Familia por casualidad

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- Y de verdad cree que yo podría haber infligido lesiones corporales graves a esta... - el investigador levantó la ceja en forma de pregunta, haciéndome una indirecta evidente, y yo me detuve a tiempo de no decir una estupidez que no sumara puntos a mi marcador de posibilidades de salir de este embrollo, - ¿esta persona? ¿De verdad crees que puede ser verdad?

- Querida Viola, puedo verte perfectamente delante de mí, también puedo ver al señor que escribió esta declaración en tu nombre, y sí, tengo muchas preguntas sobre si esto es cierto, y está claro que algo no cuadra... bueno, claro que no, porque Nikita no es un toro, pero es bastante grande, y yo no soy una modelo frágil con proporciones perfectas, pero soy bastante delgada, todo está en la superficie. - Pero, por favor, compréndame, estoy aquí para hacer mi trabajo, no para recoger rumores por la ciudad. Si estuviéramos sentados en la cocina y charlando de esto y de lo otro, estaría de su parte, porque creo que es poco probable que usted pudiera haberle hecho nada a ese hombre. Pero estamos en una institución estatal, y nos guiamos por los hechos y las pruebas. Créame, he visto muchas cosas en mis casi quince años de servicio, y sin duda hubo señoritas frágiles que hicieron daño a sus amados maridos. O incluso si terminó mal... Para los maridos de estas chicas.

- Pero él no es mi marido, - por alguna razón, incluso en mis pensamientos, era repugnante imaginar que Mykyta podría ser mi marido o incluso sólo un novio. Probablemente porque una vez lo había echado de mi vida y le había demostrado que no quería tener nada que ver con él. Pero esta vez, el sinvergüenza estaba preparado y ahora no sólo llamó a la puerta de mi afecto, sino que saltó con ambos pies y la arrancó de sus goznes

- Pues es aún peor si no es tu marido. Así que será bastante difícil llegar a un acuerdo amistoso, ¿no? - El investigador parecía reacio a ocuparse del caso. O no le veía sentido a esta afirmación, o se ponía de mi parte.

- Diría que era casi irreal, - por alguna razón, enseguida pensé que Nikita querría chantajearme de esta manera. Por ejemplo, empiezo una relación con él, le dejo que venga a verme, cumplo su anhelado deseo, y él retira su declaración a cambio para que yo no tenga malas consecuencias después de hablar con las fuerzas del orden. ¿Qué más podía querer de mí? Creo que es poco probable que se alegre de verme entre rejas. Aunque, demonios, ¿qué cárcel? ¿Por qué debería ir a la cárcel? ¿Por sólo abofetearle? - Sí, pero ¿qué hago después? ¿Cuál es el proceso?

- A continuación se recogen pruebas, y la víctima debe aportar alguna prueba de que ha sufrido lesiones corporales graves y de que has sido tú quien se las ha infligido. La investigación tiene que analizarlo todo y emitir un veredicto, - dijo Artur Stepanovych como si siguiera un manual, pero tras las palabras “pruebas” dejé de escuchar al investigador y me quedé absorto en mis propios pensamientos.

Pruebas. ¿Qué pruebas podía haber de que yo hubiera infligido lesiones corporales graves a Nikita? ¿Lo dirá él mismo? Aunque no es una prueba, es puramente nada. El público alrededor en ese restaurante. Tenía que haber alguien falso o interesado en confirmar las palabras del doctor. Se suponía que era una cena tranquila, calmada y amistosa, así que es poco probable que alguno de los amigos de Nikita estuviera en el mismo restaurante al mismo tiempo. ¿Interesados en ahogarme? No es probable. ¿Por qué querría alguien meterse en problemas con la policía? Después de todo, ellos serán los que serán llamados como testigos, y a poca gente le gustará esta hemorroide. ¿Qué más...?

¡Mierda! ¡Claro! ¿Por qué no pensé en eso de inmediato? Es tan obvio.

- Vale, gracias, hasta luego, - dije en un suspiro, y menos mal que el investigador no tenía preguntas para mí, o simplemente no tenía tiempo para navegar por este cambio instantáneo de mi estado de ánimo. Al fin y al cabo, salí volando del despacho de Artur Stepánovich tan deprisa como si ya me estuviera enfrentando a una condena de diez años de cárcel, y quisiera escapar de este castigo. Como si dependiera de mis pies decidir dónde y cómo pasaría la próxima década.

Pero en realidad, todo era diferente. A las cámaras, sí, hacia eso corría. Hacia las cámaras del restaurante donde supuestamente había infligido graves lesiones corporales a Nikita. Debería haberme adelantado a este bastardo y negociado de alguna manera con la dirección de este establecimiento para silenciar las cosas. Sí, eso es exactamente lo que deberías haber hecho. Tienes que ser proactivo.

Sólo que cuando salí de la comisaría, me encontré con otro obstáculo en mi carrera hacia un futuro tranquilo y equilibrado. Y el obstáculo fue el que empezó todo. Dennis estaba delante de la comisaría y, en cuanto se fijó en mí, su rostro concentrado se descompuso en una sonrisa de satisfacción.

- Tardas tanto, creía que te habían llevado a un lugar no muy lejano para que descansaras...

- Deberían haberte enviado allí hace mucho tiempo, ¡escoria como tú pertenece a ese lugar! - No pude resistirme a lanzarle una puya a Dennis, al darme cuenta de que mi mala situación actual dependía casi directamente de su emotividad. Al fin y al cabo, él había sido quien había alborotado a Nikita ayer, y luego Nikita la tomó conmigo, por lo que recibió una bofetada, que ahora era el objeto del problema. Es decir, Dennis no estaba ni siquiera a través de un par de enlaces, sino directamente relacionado con las consecuencias que me estaban acarreando después de lo de ayer.

Pero no iba a quedarme en compañía de este pavo, nada bueno saldría de ello, así que giré noventa grados y me dirigí a la parada del autobús. En realidad, pensaba llamar a un taxi para llegar cuanto antes a aquel restaurante, para adelantarme a Nikita y no darle ninguna oportunidad, pero quedarme aquí parada no era una opción. En los cinco o siete minutos que estaré esperando al coche, este cabrón me llevará a un ataque de nervios. Es un maestro en esto, lo hace con una explosión.




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