Falsa dulzura

[11] Max: Parte II

—No sé a qué te refieres —dijo al final, con genuina confusión. O tal vez solo estaba fingiendo no saber lo que de verdad hacía su novio, tal vez porque muy en el fondo tenía remordimiento o pensaba que yo no lo sabía. No obstante, en cualquiera de las opciones permanecía Celine observándome con un signo de interrogación en sus facciones, pero no presionó, solo espero paciente.

¿De verdad no lo sabe?

Separé sus manos y las metí en el bolsillo de la sudadera, parecía tan fuera de lugar infundada dentro de lo único que lograba una muralla entre los demás y yo. En ella daba una imagen diferente; mientras que en mi reflejaba un aire despectivo, soledad y una silenciosa advertencia, en ella era todo lo contrario. Con su sonrisa aniñada y mirada suave daban las ganas de compartir abrigo, embriagarse con su calidez hasta que el corazón no lo soporte más, hasta que se hinche tanto que te obligue a tomar un respiro.

Pero ahora sus ojos habían sido intoxicados por la tristeza de la vida en sí, y el miedo irracional de que perdiera la calidez que una vez yo había tenido me sacudió el alma.

¿De verdad solo aspiraba a destruir una persona que no valía la pena? ¿Destrozar a alguien que ya lo estaba? ¿Por qué? ¿A mi qué me cambiaba eso? Los propios actos de Gassy un día se le vendrán encima, tarde o temprano, entonces… ¿por qué me molestaba en intentar quitarle a Celine cuando él mismo la perdería por actos propios?

Estaba intentando quitarle algo de luz en su vida cuando ya todo estaba en penumbras. Ahora bien, esa chica podría ser consumida por la oscuridad si no se alejaba a tiempo. Celine iba a perder su sonrisa sino se hacía a un lado, porque Gassy a fin de cuentas era igual que yo: veneno.

Tal vez, solo tal vez, mi motivación para acercarme había sido errónea desde el principio. Tal vez, reitero, solo tal vez no tenía que alejar a Celine de Gassy, sino a Gassy de Celine porque así como comenzaba con un rumor, terminaría como mi madre.

Sin luz.

Sin amor propio.

Y no podría ver a la niña que una vez se había ocultado bajo las mantas conmigo, defendiéndome de la noche, perdiendo la batalla como mi madre a su misma edad. De ninguna manera.

«No hagas una estupidez, Max, no es tu problema su relación. No te afecta en ningún sentido. Ignóralos, o termina enredándote en su caos» masculló la vocecita en mi cabeza, una y otra vez, aumentando su voz con cada pensamiento que reafirmara mis ideas.

—¿Por qué no terminas con él?

«¡Serás idiota! Luego no te quejes cuando te diga te lo dije»

Celine parecía aturdida. Había estado todo el tiempo que me tarde en hablar mirando hacia las estanterías, sin verlas en realidad, solo con los ojos fijos en un punto al tiempo que se acurrucaba dentro de mi sudadera como si fuera una frazada.

—Perdona, ¿me lo repites?

Me llevé los dedos al entrecejo, masajeando hasta que no sentí ninguna arruga.

—Te he preguntado porque no terminas de una maldita vez con Gassy, ¿por qué retrasar lo inevitable? —Sintiendo que necesitaba aclarar mi punto, añadí—: Ya te has negado al casamiento, ¿cómo crees que se lo ha tomado?

—Solo me negué a una sortija de compromiso, no creo que por eso quiera tirar a la basura siete años de noviazgo —refutó, reacomodándose el cubre boca para volver a hundir las manos en el bolsillo.

—¿Y?

—¿Y qué? —Su nariz se arrugó, mala señal. Pero ahora que mi boca había sido abierta ya no tenía vuelta atrás.

Apreté la mandíbula.

—¿Qué importa cuántos años han estado juntos? Cuando se deja de querer a alguien ya está, hay que terminarlo.

—¡Nunca dije que ya no lo quería! —dijo colocándose a la defensiva, cruzándose de brazos y sabía para qué era esa postura porque yo mismo lo hacía siempre: intenta protegerse, tener algo con el cual mantener la distancia, se está defendiendo de mí. «Auch»—. El que a ti te terminaran no significa que todas las parejas deben hacerlo, además no intentes argumentar que cuando no se quiere ya está, porque tú no querías a tu exnovia y fue ella quien lo finalizó porque tú no tuviste las agallas de hacerlo, o no querías; así que no vengas a hurgar en temas que no son de tu incumbencia.

«Doble auch, amigo… Por cierto, te lo dije: no es de tu incumbencia»

Cállate, carajo.

Ahora el que comenzaba a crisparse era yo. ¿Había sido buena idea contarle sobre Tess y nuestra ruptura? Al parecer no. Si estuve con ella por tanto tiempo sin terminar la relación, aunque no sintiera amor, era porque de otra manera mi madre volvería a llevarme al psicólogo para hablar sobre mi problema de ‘’socialización’’, había oído muy bien cuando intentaba hablar con mi padre —las pocas veces que estaba en casa— como ella quería tener en un futuro nietos y que mi tendencia a alejarme de los demás podría ser un problema mayor. Esa había sido la razón real de estar con ella: conseguir quitarme de encima a Bianca y su obsesión por mantenerme dentro de una oficina, con una mujer que lo único que hacía era confirmar cosas que yo ya sabía. Si para evitar volver ahí tenía que tener una novia la tendría, a pesar de tener que soportar temas sobre moda que poco me importaban, o enterarme que fulanita le fue infiel a fulanito y como esta era desagradecida, etcétera, etcétera.




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