Familia por herencia

Capítulo 19

David

***

Tío, ¿por qué arrastras a una chica a tu casa? ¿Por qué no cruzas la línea entre la comunicación normal y algo más? Por alguna razón, pensé que Diana se negaría inmediatamente cuando mencioné que teníamos una sola cama y que tendríamos que acurrucarnos de alguna manera para dormir allí. No sé por qué, pero mi voz interior me decía que la chica aún era una niña, es decir, que todavía no había tenido ninguna pareja sexual. Por eso pensé que me haría girar el dedo en la sien, me llamaría tonto, o incluso algo más fuerte, y saldría corriendo de aquella cafetería, y sólo yo vería el destello de sus tacones. El noventa y diez por ciento de las vírgenes habrían respondido a semejante provocación por mi parte, pero Diana era el uno por ciento que podía sorprenderme y de hecho lo hizo. No en vano la comparaba con una moka, no en vano trazaba tales paralelismos. Esta chica tenía ganas, no era tan ingenua como parecía a primera vista. Y no me puse a hablar de verdaderos entendidos...

- ¿Te gusta? - Diana se avergonzó un poco de que no le preguntara, sino que le dijera que iba a pasar la noche en mi casa. Pensé que iba a dejar escapar a un pez tan dorado. Pero me sorprendió aceptando semejante aventura. Primero, se subió a mi coche, y ahora estaba contemplando el paisaje que se desplegaba desde mi apartamento. Desde el piso veinticinco, donde se encontraba mi apartamento.

- Es increíble, - dijo la chica con deleite, sin apartar los ojos de la ventana panorámica, que iba del techo al suelo. - Nunca había estado tan arriba. Es increíble.

- En primer lugar, me gustó que hubiera tanta luz aquí. Es especialmente bonito en primavera. Todo se vuelve tan verde y brillante, es un paraíso para los ojos.

- Y también eres la primera chica que traigo a este lugar, - quiero añadir, pero en el último momento me atrapo, porque con esta información puedo poner a Diana definitivamente en modo pánico. Y, sin embargo, es absolutamente cierto. Diana es la primera chica no familiar que visita este apartamento. Yo solía hacer todos mis experimentos y caprichos sexuales en hoteles, casas de campo y otros apartamentos, alquilándolos por uno o dos días para satisfacer mis necesidades corporales. No quería dejar entrar a ninguna hembra en este lugar, como si fuera algo privado, personal, un territorio que debía pertenecerme sólo a mí. Al principio pensé en hacer lo mismo con Diana, alquilarle una habitación de hotel, sobre todo porque ella misma había solicitado este servicio. Pero por alguna razón no lo hice, por alguna razón no quería tratarla como a las otras chicas de mi vida pasada. Quería algo diferente con ella. Parece que si hubiera actuado como los demás, habría contaminado a un ángel tan gentil y dulce, como era ella en realidad. Y aún así, no nos olvidemos del diablillo que sigue dentro de esta modesta niña, frotándose las manos. Frotándose las manos después de que aceptara mi oferta de pasar la noche en mi casa. Porque, ¿qué ángel en su sano juicio se lanzaría a semejante aventura? ¿Quedarse con un hombre adulto en un espacio cerrado? ¿En serio?

- ¿Y vives aquí solo? - Diana, sin embargo, aparta su mirada del maravilloso paisaje y se vuelve hacia mí, haciéndome esta pregunta. Y esta pregunta también es claramente del maligno, el diablo está empezando a jugar un juego peligroso. Por el cual se apresuró tanto aquí.

- ¿Quieres decir que mi mujer no vendrá a casa en mitad de la noche y nos pillará en la cama? - Vale, cachondo, acepto las reglas de tu juego. Veamos cuánto valor tienes.

- Eh... no, - dice ella, no mucho, enseguida se ruboriza, avergonzada, y parece que si pudiera saltaría por la ventana para evitar la vergüenza. La escandalizo mucho con esta contrapregunta. - Me refería a algún tipo de animal...

- ¿Un animal? - vuelvo a preguntar, porque aún no puedo determinar si Diana realmente quería preguntar por un animal o si se retiró rápidamente, al darse cuenta de que había pisado un camino peligroso al preguntar si yo tenía un alma gemela.

- Quería demostrarme que no estaba fuera de sí, pero la vergüenza se reflejaba claramente en su dulce rostro. Y de momento no puede ocultarlo.

- No puedo tener un gato ni un loro, pero me gustaría tener un perro, pero necesito cuidarlo y pasar suficiente tiempo con él, y eso me cuesta. - En cuanto a mí, un perro es el mejor amigo que una persona puede tener, y realmente me gustaría tener un compañero tan leal tarde o temprano.

- A mí también me gustaría tener un perro, pero por desgracia mi madre es alérgica, así que este sueño se queda en un sueño.

- Los sueños tienden a hacerse realidad, - la chica tiene muchas ganas de tener un perro, se le nota en los ojos en cuanto saca el tema, así que decido apoyarla y asegurarle que todo va bien. Pero no puedo evitar decir algo que tiene un efecto increíble en Diana. - ¿Y si nuestros sueños se hacen realidad al mismo tiempo?

Efecto conseguido...




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