Confianza
Elizabeth
—Hola Elizabeth –saludó Craig con una sonrisa maliciosa–. Shaun –agregó sin mirarlo.
Nos detuvimos sólo porque él se cruzó en nuestro camino, y ninguno de los dos respondimos el saludo.
—Quisiera hablar contigo, Elizabeth.
—¡¿Qué tienes que hablar con ella?! -lo increpó Shaun.
—¿Te asusta lo que pueda decirle?
—¿Por qué habría de asustarme?
Craig sonrió con suficiencia e ignoró la pregunta de Shaun.
—Mira –dijo dirigiéndose a mí–, yo sé que no están casados, que es una farsa, así que no se molesten en fingir conmigo. Sólo quiero hablar contigo unos minutos de algo que estoy seguro de que te va a interesar.
—¡Déjanos en paz, Craig! –exclamó Shaun apretando los puños y avanzando hacia su ex-amigo.
—No, Shaun –le dije interponiéndome y apoyando una mano en su pecho para calmar su excitación–. Él no vale la pena.
Busqué su mirada y recién entonces agregué con calma:
—Hablaré con Craig. ¿Confías en mí?
Shaun frunció el ceño y me miró desolado.
—¿Confías en mí? –repetí acariciando su rostro.
—Confío en ti –murmuró.
—Si realmente confías en mí, te irás a tu apartamento y me aguardarás allí. Si no confías, puedes esperarme en tu coche.
Entonces lo dejé ir con el corazón partido, porque entendía lo mucho que significaba para él dejarme en compañía de ese hombre.
—Vamos por un café –dijo Craig con sonrisa triunfadora.
—No tomaré un café contigo. Lo que tengas que decirme deberá ser breve –le dije siguiendo los pasos de Shaun hacia el aparcamiento.
Me acerqué a mi coche, abrí la portezuela para dejar mi bolso dentro, tomar con disimulo el gas de pimienta y meterlo en el bolsillo de mi chaqueta.
En ese instante escuché el coche de Shaun marchándose y, por el rabillo del ojo, vi a Craig enviando un mensaje con su móvil, aunque en ese momento no le di importancia.
Volteé hacia él, mirándolo de frente.
—¿Hablaremos acá? –sonrió divertido.
No entendía qué le divertía tanto de mí, pero definitivamente eso contribuyó a que me sintiera más molesta.
—¿Cuándo regresarás a Inglaterra?
—Creo que me quedaré en Massachusetts.
—¿Sabes, Craig? Massachusetts es grande. Tienes espacio suficiente para alejarte un poco así podrás librarnos de tu desagradable presencia.
—Auch. Eso dolió. ¿Por qué me odias? –inquirió divertido.
—No te odio. Te desprecio. Dime qué quieres.
—¿Por qué me desprecias si quiero ayudarte?
Aguardé en silencio a que fuera al punto.
—Bien, como buen amigo vine a advertirte sobre Shaun.
La carcajada fue inevitable.
—Disculpa –le dije aún riendo–, me dio gracia lo de “buen amigo”. Continúa.
Su gesto cambió. La sonrisa divertida se transformó en mirada de rencor.
—Te diré por qué Tasha me buscó hace cuatro años. Shaun es un manipulador y tiene un historial de abuso emocional. Probablemente use el abuso como recurso para disimular su impotencia. Si no te ha abusado aún, pronto lo hará.
—Copiado. Pero dime, Craig, si ya te deshiciste de él ¿por qué vuelves a rondarlo? Si no vale la pena, ¿por qué no lo dejas en paz?
—Este es un favor que te quería hacer a ti antes de alejarme. Pareces una buena mujer y sumamente hermosa. De hecho, debes tener miles de hombres a tus pies, incluyéndome. ¿Por qué quedarte con él?
Le sonreí con sorna.
—Gracias por tus elogios. Olvidaste decir “sincera”. ¡Me encanta la sinceridad! Por eso te pido que me digas sinceramente: ¿por qué envidias tanto a Shaun?
—¡¿Yo?! ¡¿Qué podría envidiarle a él?!
—Eso me pregunto. Desde niño lo envidias, y -esto es un análisis completamente mío aunque no soy psicóloga- tu única diferencia con él era tu familia rota, por lo demás eran iguales. Dónde nace tu envidia no me lo explico. Y creo que tú tampoco. Te aconsejo hacer terapia para que puedas superarlo.
Volteé, abrí la portezuela de mi coche y me senté al volante.
—Y por favor, no vuelvas a contactarme. No me interesa hablar contigo. Me siento completamente capaz de descubrir por mí misma los vericuetos de la vida y salir airosa.
Cerré la portezuela, arranqué el motor y me marché.
Mi corazón estaba desbocado cuando conducía a máxima velocidad hacia el edificio de Shaun.
El instinto me decía que había algo más. Recordé a Craig enviando un mensaje cuando Shaun dejaba el aparcamiento, y verlo por el retrovisor, al marcharme, concentrado nuevamente en su móvil.
Aparqué mi coche frente al edificio y bajé casi corriendo. Tomé el elevador intentando calmar mis nervios porque tenía un feo presentimiento.