En primer lugar, me entero de que el padre de David murió, y murió a causa de algunos problemas de dinero, y ahora resulta que tiene este tipo de comunicación con su madre ... Obviamente no es una relación normal y adecuada entre madre e hijo. Ni mucho menos. No quería hurgar en el alma de el hombre y hacerle muchas preguntas, aunque tenía muchas en la cabeza. Tenía curiosidad por saber qué había hecho que David odiara tanto a su madre. Quién era el hombre que casi atacó a puñetazos a mi amigo. Seguro que era la nueva pareja de su madre. ¿A dónde iban y qué le estaba advirtiendo David a su pariente?
- ¿Te gusta la habitación? - Durante todo el tiempo que estuvimos esperando a la grúa, y luego al taxi que nos llevó al hotel, David y yo apenas intercambiamos unas palabras. El hombre estaba ocupado con la logística de resolver problemas, y estaba claramente perturbado por este encuentro con su madre. Aunque intentó no demostrarlo, pude ver lo nervioso que estaba David. Lo enfadado que estaba. Por mi bien, él no deja salir estas emociones. Se contiene.
- Sí, muchas gracias, - dije, no sólo me gusta la habitación, es preciosa. Aunque, ¿cómo podría ser de otra manera en un hotel de un estatus tan genial como éste? Me da hasta miedo imaginarme cuál es el precio de una noche de estancia aquí, - le devolví todo el dinero. ¿Cuánto le debo?
- Nada, digamos que es una compensación moral por esos idiotas de la carretera y las consecuencias que causaron. Por cierto, ¿de verdad duele? ¿Tal vez deberíamos ir al médico para que te revise?
- No te preocupes, estoy bien de verdad, - y con una sonrisa en la cara, giró el pulgar y el índice en círculo para demostrar que yo estaba bien. Aunque, me sentí halagada por la actitud sobreprotectora de David. Era muy agradable que alguien se preocupara tanto por mí y por mi salud. Hasta ese día, sólo mi madre era una persona así, y ahora este hombre... No quiero despedirme de él. A quien no quiero decirle "hasta luego", y mucho menos "adiós".
- Luego me voy, que tengo más cosas que hacer... ¿Soy yo o David tampoco tiene ganas de separarse de mí cuanto antes? Parece que quiere salir de esta habitación, pero en realidad, parece que si le ofrezco quedarse, lo aprovechará encantado.
- ¿Volveremos a vernos? - Estaría mal por mi parte arriesgarme a pedirle que no me deje, igual que estaría mal entrometerme en sus asuntos familiares, pero es posible preguntarle por un posible encuentro. No tiene nada de escandaloso, ¿verdad?
- Obviamente, sí, creo que sí...
Pero no tuve tiempo de averiguar qué pensaba David, porque empezó a sonar la melodía que salía del móvil del hombre. Éste lo sacó del bolsillo, miró la pantalla y está claro que no le gustó lo que vio, porque enseguida se puso sombrío y pareció convertirse en una especie de erizo. Espinoso. Cerrado. Nada amistoso.
- Sí, - aceptó el reto, alejándose un par de pasos de mí, - ¿qué quieres?
Está claro que a David no le hace ninguna gracia escuchar a la persona que llama al otro lado. Esta sola frase transmite toda la actitud del hombre hacia su interlocutor. Hostil. Grosero.
- Conozco esa nutria. La he visto.
¿La nutria? ¿La has visto? ¿Podría el hombre estar refiriéndose a su madre? ¿Qué diablos pudo haber hecho esta mujer para que él la tratara tan mal y no lo ocultara en absoluto? En toda mi vida, nunca había sentido tanta curiosidad como hoy. Siento que si no averiguo qué pasó en la familia de David, no podré seguir viviendo en paz. O incluso vivir.
- Se lo advertí! - Me quedé mirando fijamente a David, sin perderlo de vista, sin perderme ni una palabra ni una acción, y me pillaron con las manos en la masa cuando el hombre se giró en mi dirección y me gruñó las palabras en la cara
- Te he oído, - David se da la vuelta, y tengo la oportunidad de recuperar el aliento y calmarlo un poco, porque esa mirada del hombre puso nervioso mi sistema nervioso, - ¡He dicho que te he oído!
Para ser sincera, me da un poco de miedo estar cerca de él cuando David gruñe estas palabras al teléfono, me pregunto si la persona al otro lado estará bien. ¿Está acostumbrado a este tipo de comunicación en tono alto? ¿No le molesta?
- Era mi abuelo el que llamaba, - dice el hombre, con mucha más calma y suavidad, pero es obvio, porque ha terminado la llamada y ahora se dirige a mí, explicándome su agresiva forma de comunicarse.
- Ah, bueno, entonces todo está claro, - quiero suavizar un poco la situación, hacerla menos tensa, así que asiento con complicidad y estiro un poco los labios en una sonrisa, insinuando que conozco al abuelo de David y soy consciente de que es difícil dialogar con este personaje de otra manera. He experimentado en carne propia a este viejo desagradable.
- Diana, tengo que hablar contigo, - pero en la cara del hombre no hay ni un atisbo de sonrisa, todos los rasgos de su rostro están tensos, así que mi sonrisa primero se me escapa de la cara y, al cabo de un par de segundos, desaparece por completo, como si nunca hubiera estado ahí. - Se trata de una conversación muy seria.
- Sí, claro, le escucho, - ¿se atreverá a contarme más detalles sobre su padre? ¿O tal vez de su madre? ¿O contará los secretos de su familia en general?
- ¿Puedo pedirte ayuda? - Sin apartar los ojos de mi cara, David da un par de pasos hacia el sofá donde estaba sentada y se sienta a mi lado, muy cerca, de tal manera que se me para la respiración y el corazón vuelve a galopar. Hoy no podrá soportarlo y se irá solo a alguna parte, lo más importante, no en el mismo cuerpo que yo.
- Por supuesto, puedes contar conmigo, - sencillamente, no tengo derecho moral a negarle ningún favor a David. Me ha ayudado a salir de apuros tantas veces en los últimos días que me sentiría incómoda rechazándole, y no quiero hacerlo, prefiero serle útil a este hombre.
- Probablemente nos equivoquemos un poco, empecé con el pie izquierdo. ¿Cómo te sentirías si yo pagara tu educación universitaria y la de tu amigo en su totalidad?