Familia de Alquiler

CAPÍTULO 25

Mi motor

Elizabeth

Me sacudí la mano que me retenía y casi corrí a mi coche.

Una vez allí, escondí el rostro entre las manos y lloré.

¿Qué le pasaba a este hombre? ¿Por qué se empeñaba en ilusionarme? ¿Era yo tan culpable por querer confiar en alguien que alborotaba mariposas en mi estómago y me hacía cosquillas en toda la piel?

Sacudí la cabeza, enojada con la vida y conmigo misma, y conduje hasta la casa de Leah para recoger a Noah.

Al ver a mi niño se esfumó mi mal humor. ¿Cómo podía enojarme con la vida si me había regalado semejante sol? Él era mi luz y mi felicidad. Sabía que era un sentimiento egoísta, que mientras yo era feliz por tener en mi vida un ser tan puro, tan cariñoso y tan amable como mi pequeño, le daba a cambio una familia incompleta cuando él deseaba tanto tener un padre. Sin embargo, egoísta y todo, era feliz.

Al llegar al apartamento de mi amiga, Noah vino a mí y me llenó de besos, y después de regalarme una caricia y mirarme con absoluta ternura, se apartó para seguir dibujando en la cocina.

Entonces me permití derrumbarme en el sofá mientras le decía por lo bajo a Leah:

—Otro día abrumador, amiga.

—Se te nota en la cara, aunque pretendas ocultarlo. Noah lo notó.

—Él es muy sensible, y lo último que quiero es angustiarlo.

—¿Qué pasó hoy que pueda parecerte peor que ayer?

—En el trabajo todo bien, aunque Ryan me llamó y me dijo que Shaun estaba furioso. El problema vino después. Soportar al tal Craig me compró el cielo. Estaba obviamente enojado con Shaun por acostarse con su mujer, por lo que me invitó a acostarme con él para pagarle con la misma moneda. ¡Me provocó tal repugnancia! Se ve que toda su ira la soluciona en la cama.

››Y no terminó ahí. Cuando estaba a punto de echar por el suelo sus pervertidas fantasías, apareció Shaun y ¡le pegó un puñetazo en la cara!

››¡Fue un caos!

—Nooo -exclamó Leah sin controlar su voz, de forma tal que llamó la atención de Noah.

Inmediatamente se tapó la boca con ambas manos y ambas reímos.

—¿Le contaste a Shaun de la propuesta indecente?

—No era necesario. De todos modos no iba a importarle.

—Ay, Lizzy. Estás loca, amiga. No quieres ver lo mucho que le importas. Cuando no le interesas a un hombre ni siquiera te da la hora, como tu hermano conmigo. Si no le importaras, por qué golpearía al sujeto.

—Por meterse con él.

—Se estaba metiendo contigo. Además, podrías darle el beneficio de la duda. Tal vez de verdad no se acostó con ella y sólo la provocó, como él dice, para vengarse.

—Pero la besó, Leah, igual que a mí. Tú sabes lo que un beso significa para mí. No es un pasatiempo, pones el alma en eso. Es obvio que para él ir besando mujeres por el mundo se le da fácil. Yo no soportaría otra vez eso.

Después de compartir un té con mi amiga y agradecerle por milésima vez por cuidar de mi hijo todas las tardes, nos marchamos con Noah a casa.

Al llegar, mientras le organizaba su baño para luego preparar la cena, me pidió mi móvil.

—¿Para qué lo quieres, hijo?

—Quiero hablar con el doctor Shaun. ¿Me dejas?

¡Vaya si dudé! Deseé con fuerza negarme rotundamente, pero sería un desquite cruel. Noah lo amaba, y Shaun lo amaba a él, y eso hacía feliz a mi hijo. Esa fue la razón por la que marqué el número y le di mi móvil.

Para mi sorpresa, Noah lo tomó y se dirigió a la sala buscando privacidad.

—Hola, doctor Shaun -escuché que decía la vocecita dulce de mi hijo.

—...

—Estoy bien.

—...

—Sí, estoy en casa. ¿Cuándo vendrás a visitarme?

—...

—Sí, mami está triste… y yo te extraño mucho…

››…¿Doctor? ¿Me escuchas?

—...

—Ah, bueno. Ojalá te desocupes pronto.

—...

—Yo también te amo mucho.

Me sequé rápidamente las lágrimas justo antes de que Noah regresara al cuarto y me devolviera el móvil.

Esa noche me acosté a su lado y le leí un cuento, y lo observé dormir por largo tiempo.

¡Cuánto amaba a mi hijo! ¡Y qué afortunada me sentía por tenerlo! Él era mi motor, quien le daba sentido a mi vida y por quien me levantaba cada mañana y me vestía con mi armadura.

* * *

El miércoles, al terminar mi jornada, salí apresuradamente rumbo al aparcamiento para evitar encontrarme con Shaun. Todavía me sentía vulnerable y necesitaba recuperar mi claridad mental y mi firmeza.

No tuve en cuenta que Shaun no era el único de quien debía huir.




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