- Dennis O... Oh, probablemente volveré más tarde, - fueron las palabras de un hombre que nos pilló a Dennis O y a mí en una situación muy picante. Éramos como dos peces varados en la orilla después de unas "negociaciones exitosas", roncando pesadamente y, afortunadamente, no estábamos vestidos, sino cubiertos con ropa por encima. Al menos eso nos salvaba de lo que pudiera ver el empleado, que acababa de decir que volvería más tarde, pero seguía allí de pie mirándonos a cada uno por turno. Y ni hablar de que no le habían enseñado a llamar a la puerta antes de meter el pico en el despacho ajeno. ¡Ganado maleducado!
- ¡Así que sal! ¿Sabes dónde está la salida, verdad? Porque si te enseño la salida, no te va a gustar, ¡no te va a gustar mucho!
Bueno, hasta yo casi salto del sofá del despacho de Dennis, y casi empiezo a vestirme para salir cuanto antes de aquella habitación. ¿Qué podemos decir del hombre que salió furioso de la sala mientras el jefe pronunciaba sus últimas palabras? Evidentemente, no quiso buscar una salida con Dennis Olegovich, así que lo hizo por su cuenta.
Me honra saberlo. Lo pasamos bien, recordamos lo jóvenes y jugones que éramos, tenemos que hacer las maletas y largarnos de aquí antes de que mi mente vuelva a quedarse en blanco y quiera organizar un segundo asalto en este enfrentamiento. En el que ganó Dennis, pero no resistí mucho tiempo, porque quería rendirme a este hombre y entregarle todas las riendas del poder.
Giro mis talones hacia mi ahora nuevo jefe y empiezo a tirar de las cosas. Quiero hacerlo cuanto antes, pero, en primer lugar, mi cuerpo está empapado después de la salvaje carrera que estoy seguro que al menos la mitad de esta planta ha oído. Y en segundo lugar, no es tan fácil hacerlo, porque la mirada del hombre es muy intensa, y con esa mirada casi me hace agujeros en el cuerpo. Me mira tan de cerca, como si hubiera venido a admirar el cuadro, y no tengo nada que reprocharle, sino al contrario, debo admitir que es un conocedor del arte elevado.
Consigo hacer frente a esta tarea extremadamente difícil de tirar de mis pertenencias y salir, casi dejando la habitación, incluso poniendo la mano en el pomo de la puerta, cuando esta estatua silenciosa muere, y sin embargo muestra que tiene una lengua, y no la ha perdido en alguna parte.
- ¿Hay algo que quieras decirme?
Tengo que darme la vuelta para darme cuenta de lo que el hombre quiere de mí. Y por mucho que no quiera llamar demasiado la atención, veo que Dennis sigue llevando la ropa que le dio a luz su madre. Definitivamente no es uno de los asustados.
- Hasta mañana, Dennis Olegovich, - digo, forzando los ojos para mirarle a la cara, no a lo que tanto me interesa. Hay mucho espacio para que la imaginación vuele allí... Tanto que las piernas casi me Den de sí de tanto verlo.
- ¿Y eso es... todo? ¿Ningún comentario sobre lo que acaba de pasar?
- Ah, querrás decir que, Dennis Olegovich, - los ojos del hombre siguen ardiendo, está esperando a que comente lo que se me ha venido encima, - lo hemos pasado bien. Podría haber sido mejor, claro... Pero es lo que hay. Hasta mañana, Dennis Olegovich.
Y sin esperar a la siguiente frase del gerente, me giro hacia la puerta para salir de aquí, y más aún para ocultar mi cara. Porque al instante se pone roja. Por dos razones. Por la mentira de que podría haber sido mejor, porque en realidad no es posible... Fue perfecto, pero por supuesto no se lo admito. Y la segunda... Del orgullo en mí misma de haber sido capaz de inyectarle tan deliciosamente. Por así decirlo, responder a mi marido con su propia maniobra.
- Qué pesadez, - aún no me da tiempo a cerrar la puerta a tiempo, y oigo un piropo hacia mí al salir. Incluso sin ver la cara de Dennis, sé que está sonriendo al mismo tiempo, sabiendo que le he puesto en un aprieto con mi arma.
Por eso, cuando me encuentro fuera, lejos de los encantos del hombre, que por segunda vez han funcionado en mí, de modo que he echado la cabeza a un lado y le he dicho que descansara mientras me entregaba a mis emociones, es entonces cuando aparece una sonrisa en mi rostro. Hoy he conseguido un trabajo estupendo, y la entrevista ha ido tan increíblemente bien que será casi imposible superarlo algún día. Y ni siquiera lo intentaré, porque dudo que haya otra persona ante la que reaccione tan bruscamente como ante este... jefe.
Pero todo cuento de hadas tiene que llegar a su fin, y el mío, aunque agradable, está llegando a su fin... Porque tengo que hablar con mi madre. En los cuentos de hadas, el bien siempre triunfa sobre el mal, pero de nuevo, esto no es un cuento de hadas, es la vida real, y si además el mal es tu propia madre, que te conoce desde que estabas en pañales y sabe todos tus puntos de dolor, puede ser bastante malo. Después de todo, este mal presionará sobre estos puntos dolorosos, y no sólo presionará, sino que los golpeará con un mazo...
Decidí no posponer el asunto urgente hasta que las escobas nuevas estuvieran listas, porque no se puede divertir uno lo suficiente antes de encontrarse con el mal, así que llamé a mi madre para decirle que alejara sus amenazas. En sentido figurado, pero en realidad era culturalmente apropiado decirle a esta mujer que su plan no funcionaría y que mi hijo se quedaría conmigo. Como debe ser. Incluso se me dibujó una sonrisa en la cara cuando me di cuenta de que había conseguido salir de esta difícil situación.
Pero no pude sonreír mucho tiempo, porque mi madre no cogió el teléfono. Vale, quizá me esté gastando una pequeña broma, la llamaré más tarde. Puede que incluso tenga que ir al apartamento de mis padres, cosa que no quería hacer, porque no quería ver las caras de las personas que habían apuñalado a mi propia hija por la espalda, pero si tenía que hacerlo, lo haría. Pero antes de eso, definitivamente debería ir a casa y tomar una ducha. La ropa se me pega desagradablemente al cuerpo y me siento como si acabara de salir de una sauna, Dennis y yo nos dimos un buen baño de vapor...