Una silueta familiar aparece en el umbral del restaurante y, habiéndome encontrado con la mirada, se dirige inmediatamente con paso seguro hacia la mesa donde estoy sentado. Con confianza, decisión y fuerza, este hombre camina hacia mí, mientras yo estoy moralmente desmontado, preocupado hasta tal punto que intento ahuyentar esta excitación con dolor, apretando los dedos en una cerradura hasta el punto de sentir dolor. Para despejarme de esta manera.
- Hola, - asiente David e inmediatamente se sienta frente a mí, lo que hace que mis nervios se vuelvan aún más salvajes y que a duras penas evite desmayarme en ese mismo instante. Este hombre siempre ha actuado conmigo de una forma incomprensible, y ahora me parece la apoteosis de nuestro conocimiento.
- Hola, - no sé si el hombre oyó mi chillido, porque tenía la boca seca como un desierto, sentía la lengua como madera y, encima, parecía que había olvidado cómo hablar en un instante.
- ¿Quieres comer algo? - Me señala con la cabeza el menú que hay junto a mi vaso, que antes contenía agua. Pero como hoy soy todo nervios, lo vacié de un trago, y la camarera se tomó su tiempo para llenarlo de nuevo.
- No, gracias, - la comida es lo último que me apetece. En primer lugar está claramente el sueño de recomponerme y no dejar que mi mente divague. Pero está claro que este deseo no está destinado a hacerse realidad hoy. No consigo serenarme.
- Bien, yo tampoco tengo hambre. Entonces arreglemos esto rápido y separémonos como barcos en el mar, ¿de acuerdo?
- Vamos, - acepto la propuesta, pero me doy cuenta de que no podremos irnos así como así. Al menos, tendremos algo en común. Algo muy importante. Algo significativo. Algo que nunca me permitirá olvidar a este hombre y lo que pasó entre nosotros.
- Mi abogado lo ha preparado todo de antemano, así que puedes firmar estos documentos ahora mismo, o puedes leerlos por encima y firmarlos después si no confías en mí, - David pone un montón de papeles encima del menú, papeles que cambiarán mi vida. Igual que hizo este hombre. Irrumpiendo en mi vida y poniéndola patas arriba.
- Confío en él, de verdad, y no quiero estropear la relación con el hombre, porque si le muestro mi desconfianza, si le muestro que dudo de él.... Será malo. No sólo para él. No sólo para mí. Será malo para los dos. - Excepto...
- Espera, - dice David, extendiendo la mano hacia delante, y al segundo siguiente aparece un teléfono móvil en su otra mano, el hombre piensa un par de segundos, me mira y se lleva el aparato a la oreja. - ¿Qué querías?
Me llama una mujer. Está claro que quien llama no es un hombre. Y aunque no debería importarme, no debería preocuparme, me preocupa. Lo estoy. Estoy nerviosa. Me pongo aún más nervioso.
- ¿Un niño? ¿Qué niño? ¿De mí? - Estaba acostumbrada a ver a este hombre seguro de sí mismo, decidido, poderoso, y me parecía que nada ni nadie podía sacarle de su rutina. Y, sin embargo, pensé que no era un hombre de hierro y que tenía emociones, porque ahora puedo ver perfectamente cómo se pone más rojo a cada palabra, cómo sus ojos se redondean de asombro, y me mira con esos ojos como si me estuviera mirando a mí, pero en realidad la mirada de David se dirige a través. Es como una lanza atravesando mi cuerpo. - Vale, ¡no empieces, no grites! Estaré allí pronto. ¡He dicho que llegaré pronto!
En un momento, vuelve a ser el hombre que conozco. Puedo sentir el poder en sus palabras de nuevo, él es inquebrantable de nuevo. Vuelve a estar al mando y pone todo en su sitio.
- Tengo que ir urgentemente. - Sí, tienes que ir. Sí, tienes que irte. Con otra mujer. A una mujer que tiene un hijo con él. - Entonces, ¿firmas?
- Sí, sí, - cojo un bolígrafo, garabateo rápidamente en los papeles y tiro el bolígrafo a un lado como si fuera una serpiente venenosa que pudiera morderme en cualquier momento y eso pusiera fin a mi viaje por este mundo de una vez por todas. Pero en realidad, no sólo estoy tirando el bolígrafo a un lado, no, estoy tirando a un lado todo lo que me une a este hombre. Porque, sencillamente, él no me necesita. Él tiene su propia vida, yo tengo la mía. Eso es todo, ese es el final del cuento de hadas...
- Gracias por su colaboración, que tenga un buen día.
"Cooperación"... Mientras mi cerebro intenta procesar esta palabra, comprender el hecho de que David llamara “cooperación” a todo lo que ocurrió entre nosotros... El hombre sale del restaurante y sólo en el último momento consigo levantar la cabeza y echar un último vistazo a la silueta de este hombre. No volverá a estar en mi vida. Y en mi vida...
Con dedos temblorosos, saco de mi bolsillo lo que debía enseñarle a David. Lo que se suponía que iba a dar nueva vida a nuestra relación. Lo que se suponía que iba a hacer nuestra relación tan fuerte que nadie ni nada la rompería jamás. Pero resultó al revés... Ahora estoy aquí mirando las cenizas, lo que queda de lo que hubo entre este hombre y yo. En lo que fue y nunca volverá a ser...
"Lo siento, nena, tu papá tiene otra familia... Sólo éramos una moneda de cambio en este juego despiadado..."
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Hola!) ¡Otra historia interesante para ti!) Tengo muchas más ideas, ¿te gustaría leerlas? Te pido un poco de apoyo) ¡Que tengas un buen fin de semana!)