David
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¿Qué le pasa a esta chica otra vez? ¿Por qué me mira como si hubiera visto algo lascivo? Estoy vestido, no debería avergonzarla con mi aspecto, así que ¿cuál es la razón por la que Diana se ruboriza de nuevo?
- Entonces desvistámonos, - me doy cuenta de que, en una situación así, hablar con tanta franqueza supone un sobresalto adicional para la chica, pero vale la pena examinarle la pierna. Está claro que le pasa algo. ¿Cómo vamos a hacerlo si sigue llevando esta sudadera con capucha? Tenemos que deshacernos de ella.
- ¿Qué quieres decir con quitarle la ropa?
Esta es otra diferencia entre Diana y la mayoría de las chicas que he conocido en mi vida. Otras mujeres no sólo se quitarían este estúpido disfraz, sino que también se despedirían de sus bragas, esperando pasar un buen rato conmigo, mientras permanecen en lo que parió su madre. Pero esta chica es diferente, no tiene ninguna prisa por deshacerse de su atrezzo, apenas se le ve la cabeza por debajo de este móvil, y parece como si fuera por la vida en él. Come en él, duerme en él, se ducha en él. Y parpadea tan divertida, como si no entendiera qué tontería le estoy ofreciendo.
- Vamos a quitarte este traje y a ver qué te pasa en la pierna.
Tengo un montón de asuntos sin resolver, varias reuniones a las que asistir, ¿y estoy sentado en medio de la nada pidiéndole a esta chica que se quite el traje para que pueda comprobar su pierna? David, ¿no tienes nada mejor que hacer? ¿Cuándo empezaste a hacer este tipo de voluntariado?
- No lo sé, yo sólo...
- ¿Estás desnuda debajo o qué? - Entiendo que Diana sea tímida y se sienta incómoda quitándose la ropa delante de un extraño, lo entiendo y me alegra su reacción, pero podríamos pasarnos medio día discutiendo sobre este traje.
- No, pero...
- Pues adelante, quítatelo, no hay nada tan escandaloso. ¿Vas a la playa a tomar el sol en jersey? - Bueno, en realidad, la timidez es la timidez, pero ¿por qué iba a ponerse tan nervioso si llevo algo en el cuerpo?
Diana accede, se pone en pie, concentrándose en el que no le duele, y me da la espalda. Es ahí donde se encuentra el cierre, que hay que tirar hacia abajo para que ella pueda deslizarse fuera del cuerpo de este móvil.
David, ¿qué te preocupa, puedes decírmelo? ¿Por qué te has puesto tan nervioso en cuanto has tirado del cierre? ¿Nunca has visto chicas en lencería? ¿Es un gran descubrimiento para ti?
Es una estupidez, una verdadera estupidez. Pero siento una especie de emoción mientras bajo más y más el deslizador, mientras la espalda de la chica se abre ante mis ojos, su piel es tan blanca, lechosa, y el calor que fluye de esta piel... Quiero pasar mis dedos por la espalda de Diana y sentir si realmente está ardiendo así, o si ya estoy hirviendo una olla. Tiro de ella hacia abajo. Aquí está el cierre de su sujetador. Es negro. Contrasta tanto contra esta piel lechosa. Parece una raya oscura en esta chica brillante y amable...
- Date la vuelta y levanta los brazos, - cierro los ojos un momento, sacudo la cabeza y luego digo esta frase para distraerme de los malos pensamientos.
No pierdas la cabeza, ¡mantén la calma! Con esta actitud, ayudo a la chica a quitarse el disfraz. En cuanto se le cae del cuerpo, se cubre inmediatamente con los brazos como si no llevara sujetador.
- Siéntate, voy a examinarte la pierna, - le digo, bajando la mirada hacia el miembro lesionado, para no avergonzarla aún más.
Antes de eso, mi mirada toca las bragas que Diana lleva puestas, y ahora sospecho que hay una razón por la que no quería quitarse esa sudadera. No sólo porque le daba vergüenza desnudarse delante de un casi desconocido. Sino quizás también por sus bragas. Las que llevan flores.
Contengo una sonrisa, porque me doy cuenta de que aunque una leve sonrisa roce mis labios, la chica puede volver a encerrarse en sí misma, y entonces será un infierno sacarla de allí. Apenas ha accedido a que le examine la rodilla herida.
- ¿Te duele? - toco el lugar por donde supura la sangre y pregunto a la niña, que tiembla como una hoja, ya sea por el frío o por mi proximidad. Aunque es más probable que sea por mi tacto, porque, como había predicho de antemano, el cuerpo de Diana está muy caliente.
- No... - susurra apenas, pero al mismo tiempo mantiene su mirada inquisitiva sobre mí, queriendo asegurarse de que no me subiré a sus flores? ¿Tiene miedo de que vaya descaradamente a coger esas flores de su cuerpo?
- No es nada grave, sólo un moratón, - emito un veredicto y me alejo de la niña, porque su cercanía también está teniendo un mal efecto en mi cabeza. La está mareando. - He visto una farmacia cerca, voy corriendo a por verde brillante y agua oxigenada, y tú quédate aquí sentada y no te muevas, ¿vale?
- Sí, - su voz suena más segura, pero sus manos aún esconden el tesoro de aproximadamente el segundo tamaño.
- Toma, cógelo, póntelo sobre los hombros, - me quito la chaqueta y se la doy a la chica, y sin esperar a que haga lo que le pido, me doy la vuelta y salgo corriendo de la habitación.
Menos mal que tenía un motivo urgente para abandonar la compañía de Diana, porque necesitaba tomar el aire. Necesitaba despejarme un poco. Tenía que hacerlo, porque me sentía mareado, porque quería desabrochar el sujetador de la chica y deshacerme de esa mancha oscura en su delicado cuerpo…