Falsa dulzura

[12] Celine: Parte I

—¿Cuánto tiempo más vas a ignorarme?

Retiré la mirada del boceto que estaba continuando a carbonilla, teniendo la esperanza de que Fígaro se dignara a darme algo más que su cola esponjosa. Lo hizo, se estiró un momento para dirigirme aquellos ojos tan indiferentes como los de su dueño, y tuve la irreal sensación de que bufó antes de regresar a su posición: hecha un ovillo encima de mí enorme peluche, con el rostro mirando a la ventana y su cola en mi dirección.

No puedo creer que un animal podía enojarse de verdad. Aunque viendo a la felina en ese momento comprendí que haber pasado toda la noche en el baño por mi desliz —no llegando a recordarla hasta que fui a darme una ducha— no le agradó; esa noche ni siquiera hizo el amago de acercarse o maullarme como saludo, solo entró como si fuera su casa y se acurrucó en, por lo visto, su lugar preferido.

Odie mi alergia como jamás lo había hecho.

No me gustaba deprimirme por cosas que no había solución, como mi alergia, no quería ponerme a pensar en las cosas que se me limitaban y concentrarme en cosas que sí podía hacer; pero en ese momento, intentando no hacerme bolita sobre mi cama, quería —necesitaba— un poco de cariño y calor de alguien que no me preguntaría porque no podía sonreír aunque lo intentara, de alguien que solo me asfixiaría a preguntas que justo ahora no necesitaba.

Silencio y afecto, ¿era una petición demasiado extraña?

—Al menos mírame para poder dibujarte mejor —supliqué, pero ahora ni siquiera se movió.

Soltando un gruñido exasperado agarré mi bloc de hojas y lo regresé a su lagar, debajo de mis almohadas junto a mi diario íntimo. En otro momento tal vez estaría escribiendo mi día, todo lo que había vivido y sentido, pero… ¿qué podía escribir? ¿Qué ahora era la supuesta prometida de él? ¿Qué me traje un libro que deje apenas leer dos párrafos?... ¿Qué mi novio y el vecino se agarraron a piñas sin quererme decir motivo?

¿O qué vi a un compañero de clase salir del baño con el rostro blanco como papel? Intenté convencerme que todo era casualidad, que solo estaba asustado por la pelea, que esos momentos que lo recordaba junto a Gassy era porque eran amigos. Era lo más lógico.

Comenzaba a ver cosas donde no las había por culpa de Max y sus jodidas palabras, las mismas que no podía quitarme de la cabeza.

—Mañana será un nuevo día, ¿no crees? —dije al tiempo que me lanzaba sobre el final de la cama, quedando con los brazos colgando y el mentón hundido en el colchón. Fígaro me miró, y para mi alivio no me esquivó—. Dime, felina, ¿qué crees que deba hacer con Gassy? Ya te he contado toda la historia, y ambas llegamos a la conclusión de que lo quiero… Solo debería ver la forma de que funcionara para ambos, ¡sin matrimonio! —añadí, sintiendo un escalofrío—. ¿O debería cortarlo por raíz? Tal vez sea lo más sano, ¿no? Pero… ¿cómo mandar tantos años de relación a la basura?

Hundí el rostro en mis manos, ahogando un grito para que nadie apareciera en mi puerta preocupado. Esa noche iba a ser complicado dormir con tantas cosas en la cabeza; primero mi relación que no sabía hacia donde conducía, luego estaba el ultimátum de mi padre algo que había dejado a un lado sin querer y esperaba poder retomar a la mañana, con todo muchos más claro. Para completar Rubí estaba enojada conmigo, por el simple hecho de haber negado un anillo que no quería, por haber rechazado a un buen chico y que según ella estaban en peligro de extinción; estaba a punto de estallar con un «si eres mi amiga deberías entenderme o al menos intentarlo» cuando me llegó el mensaje de Max, terminando con mis nervios.

Hasta el momento no ha contestado mis mensajes, y no tenía ánimos de rogarle perdón mucho más por algo que no hice mal… ¿no?

—¡Dieu!

Giré sobre mi eje, terminando con mi espalda contra la cama y mis ojos enfrentando el techo, entonces cerré los ojos. Mis manos hormigueaban en una silenciosa petición, todo mi cuerpo sabía lo que quería, lo que necesitaba en ese momento; un poco de pintura en mis manos, en mi ropa, en mi rostro, en el suelo, en donde sea. Destrozar un lienzo en blanco convirtiéndolo en mi propiedad, o tal vez no, tal vez se convertiría en la propiedad de mi corazón, de mi mente, de todo el enredo de sentimientos que iba creciendo en mi pecho. En mis labios se deslizó una sonrisa.

Quizás cubrir la tristeza de una gran paleta de colores.

—Con Gassy solo estamos teniendo crisis de pareja, tan sencillo como eso —Regresé mi atención a Fígaro, sin cambiar de posición. Había dejado su postura atención para comenzar a lamerse las patas e intentar limpiarse la cabeza—. ¿Sabes algo? En verdad si me vi en un futuro de la mano con él, ambos yendo a una misma universidad pero en diferentes residencia ya que me gustaría conocer personas nuevas, pero él siempre tendría su importancia; entonces tal vez nos recibiríamos en el mismo año, nos iríamos a vivir juntos y ahí ver si funcionábamos en la convivencia; todo a su debido tiempo.




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