Familia por casualidad

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Qué emociones tan radicalmente distintas experimenté ayer, cuando fui al despacho de mi jefe para asumir oficialmente mi nuevo cargo, y hoy, cuando el camino hacia el despacho de Oleg Valerievich era como un sendero hacia el andamio. En apenas un par de segundos, me había puesto en un estado deplorable, estaba caminando, y todo empezó a difuminarse y desvanecerse ante mis ojos. Y está claro por qué, si mis conjeturas son correctas, y estoy noventa y nueve y nueve por ciento seguro de que lo son, entonces, por supuesto, el jefe tomará partido por su propio hijo. Y yo... Estoy en el borde de mi asiento, que podría cortarse en cualquier momento.

- Buenos días, Oleg Valerievich, - a decir verdad, una mirada al jefe bastaba para comprender que no estaba de buen humor. Si ayer estaba de buen humor y me apetecía comunicarme con él, hoy estaba más negro que una nube negra y apenas podía contenerme para no salir corriendo de la oficina en ese mismo momento.

- Puede que sea un buen hombre, Viola, pero no puedo decir lo mismo de mí, - dije, confirmando que esta conversación no se cubriría de miel.

- Oleg Valerievich, ¿ha pasado algo? - Decidí ser proactiva, así que cuando seguí la orden de mi jefe y me senté en la silla, hice la pregunta más apremiante. Por supuesto que había pasado algo, y estaba claro que nos implicaba a él y a mí, pero ¿qué? ¿Cómo de grave era la situación? ¿Quién me había vuelto a poner la zancadilla y por qué?

- Ha pasado, Viola, ha pasado, - el jefe sacudió la cabeza y me miró como si yo fuera su principal esperanza en este mundo y le hubiera decepcionado de un plumazo, - por mucho que odie decirlo, no tengo otra opción. Te voy a poner a prueba.

- ¿No le ha gustado mi trabajo en este puesto? - hago mi suposición, aunque casi en el mismo momento me doy cuenta de que más bien me la sacan de la manga, porque sólo llevo aquí un día, ¿cómo iba a determinar Oleg Valerievich mi nivel de profesionalidad en un día?

- No, la cuestión no es si me ha gustado o no, esa no es la cuestión, - el hombre hizo una pausa, como si estuviera seleccionando las siguientes palabras que debía decir, pero no quería dejarme estupefacto, - para ser sincero, si te hubieran contratado por un anuncio, hoy mismo habrías sido despedido de mi bufete. Pero como Elsa me ha preguntado tanto por ti, te doy una oportunidad para que resuelvas todos tus problemas y recuperes mi confianza en ti como empleado concienzudo y responsable.

- ¿Cuánto durará este período de prueba? Dos semanas, - ¿verdad? ¿O puede ser más largo? ¿Un mes? En otras circunstancias, estaría dispuesta a trabajar gratis durante dos meses y a emplear todas mis fuerzas y capacidades para conseguir el puesto que quiero, pero no cuando tengo un niño pequeño en brazos al que hay que dar de comer, vestir, llevar al ambulatorio...

- Hasta que tu asunto con la policía se resuelva...

Aquí es donde mi sistema se bloqueó y empezó a congelarse tanto que amenazaba con no salir de este estado de error en todo el día de hoy. O incluso para el próximo par de días... ¿La policía? ¿Qué policía? ¿Qué puedo tener yo que ver con la policía?

- Perdona, Oleg Valerievich, ¿de qué estás hablando? ¿Qué policía? ¿Qué cuestión con la policía? - Venga, explícame algo, porque esto amenaza con meterme en un manicomio. Un montón de pensamientos empiezan a volar en mi cabeza como flechas, como si el Cupido de la desgracia decidiera hacérmelo pasar mal y mostrarme lo mal que se puede estar realmente.

- ¿Quieres decir que no lo sabes? - El director se sorprendió de que realmente no supiera de qué estaba hablando, pero por supuesto esta sorpresa no encajaba con la mía, porque me sentía como pegamento líquido filtrándose por pequeñas grietas y fluyendo hacia abajo desde esta oficina. Tenía tantas ganas de estar en otro sitio.

- No, - no sé si conseguí decir esta única palabra o no, porque estaba en una especie de postración, así que no podía estar seguro de que realmente sonara en voz alta y no sólo en mi cabeza. Pero para reforzar el resultado, empecé a mover la cabeza negativamente. Espero que al menos Oleg Valerievich lo entienda y lo interprete correctamente.

- Se ha presentado una denuncia policial contra ti, así que oficialmente no puedo tenerte en mi compañía mientras dure la investigación. Lo siento, pero incluso con todo el respeto que siento por ti, y sobre todo por Elsa, no puedo arriesgar mi reputación. No puedo tener a alguien con casos criminales abiertos trabajando para mí...

"Una persona con casos criminales abiertos"... ¿Podría haber imaginado, o incluso permitido, que esa frase se aplicara a mí? ¿Que otras personas me asociarían con esa frase? No, nunca en mi vida. Ni en un millón de años. Pero después de aquella maldita velada con Dennis, mi vida dio un giro brusco, y no estaba claro hacia dónde se dirigía

- Finalmente, - tras masticar la información recibida, que casi se me atraganta, decidí hacerle a mi jefe una pregunta que me interesaba mucho. ¿Quién es esta rata? ¿Dennis? ¿No le gustó lo que le hice ayer? ¿Herí los sentimientos de este mayor narcisista?

- ¿Quién, qué? - Por supuesto, era un tren en mi cabeza que corría desbocado y ya intentaba barrer al que se había puesto en mi contra, Oleg Valerievich no pensaba en la misma dirección que yo en ese momento.

- ¿Quién escribió esta declaración? - Si el jefe tiene tan malas noticias sobre mí, entonces debe saber quién quería estropearme las frambuesas, ¿no? Tiene cierta lógica, ¿no?

- No sé nada de eso, acabo de recibir una carta de recomendación en la que se indica que se ha abierto una causa penal contra usted, y que tiene que venir a esta dirección lo antes posible. Por cierto, esta es la dirección a la que debe acudir, - y al mismo tiempo el supervisor me entregó un pequeño impreso en el que estaban escritas las cosas que el hombre había dicho unos minutos antes, - por hoy puede usted ser libre. Ocúpese de este asunto e intente resolverlo todo lo antes posible. Estoy dispuesto a darte algo de tiempo, Viola, pero mi paciencia tampoco es de goma. Primero, una de ellas huye de aquí como si la hubieran retenido a la fuerza. Luego, la otra encuentra un montón de caballeros y me manda casi un mensaje directo para que me envíe tres cartas alegres. Y ahora tú...




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