Familia por herencia

Capítulo 41

¿Hay una nueva adición a nuestro fuego? Eso parece, porque Maria Ivanovna aparece en el horizonte. La mujer no es tan dura como cuando Elizaveta Alexandrovna me amenazó, pero sin duda quiere unirse a nuestra compañía. Esto hace que David se calme un poco y se dirija hacia la mesa de la barbacoa. Dejando solo mi quinto punto. Resulta que es un poco tímido con esta mujer... ¿No se siente tan libre en su presencia como con su abuelo?

- ¿Puedo acompañarte? No me gusta especialmente esta compañía, - Maria Ivanovna asiente hacia la casa donde la madre de David y su pareja habían llegado unos minutos antes. Aunque ya era obvio de quién estaba hablando. Incluso comparada con Renan Arkadievich, un pesimista incorregible, esa pareja es lo más bajo del barril. Ni siquiera se puede ir a una misión de reconocimiento con ellos, y da un poco de miedo quedarse bajo el mismo techo. Menos mal que está David, que seguro que no deja que le ofenda.

- María Ivanovna, por supuesto, siempre es usted bienvenida, - David le acerca una silla a la mujer, ofreciéndole asiento, y luego empieza el plato fuerte de nuestra velada, - en veinte minutos tendremos algo rico.

- Aunque tardemos tres horas, pero no con esos inadecuados, - los criados no ocultan su actitud hacia Yelizaveta Oleksandrivna y su cónyuge, a pesar de que están aquí el propio hijo y el suegro de la loca. Y esto demuestra una vez más que esta mujer es mucho más que una simple sirvienta de esta familia, más que una simple amiga. Parece formar parte de la familia. Y una parte integral de ella. - ¿Y por qué corren como si les hubieran picado en el mismo sitio?

- Están observando su figura, - David estaba ensartando la carne con tanto placer que parecía no entender cómo alguien podía rechazar voluntariamente un plato tan divino. Salivaba en cuanto veía aquellas manos fuertes y recias que cogían la carne con confianza...

- Así es, si el fuelle está vacío, entonces lo único que queda por hacer es seguir la figura, - me distrajeron de mis pensamientos salvajes e inadecuados las palabras de María Ivanovna, que me hicieron apartar la vista de aquellas manos fuertes y robustas del hombre y pensar en otra cosa que no fuera lo que aquellas manos podían hacerle a mi cuerpo

- ¿Dónde os conocisteis, tortolitos?

Sí, Diana, volvamos rápidamente a la realidad, parece que ha comenzado otra serie de pruebas de tu autenticidad, o más bien de tu papel en la vida de David, porque el señor Barón no podía esperar sólo a la cena, necesitaba un espectáculo antes de la comida.

- ¿Recuerdas aquel traje tuyo que me diste para que lo llevara a reparar? - Caóticamente empecé a pensar en lo que podría hacerse pasar por una opción adecuada a Renan Arkadyevich, interesado en nuestro primer encuentro con David, pero mi otra mitad fue mucho más rápida en orientarse en el espacio y la situación.

- Soy viejo, pero no tanto como para no recordar lo que pasó hace apenas dos día, - me pregunto si mi abuelo tiene realmente complejos con su edad, o por qué refunfuña tanto. - ¿O es que de verdad no le importa nada, nada ni nadie?

- Así que ahí conocí a Diana, - maldita sea, no parece nada plausible. ¿Nos acabamos de conocer y luego hubo una boda que David le contó a su abuelo? Hasta yo, que estaba un poco cohibida por las acciones de David y todo lo demás que estaba pasando, hasta yo me di cuenta de que aquello era una gilipollez de mantequilla magra. Me preguntaba si él no se daba cuenta. - Antes había llevado mis botas a reparar y estaba simplemente asombrado por el trabajo de esta belleza. No sólo es una chica muy guapa, sino que además tiene unas manos de oro. Igual que su maravillosa madre. Las dos son increíbles.

Cuando mi cerebro daba un paso, el de David daba tres, de lo que ahora me doy cuenta. Porque no sólo no se quemó, sino que además me colmó de cumplidos de la cabeza a los pies, haciendo que me sonrojara de nuevo. Me acerqué a propósito a la parrilla para disimular mi timidez. Parecerían simples palabras, cumplidos corrientes, pero cómo se decían, y lo más importante, por quién... Eso marcaba la diferencia.

- ¿Así que ya conoces a la familia de esta honorable princesa? - Renan Arkadyevich no podía ocultar su sorpresa, era perfectamente legible en esta pregunta y en la expresión del rostro de su abuelo. Todavía no podía aceptar del todo que su nieto tuviera una novia, a la que había traído a casa del anciano, y que luego ya hubiera conocido a los parientes de la muchacha. Un fiasco para alguien que quiere y le gusta tener a todo el mundo en un puño.

- Bueno, ¿para qué perder el tiempo? Pronto nos vamos a casar mi amada y yo, así que obviamente conocí a la familia de mi prometida, - oh, qué bonito inunda, cómo retuerce las emociones de mi abuelo, que pensaba que yo era un simple contrachapado al lado de David, que volaría al infierno al primer viento, pero luego resultó ser así. - Por cierto, solete, ¿puedes echarle un ojo?




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