La Familia
Shaun
—¡Lizzy! -sonó la voz de Leah muy cerca.
Elizabeth se incorporó.
—¡Aguárdame en la sala! -le gritó.
–Ok. Tómense su tiempo.
—¿Vamos a ducharnos? -susurró mi amor en mis labios, sellando la invitación con un beso húmedo.
—¡¿Estás segura?! ¿Y cómo sabe ella…? -titubeé.
—Claro, estoy segura. …Y tú dejaste tu abrigo en el perchero.
Se levantó, me tomó de la mano y me llevó con ella al cuarto de baño.
Esta versión desconocida de Elizabeth me estaba volviendo loco… y por supuesto la seguí a la ducha sin más, donde volvimos a amarnos en una experiencia nueva y mágica.
Al cabo nos vestimos y salimos juntos del cuarto, para encontrarnos con la sonrisa divertida de Leah.
—¡Al fin, amiga! Hola, doc. ¿Les preparo el desayuno?
—¡Yo lo preparo! -me apresuré a decir, un poco avergonzado por la situación.
Me dirigí a la cocina y mientras buscaba los huevos para los pancakes, escuché la voz de Leah que preguntaba por lo bajo:
—¿Qué tal estuvo?
—¡Genial! -susurró Elizabeth.
Sonreí satisfecho. Al fin comenzaba a iluminarse mi vida oscura. ¡No podía empezar el domingo de mejor humor!
Apenas terminaba de sacar el primer pancake, llamaron a la puerta.
Al abrir Leah, escuché la vocecita de Noah y miré a Elizabeth que se acuclillaba en la sala y abría sus brazos para recibir a su hijo, que llegaba corriendo, y se fundían en un abrazo apretado mientras ella lo llenaba de besos.
Esa versión de Elizabeth también me volvía loco.
Detrás de ellos apareció la madre, quien miró hacia la cocina y abrió mucho los ojos al verme. Luego miró el cabello mojado de su hija, y sonrió.
Debía asumir rápidamente que todo el mundo se enteraría hoy de nuestra jornada sexual, para no sentirme avergonzado cada vez.
—¡Doctor Shaun! -exclamó Noah corriendo a abrazarme.
Lo alcé en andas ganándome un beso suyo en la mejilla y un abrazo apretado de sus pequeños bracitos.
—No debes salir con el pelo mojado porque hace mucho frío -me reprendió él reforzando el reto con su dedito.
Era el broche de oro, por si alguien no se había dado cuenta de que yo también tenía el pelo mojado.
—No lo haré -le respondí quedo- ¿Quieres desayunar?
Asintió con la cabeza y se bajó.
—Hola, Shaun -saludó Grace.
—¿Desea desayunar pancakes?
—¡Por supuesto! Quiero probar tus habilidades. ¿De qué los haces?
—Con manzana y miel para Noah, con canela para Lizzy.
—¡Síiiiiii! -festejó Noah con aplausos, mientras por el rabillo del ojo vi a Elizabeth sonreir junto a su amiga.
—¿Cómo los prefiere, Grace?
—Como los de Lizzy.
Se sentaron a la mesa, serví los pancakes con café para los adultos y con un vaso de leche tibia para Noah, y volví a escuchar el cerrojo de la puerta.
Parecía que todo el mundo tenía vía libre a la casa de mi novia, y se habían puesto de acuerdo para concentrarse ese domingo.
Al instante apareció Jason, que me miró con el ceño fruncido y luego fijó su vista en el cabello mojado de Elizabeth.
—Hola, Jason -lo saludó ella con una sonrisa-. ¿Quieres desayunar?
—Estoy con alguien -respondió él-. ¿Puede…?
Noté que Leah bajaba la cabeza muy seria, al tiempo que Elizabeth se ponía de pie cambiando el gesto.
—¡Hablemos!
Y lo condujo al pasillo de la entrada.
A pesar de que hablaban bajo, el tono se notaba airoso. Sobre todo la voz de Elizabeth que sonaba a reto.
Escuché palabras sueltas como “insensible”, “promiscuo”, “no vuelvas a atreverte”, “Leah”...
“¿Leah?” Algo se me escapaba, pero no me imaginaba qué podía ser.
Luego se escuchó la puerta y Elizabeth regresó seria.
—¿Jason? -preguntó la madre.
—No podrá quedarse, tenía un compromiso.
Grace no agregó nada. Era evidente que conocía el carácter de su hija y sabía cuándo guardar silencio.
—¡Están exquisitos los pancakes, Shaun! -exclamó luego de un silencio incómodo-. Tendrás que darme la receta. ¿Los haces a menudo?
—No. Vivo solo así que nunca me ocupo de mi desayuno. Suelo bajar al restaurante.
—Puedes vivir acá con nosotros y hacer siempre pancakes -dijo Noah con entusiasmo-. Total, somos familia.
Nadie agregó ningún comentario, como si Noah no hubiera hablado, pero mi corazón sí supo que habló, y se sobrecogió de emoción.