Semana 5 - Días 28 y 32
Shaun
A la mañana siguiente, antes de salir para el hospital, recibí una llamada de mi padre.
—¿Vas a decirme ya en qué andas, Shaun?
—El domingo te explico, papá.
—No estoy seguro de que el asunto en el que andas sea serio.
—¿Por qué no confías en mí?
—Porque el tema con esa mujer no me deja tranquilo… Pero si me aseguras que de verdad es serio, me quería ofrecer a hablar con el abogado que elijan para recomendarte.
—Gracias, papá. Sos un grande -le dije sincesamente agradecido-. El asunto es serio y ella eligió a Dawson. Te prometo que el domingo me sentaré contigo y te daré todos los detalles.
Esa mañana, después de mi visita habitual a Cuidados Intensivos, llamé al Bufete de Dawson para solicitar una cita.
—Ah, sí -me dijo la secretaria-, el señor Edwin Dawson me dijo que le diera prioridad a su cita. ¿Le es conveniente por la mañana o por la tarde?
—Por la tarde sería mejor.
—Perfecto, aguarde un momento… -dijo ella mientras se la oía teclear en su ordenador- El lunes a las 13 horas el señor Dawson podría atenderlo.
—Perfecto. El lunes estaremos allí.
Al terminar la llamada le comenté a Elizabeth.
—Muchísimas gracias, doctor.
—¿Por qué no “Shaun”?
—No aquí. Creo que podría considerarse una falta de respeto.
Sólo le respondí a eso torciendo el gesto.
—No esperaba que consiguiera cita tan pronto -continuó ella.
—Fue una ayuda de mi padre.
—¡Qué vergüenza! ¡¿Qué pensará de mí su padre?!
—El domingo le hablaré de ti y pensará lo mejor -le respondí con una sonrisa.
* * *
El domingo mamá nos recibió a Scarlett y a mí con un menú italiano de primera: pasta fresca con trufa blanca como plato principal, mi comida favorita hecha por mi madre.
Después del postre, a la hora del café, nos sentamos papá y yo en la sala, y casi de inmediato -cuando escucharon el tema de nuestra conversación- se sumaron mamá y Scarlett.
—Elizabeth es mi Asistente Médica -comencé-, trabaja conmigo desde hace tres años y, a decir verdad, nunca le había prestado atención hasta el día que recibí la invitación de Harvey. Esa mañana había llevado a su hijo al consultorio, con un cuadro de amigdalitis, y por algo que dijo me pareció que no tenía marido. Al día siguiente lo confirmé y le propuse el trato del que ya les hablé.
››Ella es una madre soltera, divorciada por un tema de infidelidad…
—¿De él o de ella? -inquirió mi padre.
—De él.
—Me imaginé -agregó Scarlett.
—Es una mujer trabajadora -continué-, mantuvo siempre su hogar aún cuando tenía marido, y se hace cargo completamente sola de su hijo.
››Es seria y desconfiada, pero si la conoces un poco más es amable y se esmera mucho en ser una buena madre, aunque siempre se recrimina si comete errores que perjudiquen a Noah.
››Cuando le propuse el trato no aceptó enseguida porque desconfiaba de mí. Le ofrecí un aumento de salario y un depósito en el Plan de Ahorro para la universidad de su hijo, y aceptó esto último.
››Desde entonces nos reunimos casi todas las tardes para conocernos.
—Por cómo la describes, parece buena persona.
—Lo es. Es buena e inteligente.
—¿Bonita?
—Mucho.
Recién entonces me percaté del rumbo que mi padre le estaba dando a nuestra conversación, y fue porque su mirada se cruzó fugazmente con la de mi madre y mi hermana. Entonces decidí no seguir hablando maravillas de Elizabeth, porque… ¿qué otra cosa podía decir de ella si en realidad ella era todo lo que dije?
—Cuéntame por qué necesitan un abogado de familia -continuó mi padre.
—El lunes, cuando fuimos al shopping, su ex-esposo nos vio; yo llevaba en brazos a Noah -por el rabillo del ojo vi a mamá y a Scarlett mirándose sin hablar, con vaya a saber qué pensamiento erróneo-; y a la noche se apareció en su casa reclamando ver al hijo.
—Tiene derecho -dijo mi padre.
—Desde que se fue hace cuatro años, jamás fue a verlo. Noah no lo conoce. Eso puede afectarlo psicológicamente… ¡y ustedes dejen de mirarse -dije dirigiéndome a ellas- y de imaginar cosas que no suceden!
Ambas se echaron a reír sin importarles mi reclamo. Entonces busqué la complicidad de mi padre y su sonrisa reprimida me reveló que su complicidad estaba con ellas.
—Me gusta Elizabeth -dijo Scarlett-. Parece una mujer seria y buena persona. Además es muy bonita -agregó en tono sugerente.
Dirigí a mi hermana una mirada fulminante y me puse de pie, molesto, decidido a marcharme.