No podía rechazar la iniciativa de David, y no iba a hacerlo, porque tenía mucho interés en volver a verle. Intercambiamos números de teléfono y quedamos en vernos el otro día.
Volví a casa y no podía creer que me hubiera pasado todo aquello. El hecho de que ese canalla viniera al estudio con sus mocasines apestosos, y el hecho de que David me salvara de ese hombre inadecuado. Experimenté tantas emociones diferentes en tan poco tiempo. Caí hasta el fondo al que me había arrastrado ese bastardo, y nadé hasta la cima, habiendo conocido a un tipo tan maravilloso. Me alejo y no puedo creer que nos volveremos a encontrar pronto y que volveré a verle. Tampoco puedo creer lo que estoy viendo ahora mismo. En este preciso momento.
Estoy imaginando cosas o... ¿Es Lesya? ¿Mi amiga? Y no sólo Lesya, sino con un perro con correa. ¿De dónde sacó el perro? ¿Quién la dejaría entrar en la residencia con un amigo de cuatro patas? Todas estas preguntas surgen de inmediato en mi cabeza y decido buscarles respuesta, así que me acerco a la chica a paso ligero.
- Lesya, hola, - decido no acercarme demasiado a la chica, ni siquiera al perro, para no asustarlo y para que no reaccione negativamente ante mi repentina aparición. Por eso llamé a mi amiga, para no molestarlas a las dos.
- ¿Diana? - La chica estaba obviamente concentrada en pasear al perro, probablemente absorta en este proceso, por lo que se sorprendió al verme en el horizonte. - ¿Por qué no vienes? ¿Por qué estás ahí congelada?
- ¿No muerde? - Asiento con la cabeza al pequeño, que no parece asustado y me mira atentamente con sus ojos de botón, pero quién sabe, aún soy un extraño para él, no está claro cuál puede ser su reacción. Si empieza a ladrar o incluso a morder, es normal, porque así protege a su dueño. Que es lo que Lesya es ahora.
- ¿Quién? ¿Jessica? - Lesya me mira a mí y luego al perro, y esboza una sonrisa, - Jessica es muy amable. No te preocupes, acércate y acaríciala. Pero no hagas movimientos bruscos.
- Jessica, ¿puedo acariciarte? - Sé que los perros son animales muy, muy inteligentes, por lo que entienden mucho de nuestro mundo, del mundo humano, si no todo, por así decirlo, así que me acerco suavemente a ella y le hago preguntas, como pidiéndole permiso para acariciarla.
Jessica inclina ligeramente la cabeza hacia un lado, como para entenderme lo mejor que puede, y mantiene los ojos fijos en mí. Qué ojos tan inteligentes.
- Bien Jessica, bien, - me pongo en cuclillas junto a la niña y empiezo a acariciarle suavemente la cabeza, y ella tarda sólo un par de segundos en caer rendida a mis halagos, en disponerse a dejarse mimar. Entonces levanto la vista y me dirijo a Lesya. - ¿Qué clase de perro es este? ¿Es tuyo?
- De ninguna manera, Valentina Georgievna es una mujer amable y complaciente, pero ni siquiera ella habría entendido la broma de que yo trajera un perro al dormitorio, - mi amiga está prácticamente repitiendo palabra por palabra todo lo que pasaba por mi cabeza hace unos minutos, cuando la vi con Jessica. - Este es mi trabajo. Pasear al bebé.
- ¿Trabajo? ¿Cómo que trabajo? - miro a la chica fijamente, confundida, sin dejar de acariciar el desaliño del bebé. - Pero es guay, muy amable, se nota que es una perra muy dulce.
- Bueno, como recordarás, ya no habrá más plazas financiadas por el Estado en nuestra especialidad, - intenté olvidar, esos pensamientos asquerosos no me abandonan todo el tiempo y sólo se desvanecieron un poco cuando conocí a David. Me permitió apartar la mente del problema inmediato durante un rato. Y en este momento, vuelve de nuevo y está a la orden del día. - Y no tengo derecho a perder un año de estudios, así que estoy buscando opciones en las que pueda encontrar dinero para pagar la matrícula. Así es como encontré este trabajo a tiempo parcial.
- Combinas los negocios con el placer, - yo misma quería tener un trabajo tan interesante en ese momento. Al mismo tiempo, ganas dinero y relajas tu cuerpo y tu alma paseando con esta niña tan guay.
- Sí, pero, por desgracia, no se puede ganar mucho de esta manera. Aún queda la esperanza de que el banco me dé algo de dinero a crédito, pero dudo de esta opción y de que fracase.
- Incluso si lo hacen, obviamente no será la cantidad necesaria para pagar la universidad, - no quería enfadar a Lesya, pero me costaba mucho ver esta opción como realista. Como ella y yo somos estudiantes, al banco no le interesamos como clientes, porque nuestra solvencia es prácticamente nula.
- Así que es un poco trampa -mi amiga suspiró con tristeza y se sentó a nuestro lado, y Jessica se alegró mucho de tener tanta compañía y empezó a adular a Lesya. - Es obvio que es una chica a la que le encanta llamar la atención y que adora el cariño. - ¿Qué te parece?
- ¿Sobre qué?
- Sobre la universidad. ¿Tienes alguna idea de cómo salir de este lío? - Y la chica empezó a mirarme atentamente a los ojos, como buscando allí una esperanza a la que aferrarse y confiar en que todo saldría bien. Para encontrar alguna pista que le diera una oportunidad de no amargarse del todo.
- No, nada de nada, - tuve que estropearle el humor a mi amiga por segunda vez, y ahora incluso pensaba que debería haberme alejado de ella y no haberle estropeado la tarde a la chica. - Todavía no le he contado la noticia a mi madre.
Aunque ya habían pasado dos días desde que me enteré de que me iban a echar de la universidad. Durante estos dos días, me estaba recuperando mentalmente de la noticia. No podía aceptar que había sucedido y que tenía que hacer algo. Y aún tenía que hablar con mi madre. Una conversación muy difícil...
- ¿Cómo que no habrá plazas concertadas? - exclamó mi madre y empezó a mirarme como si viera a esta niña por primera vez en su vida. Como si no hubiera dado a luz a esta niña hacía más de dieciocho años y no hubiera estado criándola durante todos estos años.
- Bueno... de alguna manera, - no había demasiadas noticias positivas en la vida de su querida. Primero, la persona en la que confiaba y con la que decidió formar una familia la abandonó a su suerte, luego tuvo que hacerse cargo del bebé, es decir, de mí, ella sola. Pensamientos constantes sobre dónde encontrar el dinero. Dónde ganarlo. Por eso no quería estropear el humor de mi madre, pero al mismo tiempo no podía ocultarle la verdad. Me habría sentido como una traidora si no le hubiera contado la situación en la universidad. Soy la persona más cercana a ella en todo el mundo y, por lo tanto, mi madre es mi madre, mi hermana mayor y mi amiga. - Dijeron que esta especialidad no tenía demanda, por lo que sólo habría plazas de pago.