Cuanto más se acercaba la noche, peor me sentía mental y físicamente. Al igual que durante el periodo de enfermedad, cuando por la mañana y durante el día uno se siente más o menos satisfactorio, por la tarde sube la temperatura, empieza a doler todo el cuerpo y se tiene la sensación de que un camión nos ha atropellado y lo ha hecho repetidamente.
Después de expulsar el agua de mi cuerpo en forma de lágrimas, me dije a mí misma que tenía que salir de este lío de alguna manera, y que ya me compadecería de mí misma con el tiempo, cuando no me quedaran más opciones, pero que por ahora tenía que luchar mientras tuviera la oportunidad y la fuerza para hacerlo. Mi primera esperanza era Stasia, a quien pediría la cantidad de dinero necesaria, o al menos la mitad, para dársela a aquella serpiente con título de madre. Aunque mi amiga no tenía trabajo, esperaba que pudiera pedir dinero prestado a sus propios padres y dármelo durante cierto tiempo, y yo me lo trabajaría todo. Cada céntimo e incluso más para salvarme a mí misma y a mi hijo. Mi pequeña familia. Pero este plan se vino rápidamente abajo en cuanto Stasia me dijo que sus padres ya habían ajustado el presupuesto de gastos lo suficiente como para que un préstamo para su amiga quedara descartado. Así que no es de extrañar que, tras la marcha de la chica, me invadiera de nuevo la histeria, que conseguí calmar de dos maneras. La primera fue, por supuesto, mi hijo, una mirada al cual me bastó para darme cuenta de que lucharía hasta el final e incluso más, pero me aseguraría de que bajo ninguna circunstancia me lo arrebataran y lo privaran no sólo de su padre, sino también de su madre
Y la segunda razón por la que he mantenido la cabeza fuera del agua hasta ahora es la unidad USB que me dio Dennis. Si hubiera visto un espacio en blanco en ese trocito de plástico o algún vídeo de broma al estilo de mi marido, habría destrozado mi estado una vez más. Pero cumplió su palabra, y todo el fragmento estaba realmente allí, desde el momento en que mi hijo y yo intentamos colarnos por aquella pequeña puerta del restaurante hasta el momento en que salimos del restaurante junto con mi hijo. Como si esto fuera algo bueno, como si debiera alegrarme de que Den me ayudara en este sentido, pero de nuevo varias preguntas empezaron a asaltar mi mente. ¿Cómo consiguió que el restaurante le diera esa información? Era confidencial, ¿verdad? ¿Por qué intentaba conseguir este vídeo? ¿Se sentía culpable por haber arruinado la velada? ¿O era sólo un deseo de demostrar que él podía hacer algo que yo no podía?
- Buenas noches, soy Viola, ¿interrumpo? - Para no atascar mi cerebro con preguntas innecesarias y no buscar respuestas a las mismas, decidí pasar a la última forma de nadar hacia la superficie desde el fondo en el que me había acostado. Y este camino era volver a mi antiguo trabajo en la farmacia.
- Sí, hola, Viola. Todo va bien, ya estoy en casa, descansando. ¿Qué tal estás? - Elsa fue la persona que me ayudó a salir de todo tipo de períodos difíciles de mi vida, y como el nacimiento de mi hijo trajo consigo muchos más momentos difíciles, porque un hijo es una responsabilidad muy seria, no sé qué habría hecho sin ella. Mi mujer podía prestarme dinero hasta que me llegara el sueldo, y podía cubrirme si no podía ir a trabajar por la enfermedad de mi hijo. Una retaguardia fuerte que siempre estaba dispuesta a ayudar. Cuánto me hubiera gustado tener una madre así, no la que ya tengo...
- Para ser honesto, es por el trabajo que estoy llamando...
- ¿Qué pasa? ¿Necesitas algún consejo? ¿Alguna información?
- No, no es sobre eso, - sería súper fácil pedir consejo, pero desafortunadamente, no es el caso, - ¿podría volver a trabajar para ti en la farmacia?
- ¿Qué ha pasado? ¿Te peleaste con Oleg Valerievich o algo así? Parece que no hubo ninguna pelea como tal. Pero, por otro lado, la actitud de mi jefe hacia mí ha cambiado claramente. Y no para mejor.
- Tenemos algunos desacuerdos que, por desgracia, nos impedirán seguir trabajando codo con codo: el peor resultado posible.
- Para ser sincera, otra chica ya ha ocupado tu lugar. Esperaba que te fuera bien en tu nuevo trabajo, confiaba en ti, así que contraté a otra empleada para sustituirte. Por supuesto, puedo hablar con ella y pedirle que se vaya, pero tendría que pagarle tres meses de sueldo como multa, y no es muy agradable desde el punto de vista humano. Está haciendo un buen trabajo, es su primer empleo y...
- No, no, lo entiendo, no hay problema, pero mi conciencia acabará por morderme por el hecho de haber despedido a otra chica que tenía sus propios planes, objetivos, deseos. Después de todo, yo también vine a trabajar para Elsa con la esperanza de un futuro mejor, así que al menos me sentiría mal si alguien quisiera cruzarse en el camino hacia ese futuro mejor.
- Viola, si hubiera sabido que acabaría así, te habría aceptado de buen grado. Pero esperaba que fueras capaz de demostrar tu valía en tu nuevo puesto y alcanzar tus metas.
Sí, Elsa, no estuve a la altura de tus expectativas. No estuve a la altura de las expectativas de mis propios padres. Y lo peor es que podría no haber estado a la altura de las expectativas de mi propio hijo. Sí, aún es demasiado joven para esperar nada, pero un hijo no querría crecer avergonzado de su propia madre...
¿Por qué soy un fracaso? ¿Por qué todo me sale mal? Ese día quise dormir un poco más, por así decirlo, para estar totalmente preparada para más problemas, y entonces tuve un golpe de suerte cuando alguien me llamó al móvil muy insistentemente. Y eso a pesar de que la melodía ya había sonado dos veces de principio a fin y el parto había vuelto a empezar.
Maldita sea, son las siete de la mañana, ¿quién se preocupa de mí a estas horas tan tempranas?
Mi móvil dejó de sonar y me disponía a abrir el registro de llamadas para ver quién era la alondra, cuando se me reveló la respuesta: Oleg Valerievich. Era su número y su nombre y patronímico los que aparecían en la pantalla de mi aparato. Me quedé mirando el teléfono, arriesgándome a ignorar a mi jefe por cuarta vez. O mejor dicho, sería más exacto decir: a mi antiguo jefe. ¿Qué podía querer de mí? Ayer me lo dijo a la cara sin ambages. ¿Qué más puede decir un hombre que sea interesante y valga la pena?