El deber marital es... Unir nuestros cuerpos. Entregarse a la pasión. Dar rienda suelta a las emociones para que nos desborden. En resumen, tener sexo. Algo que nunca he tenido antes.
¿Es la casa tan caliente o es el hecho de que en sólo un par de minutos voy a cruzar la línea que separa a una chica de una mujer? Voy a hacer algo que ocurre una vez en la vida. Entregaré mi virginidad. Perderé mi virginidad... ¿O será que David tiene su brazo alrededor de mi cintura y la manta no oculta lo excitado que está el hombre? La casa está a oscuras, tal vez María Ivanovna ha decidido que David y yo no tardaremos mucho en estar dentro, así que ha decidido ahorrar en iluminación... Ahora nos abrimos paso a través de la oscuridad, y es bueno tener a David con nosotros, que sabe moverse y evita que me caiga al suelo. O que me lastime el pie con algún escalón, o con otro objeto que se cruce en mi camino.
- Cuidado, - escucho en mi oído, y sé que esta advertencia vino de David, no debería haber venido de nadie más, ya que sólo somos dos aquí ahora, pero como está oscuro y muy silencioso alrededor, esta sola palabra hace que las hormigas salseen en mi cuerpo.
¿He sido yo o el hombre lo ha dicho con un suspiro? Como si apenas pudiera evitar hacer algo, o estuviera preocupado. ¿Nervioso? Diana, ¿de qué estás hablando? Obviamente tiene mucha experiencia con chicas, estoy segura de que utiliza su buena apariencia y el encanto que le da su carácter, así que no tiene ningún problema con el sexo femenino. ¿Por qué estaría preocupado entonces? Entonces resulta que... Apenas puede mantenerse alejado de... ¿A mí? ¿David me desea? ¿Tanto que su aliento traiciona a su amo y a su cuerpo?
- Por aquí, - el hombre me empuja por la espalda, y al momento siguiente veo una cama frente a mí. Me llama inmediatamente la atención en cuanto David enciende las luces de la habitación.
Me pregunto cuántas chicas habrá tumbado en esta cama. ¿Cuántos ojos de mujer habrán visto esta cama antes de ver a David sin ropa?
- Empecé a visualizar a un hombre sin ropa, sin esperarlo. No sólo sin camiseta, sino también sin calzoncillos, e incluso sin bóxers... Así que esta pregunta me sacó de la trampa lasciva por la que mi cerebro corría a una velocidad extraordinaria, llegando a la parte más interesante e íntima...
- ¿En qué sentido? - Miro al hombre a los ojos, aunque siento un impulso irresistible de mirarle el pecho, luego el torso, y después mirar más abajo, y más abajo, y más abajo...
- ¿Puedes gritar tan fuerte que te oiga toda la casa? - dice David con una sonrisa de satisfacción, y yo me ruborizo de inmediato en cuanto me doy cuenta de a qué se refiere.
- Um... - me quedo estupefacta, incapaz de articular palabra. Me está insinuando que cuando esté encima de él, o... debajo de él... ¿Debo gritar lo más fuerte posible? ¿No debería ocultar mis sentimientos?
- No te preocupes, María Ivanovna no lo oirá, pasa la noche en la planta baja y duerme profundamente. - David comprende a su manera mi estado perdido, así que me asegura que ella no oirá nuestros sonidos íntimos-, y todos los demás deben saber lo apasionado que es nuestro amor.
El hombre guiña un ojo y, sin esperar a que le responda, se sube a la cama. Sólo que, de un modo extraño, se sube a la cama... No se sienta en ella, no se tumba en previsión de una diversión apasionada, sino que se sube con las rodillas y se apoya en las manos. Y entonces...
En cuanto vi esta cama, me interesé inmediatamente por ella. Y no, no sólo porque nos imaginé a David y a mí allí... fusionándonos. Era porque era una cama bastante vieja, con una base de hierro y, como resultó, muelles en la base... ¿Cómo me di cuenta de esto? Todos en la casa se dieron cuenta al segundo siguiente, porque el hombre empezó a sacudirla, a mecerla, y empezó a hacer ruidos chirriantes. Parecía que un poco más y esta cama se iba a deshacer. Y seríamos David y yo quienes la romperíamos. Por nuestras acciones apasionadas. Bueno, eso es lo que todos pensarían si no hubieran visto la imagen que yo vi. Pero en realidad...
- ¿A qué viene esa voz, amor? - David dejó reposar un poco la cama, volviéndose hacia mí, esperando que la música saliera de mi boca, - ¿y por qué sonríes?
- ¿Y por qué no, si me estás haciendo sentir bien? - Y efectivamente, esta interesante imagen me arrancó una sonrisa, me alegré de que el hombre no me obligara a intimar, respetara mis límites personales y encontrara así una salida a esta situación. Una salida bastante original. - Sólo que tengo una sugerencia ligeramente diferente...
- ¿Cuál es? - Bueno, es mi turno de impresionar a este hombre. No es el único que tiene que sorprenderme todo el tiempo.
- ¿Por qué fingir si no puedes fingir? - No sé de dónde saqué esta confianza. ¿De dónde saqué tanto coraje? No sé todo esto, pero pasa un segundo, otro, y me deshago de la manta de un solo movimiento...
- ¿Estás segura? - Veo que a David le arden los ojos. Veo cómo a duras penas se contiene para no saltar de la cama y abalanzarse sobre mí como un depredador sobre su presa. Parece que no me lo imaginaba cuando sentí el aliento en su voz. Lo más probable es que no fuera una alucinación cuando me di cuenta de que el hombre estaba al borde. Todo era verdad. Me desea.
- Más que... - y yo le deseo a él. Así que al diablo con lo último que quedaba en mi cuerpo...