco más.

Ya se había visto antes en un espejo, su cabello era negro pero se volvía rubio pajizo a media que lo quemaba el sol. Su cara en cambio se hacía negra, no como las personas de las pinturas en el edificio donde sonaba la música, si no negra como hollín. Sus ojos iban por el mismo camino y la única distinción que tenía era una cicatriz que le cruzaba el ojo derecho desde la cien hasta el pómulo.

Siempre andaba cubierta de pies a cabeza, se decía que era por el sol pero la verdad es que prefería no ver su cara reflejada por casualidad en alguna ventana, o en el agua, o en algún espejo. Así que se la tapaba con una bufanda negra y raída que encontró por ahí en algún edificio de ropa.

Mientras recorría por enésima vez las calles de la ciudad buscando rotos a los que liberar, escuchó a lo lejos un estruendo. No era la primera vez, entre menos rotos había en la ciudad, los sonidos viajaban más y más lejos. Siempre se preguntaba que podían ser pero por alguna razón nunca iba a investigar. Se decía que no le interesaba pero la verdad es que cada vez que escuchaba los ruidos la embargaba un terror profundo que apenas podía controlar.

Siguió vagando por la ciudad, solo acompañada por los rotos y la basura. Hasta que llegó él. Era un humano o eso le pareció al principio. Usaba un sombrero negro desgastado, una camisa a cuadros rojos y un pantalón de mezclilla.

Llegó a la ciudad cautelosamente, aunque las pisadas de sus botas de tacón eran difíciles de ocultar, sobre todo en ciudad muerte. Lo vio desde lejos, andando por las calles, bajo la sombra, mirando detrás de las esquinas. Lo siguió atentamente, quería saber qué buscaba.

En algún momento, mientras miraba desde una ventana sin cristales, notó que un roto seguía a aquel hombre. Era un humanoide lamentable. Con las piernas y un brazo rotos y la piel descarnada por el sol. No tenía pelo ninguno y en su cráneo se alcanzaba a el tatuaje de un toro. Mientras él espiaba detrás de una esquina, el roto se arrastraba lentamente para alcanzarlo. En ese momento ella se hizo una pregunta que definiría su futuro.

¿Debía dejar morir a los humanos? Con los rotos tenía misericordia pero los humanos no eran de su especie, eso lo sabía. Intentó verlo de manera neutral, dejar que las cosas siguieran su ritmo y que pasará lo que tuviera que pasar. Conforme el roto se acercaba su ansiedad crecía en proporción. El tipo seguía mirando por la esquina, sin darse cuenta del peligro. Ella no pudo aguantar más y fue al rescate.

Saltó de la ventana y corrió hasta el lugar mientras su mano tomaba la forma de una gran cuchilla negra. Cayó sobre el roto y le atravesó la cabeza. Tenía pensado hacerlo rápido y desaparecer de la misma manera pero el humano se giró antes de que pudiera alejarse. Tenía un artefacto de metal en la mano que apuntaba hacia ella.

Se quedaron paralizados por un momento, La primera en reaccionar fue ella. Sacó la cuchilla del cráneo del roto, y recuperó su mano que cada vez se hacia más negra. Se dio la vuelta y corrió pero el humano la detuvo.

—Espera. —Gritó y ella se detuvo aunque no volteó a verlo.

—¿Como te llamas? —Preguntó él pero ella no contestó. En su lugar volvió a andar.

Siguió avanzando, recorriendo las calles desoladas y solitarias. No sabía por qué se había detenido... No, mentira, si que lo sabía. Como todo ser consciente tenía la necesidad de hablar con alguien, eso la había detenido, lo que la hizo volver a correr fue su propio aspecto. Era desagradable incluso para ella misma, prefería no arriesgarse a la reacción de alguien más.

Así que siguió corriendo y mientras lo hacía se dio cuenta de que estaba más sola que nunca. Ya ni siquiera había rotos por ningún lado, los había eliminado a todos. Decidió que no tenía nada que hacer ahí, nada que la retuviera. Se dirigió a las afueras de la ciudad con la esperanza de que al abandonarla se sentiría mejor pero al llegar a donde un letrero verde le daba la despedida no pudo seguir.

Se quedó ahí parada, el sol cayó en el horizonte y la luna lo reemplazó pero ella seguía sin decidirse a una acción. Hasta que él volvió a aparecer.

—¡He! —Exclamó para llamar su atención. En cuanto giró para mirarlo, le lanzó una lata de atún. Ella, sorprendida, se quedó callada y confundida. Al notarlo él volvió a hablar.

—Es tu parte de la recompensa. ¿Vas a salir de la ciudad?

—¿Recompensa? —Preguntó mientras asentía con la cabeza.

—Claro. Tú mataste a uno de esos... ¿Muertos? En realidad solo debería ser media lata pero no voy a regatear... —Mientras hablaba empezó a andar, pasó a un lado de ella y siguió caminando—. Dicen que la ciudad más cercana esta hacia el norte, pasando el río.

—Yo no como. —Lo interrumpió ella, seguía en el mismo lugar donde la encontró. El tipo se detuvo, giró rápidamente y se le quedó mirando por un momento luego se encogió de hombros y dijo.

—Guardala, te servirá como moneda de cambio. Créeme, los humanos son muy dependientes de este tipo de cosas. Algunos te darán lo que sea a para conseguirla... Pero intenta no aprovecharte algunos están muy desesperados. A todo esto. ¿Cómo te llamas? A mi me dicen Zorro...



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En el texto hay: zombies, tecnologia, survival

Editado: 01.08.2022

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