Familia por casualidad

8

- Si no me crees que todo va a salir bien, puedes hacer una foto de la matrícula del coche y enviársela a tu amigo para que te la guarde. También puedo darte mi pasaporte, pero, por favor, no me pidas un préstamo, porque tengo que reparar el coche después de la carrera, - dijo Dennis riendo a carcajadas, y yo no podía con las emociones positivas que este hombre evocaba en mí. Era tan amable, despreocupado, respiraba la vida al máximo...

- ¿Quieres que te haga una foto de la matrícula para que Stasia compruebe en la base de datos si tienes alguna multa por conducir mal? - No pude resistirme a hacer una broma sobre Dennis, y me puse a esperar su reacción a mis palabras, porque quién sabe, a lo mejor me estaba pasando de la raya y estaba encendiendo esta confraternización demasiado deprisa.

- Sí, y es deseable que pagues esas multas, - apoyó mi marido mi ola, y nos entregamos juntos a las buenas emociones, con tanta sinceridad que hasta la multitud de la entrada de la discoteca nos prestó atención y empezó a mirar a nuestra pareja con curiosidad. - Bueno, vámonos, que hay muchos curiosos cuarentones volando para picotear las semillas del espectáculo.

- ¡Vámonos! - Era realmente desagradable ser objeto de contemplación de aquellos aficionados a los establecimientos pretenciosos que no podían entrar, así que decidimos buscar al menos algo de diversión en la calle.

No se puede decir lo mismo de la sensación en el coche cuando Dennis y yo nos subimos y condujimos lo más lejos posible del establecimiento.

- ¿Adónde vamos? - pregunté por las dudas, porque nos conocíamos desde hacía menos de una hora y ya íbamos juntos a alguna parte.

- Ya lo verás. Te gustará, - el hombre se volvió un momento hacia mí, me dedicó una sonrisa y luego desvió la mirada hacia la carretera. Y sentí que debía tensarme, darme cuenta de que los desastres personales siempre empiezan con palabras como las que él acababa de decir, pero no lo hice. No sólo le tomé la palabra a Dennis de que "me gustaría", sino que me quedé tan tranquila como una boa constrictor. ¿Qué me estaba pasando a su alrededor?

No me avergonzaba el hecho de que lleváramos conduciendo mucho tiempo, más concretamente, más de cuarenta minutos. No me molestaba en absoluto que pronto tomáramos la carretera de salida de la ciudad. No me molestó en absoluto que no hubiera más coches que el nuestro. Era como si nada me importara en absoluto, excepto el hecho de que ahora estaba con Dennis y hablábamos como si nos conociéramos de toda la vida y por fin nos hubiéramos encontrado después de mucho tiempo separados. Hablamos de la carrera y de mis estudios universitarios, de sus planes de futuro y de los míos, incluso de los amigos que habíamos dejado atrás para relajarnos en la discoteca. La conversación fue tan relajada, fácil e interesante que nunca habría pensado que fuera posible hablar con un hombre al que conoces tan poco con tanta pasión y franqueza.

- ¿Estás lista? - Con estas palabras, el hombre pareció devolverme a la realidad, me recordó que íbamos a alguna parte con un propósito, y ahora parece que hemos llegado a nuestro destino.

- ¿A qué? - Salí de aquel charco de mermelada tan agradable y dulce y me dispuse a recomponerme, porque yo, como aquella mermelada, me desparramaba hacia los lados bajo la mirada de Dennis, como si estuviera bajo el sol.

Mirando por el parabrisas, no veía nada, porque había un campo a mi alrededor y sólo unos cuantos árboles solitarios que se erguían como ancianos solitarios en medio de este desierto. Por eso no me di cuenta de lo que hablaba mi marido y de lo que quería decir cuando me preguntó si estaba preparada.

- Vamos, - en lugar de admitir lo que quería decir, Den hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta como insinuando que debía sacar su carcasa del coche, y él mismo saltó del coche como ejemplo. Rodeó el coche y, abriendo la puerta de mi lado, me tendió la mano.

Puse mi miembro en la palma del hombre sin dudarlo e inmediatamente me arrepentí de mi imprudencia, porque fue como si me electrocutara en ese momento, tanto que incluso di un respingo hacia atrás y casi aterrizo con el talón en el asiento. Sólo gracias a Dennis pude salir y no avergonzarme del todo.

- ¿Va todo bien? Era imposible no notar la vergüenza por mi parte, así que el hombre hizo una pregunta lógica, y en su cara se veía perfectamente que estaba preocupado por mí. Esto demostró una vez más lo amable y sensible que es Den, y lo mucho que se preocupa por los demás.

- Sí, todo va genial, - conseguí calmar ese extraño temblor que me vino después de que nuestras manos se tocaran, y como si me hubiera acostumbrado a esas vibraciones que sentía de él, sonreí lo más sincera y ampliamente posible y seguí a Dennis.

Pero antes de que pudiera superar el estupor que me cubrió durante un par de instantes, tuve que abrir la boca sorprendida una vez más. Esta vez, ante lo que veía ante mis ojos. Mientras estaba sentado en el coche, no entendía por qué habíamos venido aquí, pero ahora todo quedaba atrás, porque este lugar era increíblemente hermoso. Después de caminar unos cien metros, los dos nos encontramos cerca de un acantilado que se convertía en un lago abajo, con las estrellas titilando en el horizonte y el agua iluminada como linternas. Era impresionante, te hacía contener la respiración. Era una combinación de todo: el miedo a que, si dabas un paso, pudieras estrellarte contra esas rocas, y la fascinación por cómo la naturaleza creaba una belleza tan increíble sin la mano del hombre.

- ¿Te gusta? - No me había dado cuenta de que Dennis estaba detrás de mí, así que no esperaba que su aliento me quemara la oreja y que sus palabras hicieran que mi corazón latiera como loco y casi me soltara y volara sobre este acantilado como un pájaro libre.

- Es maravilloso, nunca había visto tanta belleza, y esta es la verdad, porque antes no conocía este lugar, ni siquiera sabía que existía tanta belleza, así que le agradecí al chico que me abriera los ojos a cosas tan aparentemente obvias, pero increíblemente geniales. Fue realmente un momento "wow".




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