FÉnix

CAP 1: Cicatrices invisibles

JESSE

Tenía ocho años la primera vez que sentí que el tiempo se detenía.
Recuerdo las luces del hospital parpadeando sobre mí, el sonido del monitor pitando a un ritmo que no entendía, y a mamá apretándome la mano con una fuerza que dolía.
“Respira, Jesse. Solo respira”, me decía.
Pero respirar dolía.
Y en ese momento supe que a veces, vivir también dolía.

Desde entonces, los hospitales se convirtieron en mi segundo hogar.
Aprendí a distinguir los pasos de las enfermeras por el sonido de sus zapatos, a adivinar el turno del doctor por el olor del café, y a reconocer el tipo de día que sería solo por la expresión en el rostro de mamá.
A los doce, mi primer diagnóstico serio. A los veinte, otro que casi me deja sin aire.
Y aunque sobreviví a todo eso, todavía me cuesta creer que sigo aquí.
Que sigo respirando.

—Jesse, ¿vas a salir así? —la voz de Sophie me saca del trance.
Parpadeo, girando sobre mí frente al espejo. Llevo unos jeans claros, una blusa blanca de tirantes y una chaqueta beige que probablemente Camila diría que parece “demasiado simple para un evento”.
—¿Qué tiene de malo? —respondo, acomodando mi cabello en una coleta baja.
Sophie se apoya en el marco de la puerta, con una sonrisa traviesa.
—Nada… si fueras a un picnic. Pero vamos al evento de los Breakers, no a un brunch de tías aburridas.
—No necesito impresionar a nadie —replico.
—Claro, claro… —alza una ceja—, hasta que te cruces con uno de esos jugadores y te tiemblen las rodillas.

Ruedo los ojos. Sophie tiene dieciséis años y la capacidad única de hacerme sentir una abuela.
—No me van a temblar las rodillas, Sophie. Voy por Camila, no por los jugadores.
—Ajá, claro. —Su sonrisa crece—. A ver cuánto te dura ese discurso.

Camila nos grita desde la planta baja. Su tono suena tan impaciente como siempre.
—¡Jesse! ¡Sophie! ¡Nos vamos ya o llegamos tarde!
Sophie toma mi bolso y me lo lanza con una precisión que asusta.
—Vamos, futura enfermera del año. No hagas esperar a la jefa.

El evento del equipo Pacific Breakers es mucho más grande de lo que esperaba.
Está lleno de luces, música, puestos de comida, cámaras, y gente vistiendo camisetas con los nombres de los jugadores. Es una especie de festival deportivo para recaudar fondos, con entrevistas, firmas y actividades.
El aire huele a hamburguesas y protector solar.
Camila camina delante de nosotras, con esa seguridad natural que parece atraer miradas. Su cabello oscuro va recogido en una coleta alta, y lleva la chaqueta del equipo con su nombre bordado: C. Segovia – Fisioterapeuta.

A su lado, Ethan Harper, el entrenador, parece salido de una película: alto, sonrisa encantadora, mirada cálida.
—¡Ahí están mis chicas favoritas! —dice cuando nos ve—. Jesse, Sophie, me alegra que hayan venido.
—Nos amenazó —responde Sophie con una sonrisa, haciendo reír a Ethan.
Camila le lanza una mirada divertida.
—Solo les dije que no tenían excusa. Jesse necesita distraerse y Sophie… bueno, Sophie se apunta a todo.

Yo sonrío, aunque en el fondo preferiría estar en casa con un libro.
Ethan nos guía hasta una zona reservada detrás del campo, donde los jugadores están calentando.
El sol cae justo sobre el pasto, y el ambiente vibra con el sonido de risas, música y el choque de cascos.
—Jesse, déjame presentarte a algunos del equipo —dice Camila, entusiasmada—. Seguro te caen bien.

No tengo tiempo de responder cuando un grupo de jugadores se acerca.
Uno de ellos, con una sonrisa segura y una botella de agua en la mano, la saluda con un silbido bajo.
—Cam, pensé que solo vendrías con tu prometido, no con refuerzos —dice, mirando de reojo en mi dirección.
Camila sonríe con ese tono que usa cuando está a punto de poner a alguien en su lugar.
—Jesse, Sophie, él es Liam Carter —dice, sin apartar su sonrisa—. Capitán del equipo. Y un dolor de cabeza la mitad del tiempo.
—Ey, ey, no seas cruel —responde él, levantando las manos—. Solo trato de animar el ambiente.

Liam Carter.
Había escuchado su nombre muchas veces por boca de Camila y Ethan.
El chico estrella del equipo, arrogante, encantador y tan impredecible como un incendio.
Y sí, lo admito: es guapo. De una forma molesta.
Cabello castaño despeinado, ojos verdes, una sonrisa que parece hecha para meterse en problemas.
El tipo de chico que huele a peligro… y sabe que lo es.

—Así que tú eres la famosa Jesse —dice, girando su atención hacia mí.
Sus ojos se detienen un segundo más de lo necesario.
—Camila habla de ti más que de sus pacientes.
—Espero que eso sea algo bueno —respondo, intentando sonar casual.
—Depende del día —bromea Camila, cruzándose de brazos.
Liam suelta una risa suave.
—No te preocupes, seguro exagera. No pareces tan problemática.
—Y tú pareces demasiado confiado —le contesto sin pensar.

Sophie ahoga una risa detrás de mí. Ethan sonríe con disimulo.
Camila me lanza una mirada que grita “compórtate”, pero Liam parece divertirse.
—Me gusta —dice simplemente—. Al menos no me sonríes como las demás.
—Quizá porque no me pareces tan impresionante.
—Ay —finge una herida en el pecho—. Directo al ego.
—Te vendrá bien un poco de humildad, Carter —interviene Ethan—. Vamos, el juego empieza en veinte.
—Sí, jefe —responde Liam, dándole una palmada amistosa en el hombro antes de guiñarme un ojo—. Nos vemos luego, no tan impresionante.




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