Familia por casualidad

18

- Oye, Vi, ¿qué te pasa? Qué estás haciendo? - Suena tan fuerte en este silencio sepulcral que reboto en el sofá, y entonces es como si me hundiera con el talón en miles de agujas que se clavan en mi solomillo y me causan dolor físico. Que se suma al dolor moral.

- ¿Por qué gritas? - le siseo a Stasia en voz baja, pero lo hago de tal manera que ella sube el volumen, ya que sólo he conseguido calmar a los niños. ¿Quieres volver a acostarlos durante casi una hora?

En serio, mi amiga y yo conjuramos a su hija y a mi hijo durante casi sesenta minutos, porque los niños se turnaban para dar conciertos y así se excitaban mutuamente. A Stasia y a mí nos costó mucho esfuerzo parar a estos cantantes pop y hacer que tuvieran sueños bonitos, ¿y ahora esta chica quiere deshacer todos estos esfuerzos con su altavoz?

- No, en serio, ¿por qué estás tan enfadada? - La chica se sienta a mi lado y susurra de un modo que ni una mosca oiría si pasara volando. - Cuando te dejé, estabas muy beligerante con esta entrevista, y ahora pareces un pelele.

- Muchas gracias por el cumplido tan increíblemente bonito, - exprimo una sonrisa sarcástica para mi amiga, e inmediatamente me desanimo, porque mi humor se ha deteriorado de verdad en apenas un par de minutos de ausencia de Stasia.

- Venga, no empieces a hacer pucheros de resentimiento, - la chica me da un codazo con el hombro y quiere calmar la situación, - ¿qué te pasa? Y no digas nada, veo perfectamente que algo va mal.

- Algo va mal, es verdad -no es que tenga muchas ganas de contarle a mi amiga lo que ha pasado, pero parece que no me dejará marchar hasta que consiga la información que necesita-, Oleg Valerievich llamó y dijo que la secretaria no podría venir a la entrevista conmigo.

- ¿Es Oleg Valerievich tu posible jefe?

- Bueno, a la larga, sí, - es un buen amigo de Elsa con el que iba a conseguir un trabajo si todo iba bien. Durante la última semana, mi jefa me ha estado contando lo buen hombre que es Oleg Valerievich y lo mucho que valora a sus empleados. La mujer le hizo tantos cumplidos que empecé a dudar de que lo considerara sólo un buen amigo suyo y no quisiera algo más...

- Entonces, ¿no hubo entrevista? - Stasia se enfadó inmediatamente cuando se enteró de esta información, porque deseaba tanto como yo que yo consiguiera un trabajo en esta organización. Incluso habíamos acordado con ella que, si todo iba bien, se ocuparía de nuestros dos hijos y cuidaría de mi hijo mientras yo estaba en el trabajo. Igual que cuando trabajaba en una farmacia. A diferencia de mis padres, los padres de mi amiga estaban muy contentos de tener una nieta, así que le aseguraron a Stasia que podía contar con ellos en cualquier situación y directamente le echaron dinero. Así que su amiga no necesitaba trabajar y dedicaba su tiempo libre a criar a su hija. Ah, y sí, entre medias, arregló su vida personal, no sin ella.

- Pero no, así sería, su hijo realizaría la entrevista, no todos sus planes para hoy se habían ido al carajo, la entrevista tendría lugar, pero quedaba un regusto desagradable. Era como si el propio destino me insinuara que no me quedaría allí mucho tiempo y que volvería a mi antiguo trabajo.

- Entonces, ¿por qué renunciaste? ¿Estás de broma? - Stasia volvió a elevar el tono, así que tuve que sacudirla bruscamente para que bajara a tierra. - Esta es una gran oportunidad. Una oportunidad increíble, - añadió con calma, sin gritar, pero sus ojos seguían ardiendo por algunos pensamientos que se le habían ocurrido a aquella cabeza brillante.

- ¿Qué oportunidad? - No entendía de qué oportunidad hablaba mi amiga.

- Cambia inmediatamente esto, - señaló mi ropa, que consistía en unos vaqueros normales y una camiseta de golf, - por un vestido de noche.

- ¿Por qué? - Mientras el cerebro de Stasia ya funcionaba a pleno rendimiento, el mío se ralentizaba y bastante.

- ¿Por qué? Para sumar puntos a mi currículum y conseguir el trabajo. Dios mismo te envió semejante oportunidad en la forma del hijo de tu jefe, y sería un pecado no aprovecharla.

- En realidad iba a ganar este trabajo con mi cerebro, no con mi forma. - ¿Crees que todos los hombres están esperando a que las chicas alardeen de sus lugares más secretos delante de ellos? - Lanzo un alfiler en dirección a mi amiga, intentando enfriar un poco su temperamento. Pero dónde está...

- Amiga, no desaproveches esta oportunidad, - la chica se mantiene firme y no parece dispuesta a renunciar a su objetivo, - no te digo que hagas algo tan indigno con él por esa posición, sino para despertar su interés. Para dejar volar la imaginación de un hombre, y una vez que consiga el codiciado puesto, podrá llevar estos conjuntos hasta que se jubile. No lo intento por mí, lo intento por ti. Y deberías hacerlo lo mejor posible por ti y por tu hijo, que necesita un futuro brillante. Y un futuro brillante sin dinero son cosas incompatibles en nuestro tiempo. Desgraciadamente.

¿Por qué sigo escuchando los consejos de Stasia después del incidente con ese maldito club y mi embarazo, que vino después de visitarlo? Probablemente porque es casi la única persona en este mundo blanco que de verdad me desea lo mejor a mí y a mi bebé de todo corazón. Pero muy a menudo resulta que los consejos de nuestros seres queridos se vuelven en nuestra contra...




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